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La universidad de Sussex

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Multa de 700.000 euros a una Universidad británica por el acoso a una profesora que criticó la ideología trans

La Universidad de Sussex ha recibido una multa de 585.000 euros por consentir el acoso de estudiantes radicales a una profesora que defendió la existencia del sexo biológico frente a la ideología trans

Más de 700.000 euros, 585.000 libras, es la multa que se le ha impuesto a la Universidad de Sussex después de violar la libertad de expresión de profesores que han criticado la imposición de la ideología queer en el plan de estudios.

La investigación de los casos de ataques a la libertad de expresión de los profesores se inició en la Oficina de Estudiantes –órgano regulador de la educación superior en Reino Unido– tras la salida, en 2021, de la profesora de Filosofía Kathleen Stock, que defendió la identidad de las mujeres y denunció su intento de invisibilizarían para promover a las personas trans.

Según recoge el diario The Times, la Oficina de Estudiantes informó de que la multa podría haber sido, incluso, notablemente más alta, de más de 3 millones de libras, pero se ha reducido debido a que se trataba de la primera infracción de este tipo detectada en la Universidad.

Las conclusiones de la Oficina revelaron que la Universidad, por medio de su política de inclusión de personas trans y no binarios, violó el derecho a la libertad de expresión y de la libertad académica de la profesora, que defendía en sus clases una visión «sexo-realista» del feminismo. Es decir, que defendía la existencia de un sexo biológico que no se podía cambiar.

Stock, después de ser acusada de tránsfoba por parte de organizaciones estudiantiles de extrema izquierda, por sus opiniones, sufrió una campaña brutal de acoso e intimidación por parte de estudiantes violentos.

Durante tres años, Stock –que recibió la Orden del Imperio Británico por su labor educativa– vio cómo grupos de estudiantes radicales encapuchados contra el coronavirus, con pancartas que la señalaban y exigían su expulsión de la Universidad, la acosaban en el acceso al centro universitario.

El acoso se trasladó también al ámbito digital, con mensajes de odio en sus cuentas, campañas de difamación y de cancelación, en las que incluso participaron compañeros suyos de entre el profesorado.

Los edificios del campus solían amanecer a diario con carteles y pegatinas reclamando la expulsión de Stock y acusándola de generar inseguridad a los estudiantes trans. Se recogieron firmas para que la Universidad la expulsara y una inactiva policía se limitó a recomendarle que instalara cámaras de seguridad en la puerta de su despacho y que llamara al teléfono de emergencias si sufría alguna agresión.

La profesora –que definió este acoso como «una experiencia medieval»– aguantó estoicamente durante tres años, hasta que no fue capaz de seguir luchando en defensa de sus opiniones y su derecho a expresarlas y presentó su dimisión.

Según explicó a The Times el director de libertad de expresión de la Oficina de Estudiantes, el regulador «descubrió que la declaración de política de igualdad trans y no binaria de la Universidad de Sussex significaba que los estudiantes o el personal que deseaban expresar o discutir opiniones, incluidas opiniones críticas sobre cuestiones de género, estaban preocupados por el hecho de que, en caso de incumplir esa política, pudieran sufrir posibles medidas disciplinarias».

Por otro lado, la Oficina de Estudiantes señaló que esta investigación no se limita sólo a la Universidad de Sussex, sino que hay otras universidades bajo investigación y que podrán recibir multas muy superiores a la impuesta a Sussex.

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