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Daniel García Pitta Pemán

Daniel García Pita Pemán ha visitado la redacción de El Debate, periódico en el que su abuelo escribía hace cien años, animado por el cardenal Herrera Oria

Entrevista a Daniel García-Pita Pemán

«Mi abuelo Pemán simbolizó una derecha conservadora que se convirtió en objetivo a batir de la progresía»

El nieto de Jose María Pemán reivindica en su libro El caso Pemán, la condenación del recuerdo el veto que la Ley de Memoria Histórica ha impuesto sobre el escritor y propagandista gaditano

Los últimos acontecimientos históricos están mostrando un nuevo rostro de veto y ostracismo en la memoria cultural de los españoles. Una de sus víctimas ha sido José María Pemán, defenestrado de las calles de Cádiz, de los planes de estudio y de la historia de nuestra literatura. El cinco veces nominado al Premio Nobel y dos veces elegido presidente de la Real Academia de la Lengua durante la República, se ha convertido en objetivo de una memoria histórica caprichosa y partidista, con acusaciones injustas, mentiras y sectarismo. Así lo denuncia su nieto Daniel García-Pitta Pemán en su libro, recientemente publicado en la editorial Almuzara El caso Pemán, la condenación del recuerdo.

–Daniel, ¿ Qué razones te han motivado para escribir el libro?

–Pues un motivo muy claro. Yo entendí que la Ley de Memoria Histórica de Zapatero y, posteriormente, la Ley Andaluza de Memoria Histórica y Democrática aplicada a mi abuelo era absolutamente injustificada. No solamente porque ya de por sí son normas poco razonables, sino porque las acusaciones que se le hacían eran acusaciones en modo alguno ciertas, y mi abuelo no ha podido defenderse, –que es uno de los graves problemas que tiene la memoria histórica– que la persona a la que se condena no se puede defender. Por eso, me pareció que era mi obligación, habiendo sido el nieto mayor de mi abuelo y habiendo compartido con él 33 años de mi vida. Ese es el motivo único del libro.

A mi abuelo se le ha acusado de la muerte de 400 personas, de misógino y de antisemita

–Daniel, ¿ y cómo ha tratado la memoria histórica a tu abuelo?

–Pues le ha tratado de manera espantosa; porque empezaron en el Ayuntamiento de Jerez siete o diez años después de publicarse la ley. Decidieron quitar su busto en el Teatro Villa Marta y en Cádiz; aunque el alcalde 'Kichi' hizo unas declaraciones al ser preguntado «¿qué va a hacer usted con Pemán?» y dijo: «no, este Pemán es una gloria de las letras gaditanas», como de hecho era. Sin embargo, los políticos tienen muchos condicionamientos –yo lo comprendo–, y decidió aplicarle la Ley de Memoria Histórica a mi abuelo. En Cádiz se ha aplicado con mucha amplitud y con criterios bastante discutibles. Por ejemplo: hay un chalé que perteneció al General Varela que se consideró residuo franquista y que se eliminó. Pero los chalets son chalés. No son ni franquistas ni no franquistas. No tiene ningún sentido. Y a mi abuelo le quitaron la placa de su casa de nacimiento que, además tenía una estrofa de un poema muy conocido a Cádiz: Señorita del mar, novia del aire; o el Teatro de Cádiz dedicado a su nombre y que se eliminó por franquista.

Después los periódicos adujeron una serie de acusaciones imposibles de probar. Por ejemplo, hubo un periódico que dijo que había asesinado a 400 jornaleros andaluces. Bueno, pues eso es imposible de ocultar. Tampoco se ve la más amarga, que es la acusación de misoginia. Mi abuelo ha escrito miles de libros en relación con la mujer y no era misógino en modo alguno. También le acusaron de antisemitismo. Bueno, pues todo eso es lo que yo trato de demostrar en el libro, que es una falsedad. Además, creo que hay un tema importante: que juzgar el pasado desde el presente es muy difícil. El ambiente de hace 60 años era completamente distinto. Se decían cosas que hoy no se dirían, pero eso no significa que uno fuera antisemita. Antes era muy normal decir «ese tío es un judío tacaño», pero era un modo de hablar que no lo convierte a uno en antisemita.

El caso Pemán. la condenación del recuerdo, de Daniel García–Pitta Pemán

El caso Pemán. la condenación del recuerdo, de Daniel García–Pitta Pemán

Se convirtió un poco en símbolo de esa derecha conservadora a la que nunca negó pertenecer. Eso le convirtió en un objetivo a batir

–¿A qué viene tanta inquina?

