Estados Unidos, Rusia o China: imperios pasados, presentes y… ¿futuros?
Samir Puri nos presenta en «El legado de los imperios» la importancia de conocer la historia de los imperios para entender las relaciones internacionales en la actualidad
Nuestra palabra «imperio», así como el «empire» inglés, el «empire» francés, el «impero» italiano y el «império» portugués, procede, como la gran mayoría de nuestro léxico, del latín, esa lengua que todo nos lo ha dado, y a la que todo hemos arrebatado.
La voz imperium hacía referencia en la antigua Roma al mando militar. Los generales de época republicana eran investidos mediante un acto, político y religioso al mismo tiempo, del imperium y de los auspicia, es decir, del mando militar y del beneplácito de la divinidad. Con Augusto, dicho acto se hizo perpetuo en la persona del princeps, es decir, el emperador. Desde época de César Augusto pues, el imperium no se concedía y se devolvía, sino que quedó asociado al gobernante y, por ende, a sus dominios: el imperio.
Pero no nos confundamos: el imperio no era un territorio ni una potencia. Los romanos no se consideraban miembros del Imperium romanum (que sería algo así como decir del «Mandato romano»), sino que se consideraban ciudadanos de la Res Publica de Roma, y gobernada por el Senatus populusque romanum (el senado y el pueblo romano: SPQR), aunque de facto desde Augusto existiera un gobierno autocrático.
almuzara / 344 págs.
El legado de los imperios
Podría pensar el lector que qué tiene que ver Roma en todo esto. Pues, en palabras del autor, «la parafernalia de la modernidad y sus rápidos avances tecnológicos no hacen más que refractar y remodelar aquellos elementos del espíritu humano que son inmutables. Una obsesión por lo novedoso puede oscurecer el enfoque sobre lo que heredamos de nuestro pasado inmediato». Y ciertamente la Roma antigua no es lo más inmediato, pero fue el primer legado imperial con el que cuenta Occidente, y eso ha marcado de forma indeleble nuestra civilización.
Y es que es aquel concepto, el de control territorial, nacido en el seno de la Roma antigua, el que se fue fraguando (y transformando) a lo largo de los siglos, hasta llegar a la actualidad. Y esta idea de imperio es la que toma Samir Puri, profesor en la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados (SAIS por sus siglas en inglés) de la Universidad Johns Hopkins de Washington y en el Departamento de Estudios de Guerra del King’s College de Londres, además de asesor para el Ministerio de Defensa Británico (2018-2019), en su obra El legado de los imperios. Cómo los imperios han dado forma al mundo, traído al castellano por Almuzara.
Pero aunque el concepto que ha llegado hasta nosotros proceda de la Roma antigua, esta no entra en los contenidos de la obra, ni tampoco otros grandes imperios antiguos como los surgidos en Egipto, Mesopotamia, China e India. El objetivo de Puri es mucho más concreto, así como abordable y realista: los imperios cuyas huellas siguen teniendo consecuencias en la actualidad. Para el autor, estos son: Estados Unidos, Gran Bretaña, la Unión Europea (que contiene potencias antaño imperiales como España, Portugal y Francia), Rusia, China, la India y Oriente Próximo (Turquía e Irán).
Qué se puede hacer sino estar en total acuerdo con el autor. En cada capítulo, Puri profundiza en el pasado imperial de cada potencia, su desarrollo concreto, el efecto sobre los territorios bajo su control y, lo más significativo: las consecuencias de la caída de los imperios y su adaptación posimperial.
Una de las cuestiones más interesantes que ofrece Puri es su análisis sobre el proceso y adaptación de cada una de las potencias en sus periodos posimperiales y las consecuencias que dichos periodos, dependiendo de las actuaciones de la metrópoli, acarrean, donde el autor hace gala de un enorme conocimiento, gran capacidad analítica y una manera extraordinariamente amena de exponerlo.
Es cierto que el volumen carece de un espacio para América central y del sur, pues los períodos posimperiales español y portugués dieron forma a esa importante parte del mundo. Por lo demás, no cabe sino decir que es un libro cuya lectura es altamente recomendable para entender la situación internacional actual, cada vez más multipolar y compleja, con un Estados Unidos al que cada vez le cuesta más mantener el «cinturón de los pesos pesados» obtenido en 1991, pero no ya contra Iván Drago, sino contra la Furia del Dragón (pido perdón por los símiles y juegos de palabras, ya arcaicos, especialmente a la Generación Z).
Por último, no quisiera acabar sin traer aquí una frase de Samir Puri en la introducción que, creo, es tan lapidaria como cierta: «Los legados imperiales pueden ser prosaicos, impactando en nosotros de formas que apenas notamos mientras nos conducimos en nuestra vida diaria. Pero pueden revestir también profunda importancia, contribuyendo a alimentar las placas tectónicas geopolíticas de las que depende nuestro destino». Es decir, desde ir a un McDonald’s y tomarnos una Coca-Cola sin darnos cuenta de lo que hay detrás de ese gesto inocuo y trivial, hasta presenciar en los noticiarios la huida de tropas estadounidenses de Afganistán o los movimientos de tropas rusas hacia la frontera ucraniana, en todo ese espectro está el legado de los imperios.