La dura historia sobre la DANA que publicará Cristina Durán, Premio Nacional de Cómic en 2019
Aunque reconoce que lo que menos le apetece es coger un lápiz y un papel, asegura que la respuesta humana, y la ayuda desinteresada merece tener una historia ilustrada
La ilustradora que ganó el Premio Nacional de Cómic en 2019, Cristina Durán, y su marido, el guionista y dibujante, Miguel Ángel Giner, han sufrido, como tantas otras personas los estragos de la DANA.
A pesar de la dura situación que vive su pueblo, Benetùsser, han decidido contar su historia acerca de lo ocurrido en honor a toda la gente que está ayudando voluntariamente a cambiar el estado actual de las zonas afectadas.
Allí instalaron en 1993 su taller, La Grúa Estudio, que comparten con Musilla Estudio y el diseñador de interiores Fernando Ortuño, y contigua al estudio, su casa familiar, todo completamente anegado el pasado 29 de octubre.
Aunque Cristina reconoce que lo que menos le apetece en estos momentos es coger un lápiz y un papel, asegura que la respuesta humana, la solidaridad que están recibiendo y la ayuda desinteresada merece tener una historia ilustrada.
Asegura que ha recibido dinero en bizums de gente que no conocía de nada, hasta del extranjero. Desde los ríos de gente hasta los que desconocidos que llaman a su puerta para preguntarles si les falta algo. Todos ellos formarán parte de la historia que ya imagina.
Compañeros de profesión, como Paco Roca, María Herreros o Paula Bonet, por citar solo algunos nombres, les han ofrecido su ayuda. Algunos han puesto a la venta originales de su obra para recaudar dinero.
El origen de la tragedia
La tarde del martes 29, por suerte, toda su familia estaba en casa. A su hija pequeña le habían cancelado las clases el lunes en la universidad. La mayor, de 21 años, con parálisis cerebral, estaba en el centro de día de Torrent.
El Ayuntamiento de Benetùsser avisó durante el mediodía que cerraba colegios, comercios, y todo aquel establecimiento que pudiera no estar a salvo por si el temporal fuese más grave, y desgraciadamente, lo fue.
Sobre las siete, Fran, uno de los compañeros del estudio, llamó a su puerta. Venía del supermercado. Allí se había ido la luz, las comunicaciones se habían cortado y la gente empezó a gritar que el agua venía por la calle.
Fran se dirigió al estudio para alertarles. Recogieron los ordenadores, y Cristina, en su casa, cogió lo imprescindible y más valioso en ese momento: la medicación y los pañales de su hija, algo de comida y las carpetas con los papeles importantes para subirlos al segundo piso.
A las ocho de la tarde el agua empezó a entrar por las puertas. Los edredones y toallas que se apresuraron en colocar en las rendijas no servían de nada. Llegó un momento que el agua empezó a subir por el sumidero de la ducha y fueron todos escaleras arriba, al segundo piso.
Al día siguiente llegó el impacto. «Nuestra biblioteca de libros, nuestro trabajo, la colección de cómics de Miguel Ángel, que conservaba de su infancia, nuestra vida estaba flotando en el comedor».
Se entristecen por perderlo todo pero agradecen estar vivos ante lo ocurrido durante aquella tarde del 29 de octubre. «Estamos devastados pero vivos. Nosotros, al fin y al cabo, con una mano, un lápiz y un ordenador nos podemos apañar".