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Se nos fue Duckadam, el portero que paró cuatro penaltis. El único

Coincidí con el portero en una final del Madrid, no recuerdo si la Octava o la Novena. Quizá la Décima. Sí que jugaba Casillas y me comentó que le parecía buenísimo aunque dudaba si un día pararía cuatro penaltis en una tanda

Actualizada 20:35

La portería está de luto: se nos ha ido Helmuth Duckadam, lo que se dice un histórico. El único portero que ha parado cuatro penaltis en una tanda final de la Copa de Europa. Aquel Barça-Steaua del 86. Los paró, ¿eh? Ninguno fue al palo o fuera. Dos se los quedó y dos los despejó. Lo nunca visto.

Alexanco, Pedraza, Pichi Alonso y Marcos El Pichón fueron sus víctimas. La cosa acabó 2-0 para el equipo de Duckadam… que falló dos. Los paró el gran Javier Urruti, portero azulgrana, los primeros. Detuvo el vasco la mitad de los que le tiraron. Pero nada.

Ambos compartieron experiencia y pancarta. Tras una Liga ganada por el Barça en Valladolid se hizo famoso el grito de ¡Urruti, t’estimo! del periodista Joaquim María Puyal. Muchas pancartas se hicieron con aquello. En el viejo Sarriá, tras la final perdida por el Barça, apareció ¡Duckadam, t’éstimo! confeccionada por la afición españolista. A la junta del Barça del momento le sentó fatal. Piensen que el mismísimo presidente Núñez era socio del Espanyol. Otros tiempos, lógico enfado.

Así, en una tanda de ocho se fallaron seis. Anotaron Lacatus y Balint, que pasaron después por Oviedo y Burgos. 1986. Iba a ser la Primera del Barça. La final de Sevilla. En la grada, cincuenta mil barcelonistas contra un puñado de rumanos.

Todo fue sorprendente. El equipo de Duckadam se metió en la final protagonizando una de las grandes, y sostenidas, sorpresas de la competición. Quienes se acercaron a verle jugar cuando las semifinales, recuerdo a mi colega Alberto Sanchís en El Mundo Deportivo, alertaron de su peligro. Rumanos y buenos, resumió en sus reportajes.

Peligro tenía en todo: sus directivos esperaron en balde la visita de un emisario del Barça, un Koldo o cosa parecida con una oferta para comprarles el partido. Hubo guardia de dirigentes en su hotel sevillano esperando la maleta. La visita del Barça no se produjo. Más de un directivo de la época confesó que aparcaron la idea convencidos de que ganaban seguro. La pela siempre fue la pela…

Durante el partido, un 0-0 inacabable, al entrenador Venables se le ocurrió cambiar a Schuster que se enfadó muchísimo. Tanto que se duchó y se fue al hotel. Un taxista sevillano llamó a una emisora de radio contando que había llevado al alemán hasta la residencia del equipo: no le hicieron caso. Bernd era el lanzador de penaltis más acreditado en aquel Barcelona. Se fue.

Que el Steaua no era una mona lo comprobamos tres años después cuando volvieron a la final, su segunda en cuatro temporadas, disputada casualmente en el Camp Nou. El Milán de Sacchi, alertado, no le dio tregua y le derrotó por 4-0.

Poco después Duckadam cayó enfermo, oficialmente una trombosis en su brazo derecho. Desmintió que la Securitate, la temible policía del país, le hubiera agredido por negarse a regalar un Mercedes al hijo del dictador, Nicu Ceausescu. Un regalo se dijo de Ramón Mendoza, presidente del Real Madrid, como premio a su machada.

Helmuth lo negó y don Ramón se limitaba a carcajearse si le preguntabas al respecto. El portero manifestó que su única prima fueron 200 dólares y un coche Dacia, no Mercedes, por parte de su club que presidía otro Ceausescu, Valentín, hermano de Nicolae, el presidente del país.

Coincidí con el portero en una final del Madrid, no recuerdo si la Octava o la Novena. Quizá la Décima. Sí que jugaba Casillas y me comentó que le parecía buenísimo aunque dudaba si un día pararía cuatro penaltis en una tanda. Ni él ni nadie de momento.

«¿Mi secreto? Practicar mucho, tratar de aguantar la carrera del rival… y esperar que se equivoque». Duckadam sabía, quién mejor que él, que un penalti bien tirado es gol. «Con uno o con cuatro porteros bajo palos», bromeaba.

Helmuth Duckadam nos ha dejado este 2 de diciembre en el Hospital Militar de Bucarest por complicaciones tras una operación en su corazón. Ya está junto a Urruti, ¡qué conversación será esa! Descansen en paz.

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