Soledad: «Triunfé con el folclore argentino en los 90, pero quería hacer un camino más propio, interpretarlo»
Después de 20 años llenando estadios con su música de raíz, la cantante argentina conocida como La Sole regresa al folclore patrio en su último disco, Natural
Es una energía creativa, creadora. Es difícil concebir cómo llega una persona a componer 19 discos y seguir triunfando 20 años después. La respuesta es sencilla: empezando muy joven. Cuando todavía era una niña, Soledad Pastorutti (Arequito, Argentina, 1980) empezó a cantar las canciones de su tradición, del folclore argentino. «Empecé a cantar jugando en mi casa, y de repente tenía que cumplir un contrato», revela quien es toda una estrella en Iberoamérica.
Con más de dos décadas de trayectoria, Soledad, la voz argentina que ha marcado a varias generaciones, acaba de presentar su nuevo álbum, Natural. En este trabajo, su disco número diecinueve, regresa a la música de raíz latinoamericana, pero con una vuelta de tuerca, fruto de su asociación musical con Nico Cotton, de forma que este disco se convierte en una delicada fusión entre la música de raíz tradicional y los estilos de producción de los géneros musicales más actuales.
Para deleite de los sentidos, en este menú hay clásicos de la canción popular latinoamericana, como La del olvido, La llamadora (junto a Raly Barrionuevo) y Bañado norte, y temas inéditos como Los paisajes, De solo pensar en ti y Copla de amor, entre otros. El Debate habla con ella sobre su trayectoria, la importancia del folclore y su mezcla (y su lugar) en la música actual.
–¿Cómo llega uno a lanzar una veintena de discos?
–Para ser sincera, no los compuse todos... Al principio cogía canciones clásicas y, entre comillas, «revolucionarias», porque yo empecé en esto con 15 años. Por entonces, con esa edad eras muy pequeña, ¡y encima mujer! Pero tenía mucha energía y me metí en el folclore argentino. Siempre hago un gesto que robé del público: el poncho, el rebozo, lo agarraba y lo revoleaba, como una arenga al público para que se pusiera en pie. ¡Y generé una revolución! Mi primer disco se grabó en ocho horas en un estudio que era un baño, con su inodoro, y vendí un millón de copias. Empecé a sonar en las FM, y de la noche a la mañana me volví famosa. Éramos una familia de clase baja –mi papá mecánico, mi mamá ama de casa– y nos llegó todo de repente.
–¿Hay vergüenza en Argentina del folclore de los noventa? ¿Crees que habría que reivindicarlo más?
–Totalmente, porque además tiene que ver también con todo lo que ocurrió social y culturalmente en una época oscura para Argentina. Como muchos países de Latinoamérica, mirábamos demasiado hacia afuera y poco hacia adentro. Nosotros reaccionamos reivindicando lo propio, y yo tuve la suerte de aparecer en ese momento. Quizá ahora se valora más, pero antes, si vendías muchos discos eras comercial, y te despreciaban. Hoy ya no es así, aunque continúa habiendo prejuicios en la música. El folclore fue un movimiento muy fuerte, que llenaba estadios, y debería reconocerse su valor.
El folclore fue un movimiento muy fuerte, que llenaba estadios, y debería reconocerse su valor
–Dices que empezaste a trabajar en estas canciones sin saber que acabaría siendo un disco. Pero también hay mucha vuelta al folclore y a las raíces latinoamericanas en Natural.
–No «vuelvo» al folclore porque nunca me fui. Es verdad que mis primeros tres discos fueron muy folclóricos, y me aburrí: necesitaba hacer algo nuevo, distinto. Yo creo que el arte es infinitamente libre, y esa oportunidad que nos brinda hay que aprovecharla. Triunfé con el folclore argentino en los 90, pero quería hacer un camino más propio, interpretarlo, renovarlo, no sólo versionar canciones clásicas. Esa ha sido mi búsqueda, aunque a veces lo he hecho mejor que otras, pero era una época en la que si hacías una música no podías hacer otra, no había mezcla posible, se consideraba una traición. Yo rompí con todo eso. Yo cantaba la música de todo mi país a mi manera, y recibí muchísimas críticas.
