'Hakuna. ¡Viva la vida!': ¿quiénes sois, vosotros que cantáis?
El sacerdote José Pedro Manglano y el periodista José María Sánchez Galera bucean en los primeros diez años del fenómeno católico que ha tumbado barreras en España… y en Spotify
En octubre del año pasado corría por círculos católicos un vídeo que no dejaba indiferente. Bajo la cúpula de San Pedro del Vaticano, frente al impertérrito baldaquino de Bernini, centenares de jóvenes desparramados por la basílica saltaban, aplaudían y cantaban. La escena -chocante e irrespetuosa para unos, vital y espontánea para otros- resultó en la enésima polémica en torno a Hakuna, un fenómeno eclesial nacido hace diez años en un viaje a la JMJ de Río de Janeiro y que -música y desparpajo mediante- ha superado las previsiones de críticos y enamorados.
Hakuna. ¡Viva la vida! trata de explicar qué ha pasado aquí. Estamos ante un libro singular. Primero, porque no proviene de una editorial católica, sino que nace como un encargo de una editorial mainstream -Martínez Roca, un sello de Planeta- cuyas responsables intuyen que hay algo jugoso en la alegría que desprende Hakuna. Segundo, por su formato: una suerte de reportaje a dos manos entre el sacerdote José Pedro Manglano, fundador de Hakuna, y el periodista -y colaborador de El Debate- José María Sánchez Galera, que ejerce de narrador y maestro de ceremonias.
Dado que Sánchez Galera no pertenece a Hakuna, el libro se presenta como la experiencia de un neófito adentrándose por primera vez en esta realidad. Al contrario de lo que suele ocurrir cuando los medios se acercan a estos fenómenos cristianos -en las últimas semanas lo hemos visto con Effetá-, aquí el periodista no se acerca con prejuicios ni sospechas, sino que entra en el juego predispuesto a comprender, sorprenderse y -¿por qué no?- amar.
martínez roca / 226 págs.
Hakuna. ¡Viva la vida!
No obstante, esto no significa que rehúya los temas polémicos, especialmente las críticas desde dentro de la Iglesia. Los primeros párrafos del prólogo ya dan una pista -«muchos externos hablan de que ya era hora de que apareciese algo así o ya es hora de que esto desaparezca cuanto antes»-, y a lo largo de sus páginas se abordan cuestiones como la relación con el Opus Dei, las acusaciones de emotivismo o -claro- los bailes en el Vaticano.
Más allá de esto, Hakuna. ¡Viva la vida! es un camino que parte del corazón de Hakuna -que los autores sitúan en la Hostia, con mayúscula- y recorre las distintas facetas de este movimiento: los voluntariados -compartiriados-, los viajes -escapadas-, las charlas de formación -revolcaderos-, los retiros -God Stops- y, por supuesto, las canciones. «Son el pilar de la evangelización, no son un adorno», incide Manglano.
Noche, Huracán, Forofos… Las canciones de Hakuna Group Music son, tal vez, el elemento más reconocible del fenómeno -varias han llegado a estar entre las más escuchadas de Spotify-, y a ellas se dedica buena parte del libro, indagando en su origen y sentido. «En Hakuna uno vive lo que canta y canta lo que vive», recuerda Galera en varias ocasiones, ligándolo a hallazgos felices como que una de las primeras representaciones pictóricas de Cristo en las catacumbas romanas es la de un pastor que guía con música a sus ovejas.
Hakuna. ¡Viva la vida! es un libro poliédrico y generoso, en el que las voces de Sánchez Galera y Manglano -que interviene con un tipo y color de letra distinto, aunque no queda especialmente claro al inicio- dejan sitio a decenas de pringados -así se conocen los miembros de Hakuna- y a un puñado de autores amigos. El periodista cita con generosidad -Pablo Velasco, Armando Pego, Enrique García-Máiquez-, como buscando cómplices en su periplo al interior de Hakuna.
En un viaje que va de Calcuta a las calles de Aravaca, y que tan pronto para en una aldea perdida en el norte de España como en una adoración en Corea del Sur, Hakuna. ¡Viva la vida! se lee con gusto y una sonrisa. Sánchez Galera afronta el texto en primera persona, con sensibilidad literaria, un punto gonzo -aunque aquí no haya alucinógenos- y gusto por tomar desvíos y meandros: ahora un apunte etimológico, ahora una referencia a La guerra de las galaxias, ahora una cita teológica.
El resultado es un libro rico y fértil. Aborda una realidad de la Iglesia católica que desafía los prejuicios más comunes sobre esta institución -Hakuna, concluye Sánchez Galera, es un movimiento joven, vital y con un punto canalla, pero al mismo tiempo firmemente anclado en el magisterio-, y lo hace con curiosidad, respeto y apertura de miras, buscando siempre dónde brilla la luz y tratando de entender su postura frente a las polémicas. Una aproximación inspiradora, en definitiva, a los primeros diez años de lo que Manglano bautiza como «una revolución desde abajo».