Vargas Llosa: «Galdós no hubiera imaginado un monstruo como Putin»
El Premio Nobel de Literatura ha insistido en la mirada humana de Benito Pérez Galdós
Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura y caballero limeño «de fina estampa» y bastón, ha presentado su nuevo libro de ensayo en el Ateneo de Madrid. Un libro que era largamente esperado, desde que la RAE le encargara una lectura sosegada de toda la obra de Benito Pérez Galdós para su efeméride en 2020.
La pandemia, que ha truncado y retrasado tantas cosas, también había impedido presentar la mirada del autor hispanoamericano sobre la mirada del gran escritor canario. Pero fue, precisamente, el largo confinamiento y las posteriores restricciones, las que permitieron a Vargas Llosa embarcarse en la larga lectura de casi toda la obra de Galdós.
Durante aquellos días de encierro forzoso, tuvo la oportunidad de poner a prueba su propia concepción de la novela frente a la obra galdosiana, en la que ha reconocido de nuevo una ficción personal que relata la realidad de un modo objetivo.
Una lectura libre
El primero que revisó el texto fue Andres Trapiello, que celebró en un correo electrónico «la lectura sagaz, desprejuiciada y no canónica del escritor peruano; libre y apasionada, que consigue apasionar».
El escritor peruano ha comenzado recordando que la presentación se consuma, por fin, en el Ateneo: lugar muy querido por Galdós, ya que era el socio 2.762 de este lugar al que llamaba «la Holanda española» por ser de gran tolerancia.
Como el propio autor afirma en el prólogo de La mirada quieta, «Galdós hizo lo que Balzac, Zola o Dickens en sus respectivos países, que es contar la historia y la realidad social» que les circundaba. Aprendió de La Comedia humana de Balzac «a describir a través de los rostros, los cuerpos y los vestidos, la maldad y la bondad humanas» para «presentar de una manera moderna los acontecimientos históricos del siglo XIX español».
Aludiendo a la gran –e inacabada–, Los episodios nacionales son muy objetivos, según Vargas Llosa, respondiendo a la función que tiene la novela de «mostrar la objetividad de los hechos a través de la ficción, insertando, añadiendo de su cosecha, para ser fiel a lo sucedido».
La objetividad de Galdós
Vargas Llosa ha insistido, al menos en un par de ocasiones, en la escritura «sin correcciones» de Galdós que, a diferencia de Flaubert, «no rehacía, quedaba ahí, añadiendo fantasía, como opinión contrastada con la realidad. Pero, al mismo tiempo, era sorprendente su «esfuerzo por ser objetivo, por comprender los hechos, incluso en contra de sus opiniones políticas o religiosas».
Al compararle con Flaubert (otra cuestión en la que ha insistido sobremanera Vargas Llosa), «no cree que Galdós percibiera la novedad que el francés introduce en la novela con el narrador invisible, ya que Galdós aparece en sus obras, y no practicó esa revolución flaubertiana. En gran parte, porque Galdós se ceñía a lo clásico».
El autor de La mirada quieta ha insistido en una sencillez a la hora de relatar, no como una vulgaridad, tal y como se concebía antes la obra de Galdós. De hecho, Vargas Llosa ha puesto el ejemplo del Asesinato de Prim o el del personaje de «El empecinado» en las guerrillas contra los franceses, como gestos magistrales de un gran escritor entre lo romántico y lo realista, lo realista y algún matiz fantástico.
Misericordia galdosiana
Otro aspecto muy subrayado por el peruano, quizá de ahí provenga el título del ensayo, es la mirada única que Galdós tiene sobre la sociedad española, ejemplificado en la magistral novela Misericordia «como una de las grandes novelas españolas». En ella se ve como el escritor «daba largos paseos por Madrid y conoció aquella terrible diferencia de clases que hoy ya no existe. Describe un Madrid pobre, pero al mismo tiempo, manifiesta una humanidad distinta, a pesar de la miseria tan extendida».
«Una miseria muy extendida en casi toda la capital; un Madrid frío, de carencias importantes. Y sin embargo, como característica principal del pueblo español, una capacidad para compartir, para divertirse cantando, riendo, y compartiendo la alegría de vivir», ha señalado el escritor y que quizá, como españoles, estamos perdiendo.