Al final, Roca Rey arma el lío
La mejor noticia: por primera en la Feria, casi se llena Vista Alegre
Las Corridas Generales de Bilbao llegan a su punto culminante con una de las mejores ganaderías y tres primeras figuras. La primera incógnita es la entrada: ¿bastará con la presencia de estos toreros para que cambie totalmente la imagen del coso de Vista Alegre? Felizmente, así ha sido. Hoy, por primera vez en la Feria, hemos visto poblados de público los tendidos de la Plaza, como nos gustaría que fuera frecuente. Pero no lo es: ha tenido que llegar Roca Rey para lograrlo. Su mérito es indiscutible.
Además, al último toro le ha armado un auténtico lío, en la doble línea del clasicismo y el encimismo: lo que el público estaba esperando ver. La espada ha caído defectuosa y el Presidente ha concedido sólo una oreja, frente al entusiasmo desbordado de la gente.
Los toros de Victoriano del Río, predilectos de las figuras, han tenido más pitones que fuerza y han dado juego variado. Destacan cuarto y sexto. Al primero, le corta una oreja Manzanares. Con el lote menos lucido, Talavante queda en blanco.
José María Manzanares es uno de los toreros actuales más queridos en esta Plaza, tiene aquí la ocasión para remontar una desigual temporada. El primero, cinqueño, bien armado, sale distraído, protesta en el caballo, busca pronto el refugio de tablas. Va a más en los templados derechazos de José María, que le deja la muleta en la cara. Por la izquierda, es más soso. Mata con decisión, aunque la espada cae contraria y trasera pero tiene rápido efecto: oreja ligera.
El cuarto es muy noble pero flaquea. Lo recibe Manzanares con suaves lances. Este toro sí cumple en el caballo. Quita por chicuelinas de mano baja, como hacía su señor padre. Cuidándolo, dibuja derechazos solemnes, templados, y cambios de mano, «marca de la casa». El toro es bueno pero le falta algo para darle emoción a la faena. A la segunda, se atraca de toro: la espada queda contraria. (Es lo que ahora le está sucediendo, por entrar desde lejos y con pasos rápidos, pero mejor es eso que un bajonazo, sin duda).
Torea Talavante esta tarde aunque hace exactamente una semana sufrió en Gijón una voltereta, que le ha causado la fractura de una costilla. La tarde anterior, Perera toreó en Bilbao con dos costillas rotas y Castella mató su segundo toro sin que ningún espectador presente en la Plaza advirtiera que llevaba una cornada en el glúteo, de la que no quiso operarse, para poder torear. De esta pasta increíble están hechos los toreros.
El segundo luce dos pitones serios pero está poco rematado, para Bilbao. Hace pobre pelea en varas, sólo recibe dos picotazos. Aprieta el toro en banderillas y saluda Ambel. El toro es bondadoso pero flojo. Alejandro dibuja algunos muletazos aceptables pero las caídas del toro lo deslucen todo. Prolonga la faena sin motivo, el toro se raja y se refugia en tablas. Allí ha de entrar a matar: lo logra a la cuarta.
El quinto sí empuja en el caballo pero humilla poco. Lo deja pasar con suavidad, sin exigirle, pero el bondadoso toro transmite muy poco. La faena no cuaja y Talavante renuncia. Pincha dos veces, sin estrecharse. (Recuérdese que la voltereta de Gijón fue al entrar a matar).
Roca Rey sigue teniendo su as en la mano: es el que más gente lleva a las taquillas. Punto. Por lo tanto, es el primero al que llaman todos los empresarios, el que más debe cobrar, el primero que elige fecha y cartel. Es decir, lo que todos los toreros desean. Pero eso tiene también un reverso: está obligado a triunfar todas las tardes. Si dejara de conseguirlo, todo lo anterior se pondría en entredicho. No importa si lo logra toreando mejor o peor; a estos efectos, sólo cuenta el resultado. Y eso supone también una dura carga. Claro que es infinitamente mejor soportar esa obligación que quedarse esperando, en casa, a que te llame un empresario… Esta tarde, al final, logra justificarse plenamente.
El tercero es pegajoso en el capote, busca los pechos al caballo, se va. Roca Rey no brinda. Comienza con la mano apoyada en tablas, como hacía Luis Miguel: es vistoso, como prueba de mando, pero no sirve para ahormar al toro, que se viene arriba, saca genio. Después de unas series de derechazos vibrantes, se producen dos desarmes. Corta la faena, que se ha diluido, y mata de media perpendicular. Al sentirse herido, el toro le pega una fuerte voltereta a Antonio Manuel Punta, un buen torero. Espero que no tenga nada.
El sexto es cinqueño, feote, flaquea en el caballo, anda de lado. El picador clava la puya antes de que el toro arranque: está mal hecho, aunque el bondadoso público no lo advierta. Saluda Viruta, en banderillas. Esta vez sí brinda al público Andrés y en seguida les da lo que estaban esperando: un comienzo arrollador, con espaldinas y muletazos de rodillas. El toro es noble, ha ido a mejor. Roca Rey lo conduce en templados muletazos; muy mandón, lo cuaja por los dos lados. Son francamente buenos algunos naturales y los de pecho, muy largos, barriendo el lomo del toro con la muleta. Ya ha armado el lío y lo remata con su habitual encimismo y los circulares invertidos, que ponen a la gente en pie. (A mí me gustan menos, porque el toro ya se ha parado y porque suponen echarlo hacia fuera, no hacia dentro, que es lo clásico, pero al gran público no le interesan esas minucias). La espada queda trasera y desprendida, por lo que Matías sólo concede una oreja, no las dos, como quería la gente.
Lo que importa es que salen contentos y que volverán mañana a Vista Alegre, para ver de nuevo a Roca Rey y la despedida de Ponce, aquí tan querido.
Con todo respeto para los diestros, la mejor noticia ha sido ver los tendidos llenos. Para estos casos, en el Siglo de Oro se usaba una expresión, que recuperó, humorísticamente, La Codorniz: «¡Albricias y pan de Madagascar!» (No sé qué significaba). En latín, decían: «Laus Deo». Espero ver mañana cubiertos de público los tendidos de Vista Alegre. Así sea.
FICHA
- BILBAO. Plaza de Toros de Vista Alegre. Corridas Generales. Jueves 22 de agosto. Entrada, casi lleno. Toros de Victoriano del Río, con más pitones que fuerza, de juego variado; destacan 4º y 6º.
- JOSÉ MARÍA MANZANARES, de nazareno y oro, estocada trasera y contraria (oreja). En el cuarto, pinchazo y estocada contraria (saludos).
- ALEJANDRO TALAVANTE, de negro y plata, 3 pinchazos y estocada (aviso, silencio). En el quinto, pinchazo, media tendida y atravesada, 4 descabellos (silencio).
- ANDRÉS ROCA REY, de grana y oro, media perpendicular (silencio). En el sexto, estocada trasera y caída (oreja y petición de la segunda, con pitos al Presidente).