Fue a las 19:13 del Día Internacional del Hombre, Rafa o sea
Un mazazo, sí. Para meterse en la cama y levantarse después de Reyes. Pues es eso, se fue Melchor, Gaspar y Baltasar en una sola pieza
No espero a que termine la eliminatoria para escribir estas líneas. No, no digo qué más da. Me encantaría ganarla. Y el trofeo. Por Rafa, claro. No puedo esperar pues lo primero es lo primero. Y lo único. A esa hora de ese día, El Más Grande perdió y seguramente dijo adiós.
Escribo sin tener la certeza. La cosa pinta que hasta aquí. 19N: Día Internacional del Hombre. Pues oigan, sí iba a pasar es el día adecuado. Rafa es nuestro hombre. El hombre de España. A su lado, todos hombrecillos. Gracias, chato. Hoy y siempre. ¡Qué solos nos vamos quedando!
Perdió. Como dicen en el tenis, 'el otro' jugó mejor. Podía pasar y todos, empezando por el propio Rafa, asumimos el riesgo. Se ganó jugar porque el corazón se lo pidió, no vengan con cosas raras. Lejos de su mejor versión, por supuesto. Lo sabrá él... Merecía irse jugando y todos a su lado, desde la gente de Málaga al último rincón de España. No podía despedirse emboscado en un doble, no digo en el banquillo.
Luchó contra todos los dolores del mundo para estar y estuvo. En su talante de gladiador no estaba borrarse y seguro fue el primero en dudar, en plantearse si lo que tiene hoy le iba a dar para ganar a un rival bueno, joven, entero en lo físico y lo mental. Creyó y vino. Un holandés de apellido indescifrable. Puestos, yo hubiera preferido que el rival fuera Djokovic, el diablo Sinner. Los rivales no es escogen. Rafa no pudo. ¿Y qué?
Dejó un último baile. Un set abajo y 4-1 en contra fue capaz de llevar el partido al 5-4 y el ¡sí se puede! a todo trapo. Levante la mano quien no pensó ni siquiera un poquito que sí se podía. La raza, el coraje no fueron suficiente. Se impuso la lógica: la cabeza está, las piernas y los brazos, no. La vida, dejó dicho Rafa el otro día, no es una película. Pero qué bonita ha sido la suya y la de todos nosotros.
Un mazazo, sí. Para meterse en la cama y levantarse después de Reyes. Pues es eso, se fue Melchor, Gaspar y Baltasar en una sola pieza. Fue un martes de lloros. Empezó Rafa con el himno. Luego, los nuestros tras darnos hasta la última gota de su tenis, de su vida. Volvió a llorar el ídolo. Las manos arriba, había quedado atrás el último puñetazo al aire. Gracias eternas. Jamás habrá una cosa igual.