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José Manuel Cansino

Escrivá, la credibilidad del Banco de España y las cifras de morosidad

Las mejoras en productividad pasan por continuos requerimientos de inversión y estos han de ser financiados con fondos propios o con préstamos y créditos. Los datos del Banco de España no apuntan en esa dirección. Es para preocuparse

Actualizada 04:30

España está catalogada como una democracia plena en el ranking que anualmente publica la unidad de inteligencia de la revista The Economist. No es que nuestra nación necesite de la acreditación de este tipo de entidades –la legitimación la da el reconocimiento diplomático internacional– pero sí ayuda a la reputación como país fiable. Parte de esta reputación se deriva del prestigio de sus instituciones. El nombramiento del exministro José Luis Escrivá como nuevo gobernador del Banco de España debilita la credibilidad de una institución económica muy relevante. No suma a nuestra reputación internacional y no por la falta de capacitación profesional del elegido sino por su adscripción política y por el hecho de que las opiniones del Banco de España, ahora bajo su gobierno, pesan mucho en las decisiones económicas de empresas y consumidores. Ahora estas opiniones serán tomadas con más cautela y mayor recelo.

Hace unos días se informaba de la caída de la morosidad de los créditos bancarios en España a partir de unos datos publicados por el Banco de España. Datos, por cierto, cuya localización no es particularmente amable a pesar de la buena política de comunicación de quien nominalmente es nuestro banco central.

La caída de la morosidad parece una buena noticia pero ¿verdaderamente transmite un dato de mejora en la solvencia de quienes tienen cuentas pendientes con los bancos e instituciones de crédito. Veámoslo con detenimiento.

Efectivamente, la morosidad bancaria (cociente entre la cuantía total de los créditos catalogados como de dudoso cobro sobre el total de créditos) bajó en el mes de julio al 3,43 %. Pero si se analizan las cuantías de los créditos totales concedidos por las entidades financieras resulta que caen en la serie histórica que publica el Banco de España. Específicamente, entre 2018 y 2024 (junio) cayeron un 1,3 %.

Inmediatamente debemos preguntarnos: ¿Es un buen dato que el crédito concedido disminuya? La respuesta es depende.

La crisis financiera de 2008 mostró que España no sólo tenía un problema de endeudamiento público sino, principalmente, de endeudamiento privado. Es muy ilustrativo en este sentido el libro publicado en 2015 por otro exministro socialista, Miguel Sebastián, «La falsa bonanza: Cómo hemos llegado hasta aquí y cómo intentar que no se repita» (Ed. Península).

Si el crédito concedido por las entidades financieras disminuye por una mayor capacidad de financiación de familias y empresas, no es un mal dato ni la reducción en el volumen de crédito concedido ni, menos aún, la reducción de la morosidad bancaria. Pero, ¿verdaderamente el crédito concedido en España disminuye por la mayor capacidad de financiación de, por ejemplo, las empresas?

La última información del Instituto Nacional de Estadística sobre creación de sociedades mercantiles y ampliación de capital de las mismas muestra (también para el mes de junio de este año) un panorama no muy halagüeño. Las sociedades de nueva creación sólo levantaron un capital fundacional de menos de 470 millones de euros (M€). Por su parte, las ampliaciones de capital capturaron algo más de 1.268 M€. Ambas cifras hay que contextualizarlas en una economía para la que se estima un PIB en 2024 de 1,46 billones de euros, por tanto, son cantidades verdaderamente pequeñas.

Las sociedades de nueva creación sólo han levantado un capital fundacional de menos de 470 millones de euros (M€)

Así las cosas ¿Qué volumen de inversión pueden afrontar unas empresas que no recurren ni a los recursos ajenos ni a los propios? Realmente poco y aquí es donde asoma pertinazmente una de las mayores debilidades de nuestro tejido económico; la brecha en el nivel de productividad que nos separa de nuestros socios de la Unión Europea y de otros competidores del resto del mundo. Las mejoras en productividad pasan por continuos requerimientos de inversión y estos han de ser financiados o con fondos propios o con préstamos y créditos. Los datos de los que informa el Banco de España no apuntan en esa dirección. Es para preocuparse.

  • José Manuel Cansino es catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla, profesor de San Telmo Business School y académico de la Universidad Autónoma de Chile / @jmcansino
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