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Portada de «Bohemios que hablaban alemán» de Francisco Sosa Wagner

Portada de «Bohemios que hablaban alemán» de Francisco Sosa WagnerFunambulista

Los bohemios que hablaban alemán

La última novela de Francisco Sosa Wagner recorre los tiempos de gran riqueza intelectual de finales del XIX y primer tercio del siglo XX, desde la belle époque a la laide époque

Permítame estimado lector una premisa de partida, antes de meterme en la harina de este relato. Si la fortuna le da ocasión de leerlo convendrá conmigo que es una novela de culto que da culto a la novela entendida como el creador de su género: desde Cervantes a Unamuno.

Si conoce parte de la intensa y extensa obra de Francisco Sosa Wagner en cualesquiera de sus facetas, quedará fascinado con esta obra. Estamos ante la recreación de la joya más hermosa que usted desearía poner en la muñeca o cuello de su primer amor y sentir el clac del cierre en su corazón.

A medida que transcurre la memoria autobiográfica del personaje y narrador Volker Schulze conoceremos de primera mano a un sin número de grandes artistas e intelectuales; en un periodo clave en la historia europea 1890-1938. («De la Belle époque a la laide époque» con la toma de Austria por Hitler)

Unos muy conocidos como el premio Nobel Thomas Mann ó pintores como Kandisky ó Klimt, George Stephan, Gustav Mahler y su mujer, Mühsam, Rainer María Rilke, Lou Andreas Salomé ó Srefan Zweig. Y otros casi desconocidos para el común como Frank Wedekind y su peripecia con la sopa Maggi; ó la condesa Franciska zu Reventlow su primera maestra en el arte del amor.

En realidad cito éstos para cebar su interés, porque hay decenas de ellos circulando en sus páginas. ¿Cómo con apenas un pequeño número de personajes de ficción puede manejar más de dos centenares de nombres que para la historia europea son fundamentales? Pues eso sólo lo puede hacer un genio como este autor.

Portada de «Bohemios que hablaban alemán» de Francisco Sosa Wagner

FUNAMBULISTA / 306 PÁGS.

Bohemios que hablaban alemán

Francisco Sosa Wagner

Vayamos al asunto. Hay ciudades para que las retrate un autor y un autor para esas ciudades. Es el caso de Múnich y Viena; Francisco Sosa Wagner es ese autor. Y así conoceremos a los famosos citados y las decenas de personajes que les acompañan, degustaremos de forma muy íntima el arte modernista «el jungenstil» y espacios como el barrio bohemio de Schwabing en Múnich ó los parques de Viena como si por suerte aún estuviéramos allí.

Esta es también una increíble novela de amor romántico. La maravillosa relación entre Volker y su amada Angélica. A través de una literatura epistolar que recibe y transcribe Volker desde el recuerdo.

Tendría que comentar tantas frases cargadas de melancolía y de la fina ironía del autor, que rebasaría el discreto espacio de una reseña. Encontrará el lector un retrato histórico fascinante elaborado desde la vida bulliciosa y cercana de esa época: su intrahistoria.

Es también el testimonio del viaje iniciático del joven Volker, todo un Herr Doktor en derecho frisando la veintena. No en vano como buen viajero estudió la famosa guía Baedeker. Descubra el lector porqué. Es muy sabroso, tanto como los paseos de Volker por el Prater de Viena ó por el Volksgarten de Múnich o celebrando el Oktoberfest ó visitando la galería de retratos de la pinacoteca entre los que se encuentra el de Lola Montes, la protagonista de su novela Abdicación por amor del mismo autor que junto a su otra obra: Gracia y desgracia del Sacro Imperio Románico Germánico forman una espléndida trilogía.

Además de la cerveza en la cultura alemana ha tenido un lugar privilegiado las teosofías, la homeopatía y el culto a lo pagano. Si quiere disfrutar de ello lea y guste de las descripciones que el autor nos regala de estos fenómenos, entre los que destaca el círculo cósmico y su símbolo.

Los juristas encontrarán las insólitas peripecias y sinsabores del Hans Kelsen arquitecto de la Constitución Austriaca y su protegido Volker. Y si se pregunta cómo es un bohemio alemán Lo sabrá por boca de un curioso personaje: el periodista belga Moreau cuando responde a la curiosidad de Volker que le incita a diferenciarlo de otros portadores de singularidad como los dandis.

Y después cómo no disfrutar de la «masa madre» del desmadre bohemio: el cabaret, donde se aúna las alocadas tertulias con la pornografía, lo sagrado con lo profano. Quizá por eso los dramaturgos de fama apreciaban tanto a nuestro Calderón creador del Auto sacramental, cuya representación iba precedida de una procesión profana : «la Tarasca»

El gran desastre para Europa de primera gran Guerra, estiércol para el nacimiento del monstruo nazi, se cruza con las decenas personajes intelectuales y artistas y sus posiciones ante los dos acontecimientos. Francisco Sosa Wagner , el germanista nos teje con su maestría habitual un tapiz para contemplarlo con regocijo y melancolía.

Las guerras son siempre producto de una elite desorientada y malintencionada, por eso es importante dar cuenta y razón de publicaciones satíricas y serias que aireaban el «ardor guerrero» como ocurrió en aquellos años. De algunas como Simplicisimus podemos disfrutar hoy de sus caricaturas. Pero siempre es mucho más sabroso que lo hagamos leyendo al autor que nos deleita también con Die Fakel y Jungen o nos invita a leer el Manifiesto 93 que también ayudó a la locura y que entre sus firmantes podemos encontrar a varios Premios Nobel.

Por el lado Anglosajón nos da cumplida noticia de un elemento de cuidado: Houston Stewart Chamberlain, antisionista y teórico del nazismo. Ahora, si ha visto la gran película «lo que queda del día» le sacará todo su jugo.

Este es un libro con arte y de arte. Por eso es impresionante la última carta que transcribe Volker de su amada Angélica. Ahí encontrará el lector el sabor primigenio de una pintora que vive y transmite qué es la pintura.

Y a pesar de la trágica historia de su familia que la conduce a la muerte, vemos en la melancólica postura de su querido Volker a un testigo del inicio de la época más convulsa de la nación alemana. Con un toque final de ternura al aceptar el consejo de su ama de llaves Frau Lenz para que comparta el desastre inminente con un perrito al que llamaban Dunkel.

Disfrute, pues, de la prosa de Francisco Sosa Wagner. En ella encontrará siempre los ecos de nuestra mejor tradición literaria desde Quevedo a Clarín, desde Fernando de Rojas a Galdós.

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