Rafael Nadal es el mejor deportista de la historia
Nadie como el tenista mallorquín ha mostrado la belleza de un hombre sobre una cancha deportiva explorando los más profundos límites de su cuerpo y de su alma
El 22º título de Grand Slam de Rafael Nadal abre una brecha respecto a sus acompañantes en el llamado Big Three. ¿Tiene el grupo de los tres mejores tenistas de la historia una escisión? Puede que tenga incluso dos. Roger Federer tiene los mismos títulos 'Grandes' que Novak Djokovic, 20, pero le supera ya con creces en los Masters 1000: 38 a 28.
El serbio, el máximo ganador de esta categoría de torneos, también supera a Nadal por una cifra mucho más ajustada: 38 a 36. Más pequeño aún es el margen en sus enfrentamientos: 30 para Novak y 29 para Rafael. El de Mallorca supera en títulos totales (92) al de Belgrado (87), unos números que supera el de Basilea aún con autoridad (103), con cinco y seis años más de edad, respectivamente.
Los tejados de Wimbledon
¿Son los números los que definen a los mejores, son las sensaciones o ambas? Hay precisamente una sensación de que Rafael Nadal, el último héroe moderno, es la sensación hecha hombre, tenista, deportista. Este 2022 está siendo la apoteosis de su propia épica.
Un público acostumbrado a verle realizar gestas para el recuerdo está contemplando este año que esa perfección de la memoria puede superarla este luchador invencible. Nadie podía imaginar a Rafael Nadal caminando sobre los tejados de Wimbledon en el anochecer de Londres para ir a saludar a los Reyes tras vencer al fin, tras dos finales consecutivas perdidas, a Roger Federer en, para muchos, el mejor partido de siempre.
La epopeya del tenis de Rafael Nadal, que ha ganado cojo y sin entrenar los dos Grand Slams del año
Pero hasta eso, lo que sería la culminación de una carrera deportiva, incluso de una vida, ha quedado atrás. Todo el mundo habla de Nadal, de la epopeya del tenis de Rafael Nadal, que ha ganado cojo y sin entrenar los dos Grand Slams del año. Solo con el arma a punto de su cabeza ha conseguido derrotar a todos, incluido, otra vez, al mejor Djokovic, su gran rival.
Por eso todo lleva a trascender los límites de una pista de tenis. Nadie, ningún deportista, ha hecho lo que Rafael Nadal en la cancha más allá de los números, casi una vulgar bagatela para la belleza de un hombre explorando los más profundos límites de su cuerpo y de su alma y logrando sacarlos para que todos lo veamos.
Y da la impresión de que en esa excavación sobrehumana aún queda mucho por descubrir una vez comenzado el principio del conocimiento. En Lo que hay que tener, Tom Wolfe describía las sensaciones y las visiones del piloto Chuck Yeager al superar la barrera del sonido hacia los cielos e incluso alcanzar el limbo de la estratosfera antes de regresar a la atmósfera.
El viaje de Nadal
Es el mismo viaje de Nadal, la misma ansia de seguir buscando, en vez de lo que hay fuera, lo que hay dentro. Nadal es un astronauta de su propio yo que expande la admiración por el mundo como un moderno conquistador de la propia sustancia, ese Dorado de la sociedad moderna que dibuja con la sencillez de una raqueta y una pelota amarilla por el mundo.
Nadal es el mejor deportista de la historia porque nunca otro escarbó con sus propias manos su propio ser para que además lo sintiera, mucho más que para que lo viera, toda la gente en el mundo.