–¿Ves un paralelismo con lo que ocurre en España, con las críticas a quienes «no respetan» la pureza del flamenco, como Rosalía?
–Cuando sale algo tan fuerte siempre genera resistencia. Yo creo que todo tiene que coexistir. Hay crítica constructiva, pero hay que respetar todos los estilos. En el arte folclórico argentino hay algo muy propio, que es la la milonga, con el típico gaucho con su guitarra cantando sus verdades y rimando todo el tiempo. ¡Eso es el freestyle del folclore! En este disco he compuesto una canción con Claudia Brand y Loli Molina: las dos son argentinas, una estaba viviendo en México, la otra en Los Ángeles; una hace pop, la otra hace fusión. Pues cogimos las notas de Hotel California y las mezclamos con el ritmo de la milonga, que tiene como una división especial, y así nació Los paisajes. Habrá a quien no le guste, pero está producido por Nico Cotton, experto en folclore, que respeta mucho la música que yo hago, como mis músicos. El respeto es la clave.
–¿En qué se aprecia esa «vuelta de rosca» a nivel sonido?
–Las cuerdas son más elegantes, les hemos quitado la rusticidad del folclore, aunque sigue siendo purista. Ya no siento que esto sea una búsqueda, sino la llegada a una estética musical que yo estaba necesitando, porque durante muchos años fui por un montón de lugares y por fin he llegado al mío. Pero tengo claro que no todo es blanco o negro, puristas o no puristas: todo tiene que coexistir. El sol sale para todos y lo que hace Rosalía es genial.
No todo es blanco o negro, purista o no purista: todo tiene que coexistir. Lo que hace Rosalía me parece genial
–En las críticas al disco decían unos que querían que volvieras al folclore, y otros que seguro que te iban a llover las críticas por volver.
–En el disco hay boleros y composiciones actuales mezcladas con composiciones clásicas. Hay una zamba, por ejemplo, que tuvimos que rescatar de YouTube, de un sonido en vivo de los años 50. La gente habla demasiado y no entiende que si me voy del folclore, puedo volver cuando quiera, y probablemente con más fuerza: hay una canción que hicimos con Niña Pastori que se llama Raíz, donde yo digo «Sí, una vez me fui, fue para extrañarte». Soy folclorista, pero no soy cerrada. Durante muchos años competía conmigo misma porque de hecho no había otra mujer en mi género tan fuerte como yo. ¡Estaba sola!
–A la vez, dices que has encontrado una estética en la música, una sonoridad que ya te va a acompañar para siempre.
–La identidad es fundamental para un artista. A veces está dada por el tipo de música, a veces por el acompañamiento, por cómo te vistes, por tu discurso... Pero es genial que la gente te identifique. A mí en Argentina eso me ha pasado desde los comienzos, porque también tengo la bendición de que mi voz es reconocible. La gente sabe que yo soy «La Sole», y eso es un regalo.
–¿Es difícil aunar la trayectoria y la innovación?
–Creo que algo está pasando. La música para el aquí y el ahora y la música que quedará para siempre; esta distinción siempre ha existido. Cuando uno es adolescente y es atravesado por un artista, no lo suelta más, porque es parte de la historia propia. Por eso hacer música, desafiar lo que existe, incluso equivocarse, tiene mucho valor. Yo me he equivocado mucho, y he aprendido mucho.
–¿Cómo se traduce esa identidad propia en directo?
–Este es un disco que requiere que la cantante esté muy, muy enfocada, y hay mucho más de lo que uno ve. Yo tengo mucho diálogo con el público, hablo mucho y soy muy anfitriona. Me crie en los festivales y me he acostumbrado a ser versátil y amoldarme a situaciones, como cantar de madrugada, o con mucho calor... Tengo un manejo del escenario desde los 15 años, que lo que mejor sé hacer. Me gusta leer al público en vivo y en directo, e incluso a veces cambio el repertorio sobre la marcha. Es un gran desafío.