–Pues yo creo que la inquina viene porque Pemán fue un escritor poco querido por la progresía desde el principio, ya que era un escritor monárquico, conservador y católico de manera, –yo diría– que muy firme. Y entonces la progresía en España en su época era fundamentalmente republicana; no era muy católica o necesariamente muy católica. Al mismo tiempo, Pemán se había convertido en una especie de símbolo, sobre todo desde que estrenó El Divino Impaciente, que fue una obra muy emblemática, que se convirtió un poco en símbolo de esa derecha conservadora a la que nunca negó pertenecer. Eso le convirtió en un objetivo a batir. Desde el primer momento tuvo una polémica muy conocida con Ortega y Gasset, que era el faro del progreso, y desde entonces, como los intelectuales generalmente son progresistas –y eso está muy bien– y él no lo era, pues se ha convertido en el chivo expiatorio.

–Si hay un momento, ¿ cuándo comienza ese ostracismo?

–Pues comienza ya durante el franquismo. Pemán pasa a ser un señor, un literato, que se considera anticuado. Pero durante todo ese tiempo fue cinco veces nominado al Premio Nobel. Bueno, eso por supuesto no se menciona, aunque llama la atención. Pemán fue dos veces presidente de la Real Academia de la Lengua, y no fue elegido con Franco, sino en el Gobierno del Frente Popular, y siendo Alcalá Zamora el presidente de la Academia. Bueno, pues siendo dos veces presidente de la Academia, en la galería de cuadros no figuraba su retrato. Y entonces le dije al secretario que cómo era posible que no hubiera retrato de don José María Pemán, que ha sido dos veces presidente de todos los presidentes; y me dijo que lo regalara la familia...; así que facilité un busto que yo tenía para que hicieran un vaciado y lo pusieran ahí. Lo hicieron. Están todos los retratos y el busto de José María Pemán. Y luego, por ejemplo, cuando la última vez que le nominaron para el Premio Nobel, que fue cuando más posibilidades tuvo, no recibió el más mínimo apoyo.

–Daniel, ¿cómo era tu abuelo? ¿ Qué recuerdos tienes de él?

–Yo he conocido a mi abuelo en una fase de su vida que no es la de su juventud, cuando era una persona enormemente apasionada. Pero cuando yo le conocí, ese ya no era el caso; era una persona moderada, como nos hacemos todos con los años.

Muy buena persona, muy simpático, con un sentido del humor enorme, que se reía de sí mismo; amable con todo el mundo. Mi abuelo era una persona muy graciosa y con una capacidad grandísima de improvisar versos. Por ejemplo, a Lola Flores en un sábado en la feria, improvisó en un momento: «abanico de colores. No hay en el mundo una flor, que el viento mueva mejor que se mueve Lola Flores». O cuando murió, que venía de una corrida de toros en Jerez, escribió en un tarjetón unos versos a Rafael de Paula: «Dios cuide poner entre torero y toro, blandura de almohadones y, al final, aplausos y flores».

Sus libros de poesía durante la República y, posteriormente, tuvieron muchísimos premios y fueron enormemente alabados por la crítica

Mi abuelo improvisaba mucho y eso le ha causado, también, una acusación que a mi me parece injusta: que era un escritor de ripios, pero eso es absolutamente falso. Sus libros de poesía durante la República y posteriormente tuvieron muchísimos premios y fueron enormemente alabados por la crítica de todos los sectores.

Enseguida se dijo que era un poeta fascista. Escribió un poema que se llama La bestia y ángel, que es un poema escrito durante la guerra un poema de guerra. Pero también Dionisio Ridruejo escribió un poema donde habla de arcángeles, de los 100.000 arcángeles comandados por Paulus. Bueno, pues eso no lo hubiera escrito desde luego, cinco años después. Y a nadie se le puede juzgar por lo que escribe en un momento de guerra: ni a él, ni a Machado ni a Miguel Hernández.

–¿ Qué relevancia tiene José María Pemán en el mundo de la cultura?

–Bueno, yo creo que hay pocos escritores que hayan escrito tanto y en todos los géneros literarios como mi abuelo, de hecho, hay una en la que se dice que es un escritor oceánico. Las obras completas de mi abuelo, editadas el año 53 y que luego todavía vivió otros veintitantos años más, tenían casi 10.000 páginas. Son ocho tomos de teatro, poesía, obras religiosas, novelas, ensayos de todo tipo. Yo creo que muy poca gente ha escrito tanto como escribió, por lo tanto su influencia cultural es enorme. Le gustaba todo. Escribía permanentemente. No hacía otra cosa. Se levantaba, desayunaba y escribía hasta la hora de acostarse. No hizo más que escribir en su vida. Y una persona que escribe tanto tiene, o debería tener, un influjo cultural que, de repente se cortó, y dejó de tenerlo.

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