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El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, este domingo en la asamblea de Sumar

El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, en una imagen de archivorEFE

Urtasun justifica su mentira sobre la muerte de Miguel Hernández con que su encarcelamiento fue asesinato

Cuando no se quiere rectificar un engaño, incluso a sabiendas de que lo es, ya no es empecinamiento, sino intolerancia pura

De los tiempos de los duelos y de las espadas viene la expresión «sostenella y no enmendalla». En español actual es «sostenerla y no enmendarla» que es la manera de decir que por orgullo, terquedad o sectarismo, como bien puede ser este caso, no se quiere rectificar una mentira, incluso a sabiendas de que lo es, lo cual ya no es empecinamiento, sino intolerancia pura.

El ministro Urtasun escribió en X que el poeta Miguel Hernández murió asesinado. Muchos han señalado esta falacia, incluido este periódico, pero lejos de retractarse o pedir disculpas, el responsable gubernamental de la cultura española ha sacado pecho de su patraña:

«Miguel Hernández fue encarcelado por sus ideas en las cárceles franquistas durante años. Fue allí donde contrajo la tuberculosis que le mató. Y sí, encerrar a alguien en condiciones infrahumanas hasta matarlo es asesinato».

El cinismo de la posverdad en su estado máximo. Porque no es el cinismo de mentir a sabiendas, sino además el cinismo de insistir en la mentira contra los hechos y el sentido común. Por no hablar de la responsabilidad de un gobernante. Urtasun se ha enrocado en su mendacidad como un niño caprichoso, con argumentos pueriles incluso para un niño caprichoso.

Y no solo esto, sino que vuelve a mentir, engorda la mentira de que Hernández fue asesinado, añadiendo en una premisa retorcida hasta los límites del fanatismo que «encerrar a alguien en condiciones infrahumanas hasta matarlo es asesinato», obviando todas las circunstancias particulares en un peligroso reduccionismo, y además con autoritarismo: «Y sí...», como si esta apostilla despótica e infantil certificara la verdad de su mentira.

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