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Notas a Apocalypse Now. Crónica de un rodaje maldito

La esposa de Francis Ford Coppola lo acompañó en el rodaje de Apocalypse Now y dejó para la posteridad una crónica que se ha convertido en un documento imprescindible para comprender esta monumental obra hito del séptimo arte

Cuando Francis Ford Coppola presentó su película Apocalypse Now (1979) al festival de Cannes declaró: «No es una película sobre la guerra de Vietnam: es Vietnam».

Esa frase resume muy bien el infierno en que se convirtió el rodaje de la considerada mejor película bélica de todos los tiempos, un rodaje que debía durar unos pocos meses, pero que se alargó años.

La esposa de Coppola, Eleanor Coppola, participó en la producción, sacó fotografías, grabó el rodaje y tomó notas en un diario.

Con todo aquel material, posteriormente se editó el documental Corazones de tinieblas: El rodaje de Apocalypse Now, mientras que con el diario escrito se elaboró el libro Notas a Apocalypse Now. Crónica de un rodaje maldito, libro que llega ahora en español de la mano de Barlin Libros.

Cubierta del libro

Barlin Libros. 256 páginas

Notas a Apocalypse Now

Eleanor Coppola

El libro comienza con el traslado de toda la familia Coppola a Filipinas –donde se rodó el film debido a la imposibilidad de hacerlo en Vietnam–, incluidos los tres hijos pequeños, Roman, Gio (que también aparecen como extras) y la pequeña Sofía, que con los años se convertiría en la oscarizada cineasta directora de Lost in Translation, las Vírgenes Suicidas o María Antonieta; y termina con la pesadilla en que se convirtió el montaje.

Montaje que, de hecho, nunca se llegó a cerrar del todo, como muestra la recomposición del film en 2001 con el título de Apocalypse Now Redux y en 2020 con el título de Apocalypse Now Final Cut.

Notas a Apocalypse Now es una crónica muy personal, incluso íntima, de lo que Eleanor Coppola vivió durante el rodaje de la película. Sus dificultades para criar a sus hijos pequeños en un país ajeno durante años en un permanente estado de provisionalidad, su desesperación, soledad y angustia mientras contempla cómo su marido se obsesiona hasta perder la cabeza durante el rodaje y abandona por completo a su familia.

Apocalypse Now llegó a poner en serio peligro al matrimonio de los Coppola, que en un momento dado acordaron divorciarse, aunque nunca llegaron a hacerlo.

Las notas muestran cómo Eleanor, al igual que su marido Francis y todos los integrantes de la producción y los actores, en particular su protagonista, Martin Sheen, viven ese viaje al corazón de las tinieblas que es, en definitiva, el viaje que sigue Willard a lo largo del río Nung, en la película, hasta llegar al coronel Kurtz, al que debe eliminar.

Es, en definitiva, el viaje de Marlow por el río Congo en la novela El Corazón de las Tinieblas, de Joseph Conrad, en la que se basa el guion de Apocalypse Now. «Era como si estuviéramos en una guerra de verdad», dice la autora de los diarios.

Eleanor describe con cuidado detallismo todos los pormenores del rodaje: los traslados en helicópteros a los inaccesibles sets de rodaje, la espectacularidad de la construcción de los templos, las explosiones de napalm, la preparación de los actores, pero también todo lo que hay detrás del rodaje y que no sale en la pantalla: las locas fiestas en casa de los Coppola en Manila con los miembros de la producción, las discusiones y un sinfín de problemas.

Eleanor deja constancia del caos en que se convirtió la producción y rodaje de Apocalypse Now. Los helicópteros Huey del Ejército filipino abandonaban constantemente la producción en mitad de la toma del asalto a la aldea norvietnamita porque el alto mando filipino los reclamaba para combatir a la guerrilla islamista con la que estaban en guerra en Mindanao.

A Martin Sheen le dio un infarto y tuvo que abandonar el rodaje durante varios meses. Un tifón destruyó el set de rodaje, aunque también permitió a Coppola incluir una de las escenas más memorables de la película. La gran estrella de la película, Marlon Brando, se presentó con un sobrepeso imposible, la cabeza rapada y sin haberse estudiado sus diálogos.

Francis Ford Coppola, desesperado, al borde de la locura, se encerraba durante horas, a veces durante jornadas completas, en su despacho, donde bebía y fumaba marihuana a la espera de una inspiración para un guion que escribía y reescribía sobre la marcha una y otra vez, provocando retrasos en el calendario de rodaje que costaban decenas de miles de dólares (de su bolsillo, por otro lado) por día perdido.

Un Francis Ford Coppola que, en palabras de su mujer Eleanor, solía presentarse en el set de rodaje «abatido» y «atormentado». Eleanor llega a afirmar que Francis «se había convertido en Kurtz por un tiempo».

En los diarios se describe la complejidad del rodaje de los helicópteros Huey a la aldea norvietnamita, el demencial rodaje de la demencial escena de la voladura del puente de Do Long –una experiencia psicotrópica y onírica perfectamente plasmada en el celuloide– o toda la escena del campamento de Kurtz, donde un Marlon Brando soberbio se erige como una auténtico ídolo nietzscheano que rezuma nihilismo en una secuencia en la que se ofrece la que quizás sea la mejor aproximación al Kurtz conradiano.

Estos diarios, asimismo, se detienen a conciencia en el mito de Apocalypse Now y explican cómo una película terminó mimetizándose con un conflicto bélico (la guerra de Vietnam) hasta crear toda una iconografía que los ciudadanos han convertido en referente de la guerra real.

Después del estreno del film, cuando se habla de la guerra de Vietnam es inevitable pensar en helicópteros Huey entrando en combate con los acordes de la Cabalgata de las Valkirias de Wagner.

O se viene de forma inmediata a la mente las enormes explosiones de napalm en la selva mientras resuena la voz de Jim Morrison anunciando «el fin».

Tampoco se puede evitar recordar al arrogante coronel Bill Kilgore con su sombrero del Séptimo de Caballería, bramando que «Charlie no surfea» o comentando lo mucho que le gusta el olor a napalm por la mañana porque «huele a victoria».

Notas a Apocalypse Now es una obra imprescindible para los cinéfilos y, de forma especial, para aquellos para los que la película de Coppola se ha convertido en una obsesión, con un diseño de cubierta espectacular.

Sin embargo, la nota de esta crítica bajará varios puntos debido a las numerosas erratas que contiene la edición, una imperdonable en el lomo del libro, donde figura mal escrito el nombre de la película.

Sería deseable una revisión en profundidad del texto para futuras reediciones para poder llevar al público una obra sin duda tan fascinante como la película de Francis Ford Coppola o el libro de Joseph Conrad.

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