Trincheras, barro y muerte: el trauma bélico que encendió en Tolkien la llama de El Señor de los Anillos
J.R.R Tolkien explicó en una entrevista de 1968 a la BBC cómo nació El Señor de los Anillos del trauma de las trincheras de la Primera Guerra Mundial
No es ningún misterio que El Señor de los Anillos es una alegoría del cristianismo mediante la que el católico John Ronald Reuel (J.R.R.) Tolkien expone la lucha del bien contra el mal y el mensaje cristiano de redención.
Sin embargo, el autor británico, nacido en 1892 en la actual Sudáfrica, experimentó su epifanía, la chispa que encendió la mecha que le llevaría a construir la epopeya fantástica más grande jamás escrita en las trincheras del Frente Occidental de la Primera Guerra Mundial.
La muerte, el sinsentido de la guerra, la inmundicia de la sangre mezclada con el barro durante la batalla del Somme en 1916 causó un hondo trauma en Tolkien.
El segundo teniente de Fusileros de Lancashire y futuro catedrático de la Universidad de Oxford sobrevivió a la guerra gracias a la enfermedad que contrajo en las trincheras, que lo dejó inservible para el combate. Casi todos sus camaradas en Somme murieron.
En una entrevista concedida a la BBC en 1968, y recientemente rescatada por la televisión británica, Tolkien reconoce que las terribles escenas de los campos de batalla descritos en El Señor de los Anillos –la Batalla del Abismo de Helm, o de Minas Tirith son los dos ejemplos más palmarios– son una descripción prácticamente literal de las batallas de la Primera Guerra Mundial en Francia y Bélgica.
«Todos los hombres deben morir: pero para cada uno su muerte es un accidente y, aunque lo sepa y lo consienta, una violación injustificable». «Esas son las claves de El Señor de los Anillos». Son palabras amargas, fruto del inmenso dolor que en 1968 Tolkien todavía experimentaba por la matanza generalizada de la contienda mundial.
En El Señor de los Anillos y su germen, El Hobbit, todo redirige hacia la mirada de Tolkien hacia la vida y sus experiencias personales.
Si el misticismo, valores espirituales y moral que impregna toda la novela es fruto de la profunda espiritualidad cristiana de su autor, los paisajes, lugares descritos, situaciones en que se encuentran los personajes son fruto de la biografía de Tolkien.
Si la Comarca natal de Bilbo y Frodo son la campiña de la Birmingham, donde se trasladó su familia cuando Ronald contaba con solo tres años, los paisajes industriales de la ciudad inspiraron el paisaje de terror de Mordor.
Pero es en los campos de batalla de Francia y Bélgica donde Tolkien arranca la esencia de El Señor de los Anillos. La camaradería entre los miembros de la Comunidad del Anillo, y en particular entre los Hobbits, es, además de un trasunto de la fraternidad cristiana, un reflejo de la camaradería entre los «hermanos de armas» británicos en las trincheras de Europa.
El miedo, la muerte, la oscuridad, el barro…, el apocalipsis que fue la Primera Guerra Mundial quedó perfectamente reflejado en la lucha de las fuerzas del bien contra Sauron, el Señor Oscuro, y sus huestes de orcos.
Sauron, de hecho, es la encarnación del miedo y la muerte, la sombra de la destrucción que la guerra sembró a lo largo y ancho de Europa y que, del mismo modo que el mal sembrado desde Mordor hundió la Tierra Media tolkiana en la oscuridad, hundió la civilizada Europa en la barbarie y el horror.