Cómic
La España vaciada merece seguir vacía
Javi de Castro pone al servicio de una interesante historia de terror en el marco de la España vacía la sencillez de su trazo y una narrativa visual difícil de superar.
astiberri / 157 págs.
Villanueva
Vivimos tiempos de una (tal vez hiperbólica) reivindicación de nuestras tradiciones y folklores. El identitarismo tribal o cultural, por minúsculo que sea, se enarbola hoy como nuestra última razón de ser y nuestra seña única de identidad individual. Y si bien el individuo no puede escapar de su historia o sus tradiciones, a veces estas pueden llegar a ser más coercitivas que constructivas o definitorias de nuestra manera de ser.
Seguramente Javi de Castro (León, 1990) ha tenido tiempo para pensar en todas estas cuestiones mientras elaboraba su Villanueva (Astiberri, 2021), o quizás ha querido simplemente rescatar la simbología y tradiciones rurales de la provincia de León para construir una historia que bien podría estar ambientada en Connecticut o en Turkmenistán, por mencionar dos lugares aleatorios alrededor del globo.
Pero el caso es que el autor –que viene a evidenciar el grandísimo nivel del cómic español contemporáneo– se sirve precisamente del folklore de sus orígenes para contarnos algo que va más allá del simple thriller. De Castro nos habla en su última obra de lo inquietante que puede llegar a ser el anquilosamiento y el simple acatamiento del «siempre se ha hecho así». Y lo hace a través de una historia directa y sin innecesarios giros de guion, dibujada con unos trazos sencillísimos, con apenas dos tintas y con la puesta en práctica de su abrumador conocimiento sobre cómo se debe narrar en este medio. No en vano, De Castro, con apenas cinco obras en su haber, ya ha sido nominado a «los Óscar del noveno arte», los Eisner, con The Eyes, sus breves tebeos digitales publicados en 2020.
Una historia directa y sin innecesarios giros de guion, dibujada con unos trazos sencillísimos, con apenas dos tintas
La historia empieza como podría arrancar cualquier película de terror de los últimos cincuenta años. Miguel y Ana, una pareja joven, endeudados y a la espera de su primer hijo, se mudan a un pequeño pueblo que ofrece alojamiento gratuito para personas como ellos. En aquella aldea, perdida entre los bosques, confían encontrar ese cambio de aires que necesitan para empezar de nuevo. Pero una vez allí se darán cuenta de que el modo de vivir de aquel lugar es, cuanto menos, perturbador. Y esa perturbación nos la muestra Javi de Castro como ha de hacerse, en pequeñas dosis y ocultando la información mollar hasta el final de la obra.
Lo que comienza con un desencuentro entre dos formas de vivir se muestra poco a poco como algo incompatible con la simple reconciliación entre la ciudad y el campo: niños asilvestrados, parejas que dicen llevar casadas desde hace más de cien años, desconfianza hacia la lectura y la prohibición absoluta de salir de allí hacen sospechar a los protagonistas que algo no va como ellos imaginaban.
Pero el conflicto de Miguel y Ana no se evidencia tanto en los desencuentros con su nuevo hábitat sino más bien con su propio desencanto, su propia relación personal y su huida vital hacia delante. De alguna manera, si se piensa bien, esta pareja urbanita ejemplifica también ese otro problema de nuestros días, la falta de rumbo y de sentido que se evidencia sobre todo en las generaciones más jóvenes (que empiezan a darse cuenta de que ya no son tan jóvenes como ellos pensaban).
Y entre ellos dos, Carmen, su guía en el pueblo y la auténtica protagonista de la obra. La suya es la vida que conoceremos más en profundidad, no solo a través de la historia principal, sino también gracias a los maravillosos flashbacks ilustrados a doble página. Carmen se mostrará como la única persona que parece estar en sus cabales, una conciencia que se manifiesta a través de su conflicto personal con su propio ambiente y de su voluntad de ir más allá, aunque sea a escondidas, y de escapar de un pueblo de esa España vaciada que merece seguir vacía antes de dañar a más personas.
El conflicto de Miguel y Ana no se evidencia tanto en los desencuentros con su nuevo hábitat, sino con su propio desencanto, su propia relación personal y su huida vital hacia delante
Siempre me fascinará la capacidad que tiene el tebeo de profundizar en sus personajes y sus tramas, en sus temas e historias, de la manera en que lo hacen este tipo de obras. Javi de Castro hace gala de ese gran poder de síntesis ejemplificado en el poder de una mirada (que solo es un punto negro en el papel), un conflicto (tan solo dos viñetas enfrentadas) o toda una vida de relación de pareja involuntaria (en dos páginas sin una sola palabra). Por obras como Villanueva merece la pena y mucho reivindicar el cómic. Esta obra, además, nos deja claro que debemos librarnos de nuestros prejuicios e ideas preconcebidas. Así que, ¿por qué no hacerlo acercándonos (o acercándonos de nuevo) a este formato? Les aseguro que no les defraudará.