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Portada de «La imagen y su contexto cultural. La iconografía medieval» de Lucía Lahoz

Portada de «La imagen y su contexto cultural. La iconografía medieval» de Lucía LahozSíntesis

'La iconografía medieval': las imágenes, signo y memoria de la Baja Edad Media

¿Cómo se percibían las imágenes en la Edad Media? ¿Qué función y finalidad tenían? La catedrática Lucía Lahoz responde con un extraordinario trabajo de investigación y síntesis

En la actualidad, determinada por la instantaneidad y superficialidad de tantas imágenes, recomendamos un libro que nos invita a pararnos ante las obras de arte para descubrir cómo nos hablan de la época en la que fueron creadas.

La catedrática de la Universidad de Salamanca, Lucía Lahoz, ha realizado un extraordinario trabajo de investigación y síntesis para revelarnos la riqueza de códigos y significados que se esconden tras los planteamientos formales. Para mayor concreción de su discurso, la autora ha delimitado temporalmente su estudio en la Baja Edad Media, periodo abordado en no pocas ocasiones de manera parcial, sobre todo cuando ha sido analizado desde parámetros de otros siglos.

Portada de «La imagen y su contexto cultural. La iconografía medieval» de Lucía Lahoz

síntesis / 321 págs.

La imagen y su contexto cultural. La iconografía medieval

Lucía Lahoz

En estas páginas se pone de manifiesto cómo la riqueza de la historia del arte va mucho más allá de planteamientos cronológicos lineales que concluyen en una sucesión de estilos. Esto se percibe desde la introducción inicial, donde ya se recogen las claves argumentales expuestas en los tres bloques que conforman el volumen bajo los siguientes epígrafes: «Pensar la imagen»; «El discurso hecho imagen y Temáticas imaginadas». A su vez, para desarrollar estas ideas Lahoz propone un repertorio gráfico centrado en el arte español, si bien esto no impide a la autora, a la hora de ejemplificar, rebasar nuestras fronteras, como se aprecia en las citas a las galerías de reyes en las catedrales francesas, al tímpano de Santa Fe de Conques o a las miniaturas del duque de Berry. El libro, además de recoger las imágenes centrales en un anexo final, se acompaña a su vez de un código que nos permite consultar materiales digitales complementarios que, sin duda, enriquecen su lectura del texto.

Desde el principio Lahoz apela a la necesidad de analizar la función de las obras de arte en su origen, ya que, en muchos casos, las encontramos en nuestros días formando parte de museos e instituciones, rompiéndose así el vínculo con su emplazamiento inicial o la integración en un programa unitario. Y es que la finalidad -cultual, propagandística, áulica…- está unida a la selección del tema, sacro o profano, a la disposición de la obra y a los propios materiales. Esto explica que se presenten distintos soportes más allá de la arquitectura, escultura y la pintura mural o sobre tabla, pues los parámetros generales de lectura para las miniaturas o la orfebrería serían, en esencia, los mismos.

Lahoz evidencia que, entre los siglos XIII y XV, las obras de arte pueden convertirse en vías de conocimiento, en la medida que se trasciendan los aspectos formales para abordar las fuentes literarias y gráficas que inspiraron a los autores. Pero el método iconográfico no debe quedarse aquí, como nos recuerda la autora, sino que debe ir más allá de la identificación de un tema o del reconocimiento del escrito que lo inspira, ya que esta sería una visión parcial, al omitir aspectos tan relevantes como los modelos previos que se constituyen en antecedente, o el lugar al que estuvo destinada una imagen, pues en la Edad Media las imágenes se pensaron en unidad con los respectivos espacios. En este punto entran en juego otras perspectivas, como el deseo de los comitentes, el papel de los receptores, el sentido de la contemplación o el valor de las obras de arte para remitirnos al pasado desde una visión global y totalizante, tal como se refleja, por ejemplo, en las esculturas funerarias.

Otra de las fortalezas de este libro es su rigor documental, con una selección bibliográfica que trae ante el lector las grandes investigaciones nacionales e internacionales del campo de estudio. Estas referencias van jalonando la reflexión de Lahoz, aunando el valor simbólico, la intención didáctica y la condición estética de las imágenes en la Baja Edad Media, buscando, como señala la autora, «un marco interpretativo más amplio, que preste atención a las razones de todo orden (social, económico, religioso y artístico)».

En definitiva, es un libro necesario para entender las interacciones entre las formas y sus significados, para introducirnos en una lectura de las obras de arte determinada, como apunta Gombrich, por tres variables: código, texto y contexto. Así, las imágenes ornamentan y, a la vez, instruyen, rememoran y emocionan, tal como nos expone Lucía Lahoz en un planteamiento que, en muchas de sus consideraciones, es extrapolable a otras cronologías.

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