–En Copla de amor hay tambores que recuerdan a una procesión; en Los paisajes hay maracas y mucha percusión. ¿Cómo mezclas esa tradición con la reivindicación social, de la que están llenas tus canciones?
–Es sentido común. Yo creo que el folclore es la música que intenta representar a la gente , algo cada vez más difícil, porque hay mucha diversidad. Es difícil representar a la gran mayoría, pero creo que hay un sentido común que está basado en el amor, en el respeto al prójimo y a las decisiones de cada uno. Por eso mismo creo que hay cosas que no tienen que cambiar, como los valores (yo conservo los míos), aunque el mundo cambie. Pero cada vez es más difícil crear canciones universales. Hay un artista muy importante en Argentina, por lo menos lo fue para mí, que es Horacio Guarany, letrista de folclore muy reconocido en los 60 pero también muy metido en política, que ha sido juzgado con mucha severidad. Yo como artista no hablo de política, porque soy una artista popular, de la gente, pero eso no me impide precisamente estar concienciada con la situación de la gente.
–En el disco incluyes una zamba cuyana, La llamadora; un chamamé, Bañanado norte; una chacarera, La del olvido... Términos desconocidos para muchos. ¿Se hace difícil llevar esa música fuera de tu país?
–Es que la música folclórica nuestra nace de una fusión de lo que había antes y de la llegada de los españoles (y después de todos los inmigrantes). De hecho yo soy descendiente de italianos: mis abuelos eran italianos y yo tengo una mezcla muy curiosa, que al principio me resultaba negativa, pero ahora he abrazado. En Argentina me llamaban «la gringa», y todavía a veces me dicen: «¿Cómo una gringa va a estar cantando folclore?». Pero es tan mío como del resto de argentinos.
–¿Como si a ti no te perteneciera por el hecho de ser descendiente de italianos?
–Exacto. Pero así empezó mi carrera. Me encanta el folclore, y que crezca y se exporte; recorro mi país y descubro lo que ocurre con el chamamé y el barrido doble en la zona del litoral, donde casi le rezan a la música, la gente llora emocionada por esas historias de amor... Hay mucho desarraigo: muchos abandonan su lugar original para poder vivir una vida mejor. Hay una canción en el disco anterior que se llama La abuela Emilia, que una autora argentina le hizo a su abuela, que se fue a vivir a Buenos Aires. Esa es la historia de mi pueblo, de mi gente, y eso es lo que reflejan mis discos y mis canciones.
A veces me dicen: '¿Cómo una gringa va a estar cantando folclore?'. Pero es tan mío como del resto de argentinos
–En Hispano haces un homenaje a nuestro país. ¿Cómo percibes tú la fraternidad con Iberoamérica?
–Si revisamos la historia, aunque hay muchos temas difíciles –y yo respeto todo, sobre todo el dolor–, creo que es necesario en estos tiempos evitar la confrontación, hablar de lo que nos une, de lo lindo que nos pasa. Al fin y al cabo somos seres humanos. Todos buscamos la supervivencia en este mundo y creo que es muy necesario darle publicidad a las cosas buenas.
Creo que esta globalización de la música es muy buena, pero en algún momento tienen que surgir movimientos más regionales
–Y la música une mucho. Sólo hay que ver el momento que atraviesa la música en español...
–¡Es un cambio cultural! Antes lo latino se consideraba de segunda, pero ha cambiado el paradigma. Y a mí en concreto esta tendencia me da más posibilidades que la anterior. Creo que la globalización de la música es muy buena, pero en algún momento tienen que surgir movimientos más regionales, porque si no todo va a acabar sonando igual. Siento que nos va a dar la oportunidad a los que hacemos música más de raíz a aparecer, a aportar un momento de respiro. Cuando alguien está orgulloso del lugar donde nació, de la gente que lo rodea, de la comida que consume... eso tiene más valor, que cuando aprecia más lo de fuera.