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15 de septiembre de 2024

José Manuel Cansino

Churras, merinas y la caída de la bolsa nipona

La Bolsa de Tokio respondió al movimiento de tipos de interés, la cotización del yen y el elevado valor del índice Nikkei. La de Nueva York a la sobrevaloración del mal dato de desempleo y a los discretos retornos de las fuertes inversiones en Inteligencia Artificial

Actualizada 04:30

La información sobre los mercados bursátiles se traslada, con frecuencia, de manera espasmódica. La legión de analistas que pululan desde hace años en los medios especializados se afanan en encontrar explicaciones lineales e incontrovertibles a decisiones a menudo complejas. Un buen ejemplo de esto es la manera en la que se relacionan los datos sobre las variables económicas fundamentales (crecimiento económico, desempleo e inflación) y las compra-ventas de acciones y demás activos financieros. Para cada subida o bajada en los índices bursátiles parece haber una serie de hechos causantes incuestionables. ¿Realmente es así?

Entre el 31 de julio y el 5 de agosto pasados se produjeron movimientos importantes en las principales bolsas del occidente económico (que incluye a Japón) y que se presentaron con una muy forzada conexión.

El más notable fue la caída de un 12.4 % en el índice Nikkei que sirve para tomar el pulso de la Bolsa de Tokio –la segunda en importancia mundial por su volumen de contratación tras la de Nueva York–. La magnitud de la caída fue la más importante desde 1987.

La caída de la bolsa japonesa se ha explicado como resultado de la decisión del Banco Central de Japón (BoJ) de subir el tipo de interés de referencia. ¿Seguro que fue ese el detonante? Veamos.

Tal y como era de esperar, el yen se apreció frente a las monedas de referencia. En el caso del dólar, el lunes 29 de Julio había que entregar 153.87 yenes para conseguir un dólar estadounidense

La teoría económica sostiene que cuando en un país suben los tipos de interés y los capitales financieros se pueden mover entre países con un coste muy reducido, el resultado es una apreciación de la moneda nacional. Exactamente así ocurrió en Japón. El 31 de Julio el BoJ decidió subir el tipo de interés de referencia del 0,1 % al 0,25 %. Tal y como era de esperar, el yen se apreció frente a las monedas de referencia. En el caso del dólar, el lunes 29 de Julio había que entregar 153.87 yenes para conseguir un dólar estadounidense. El martes 6 de agosto –un día después del batacazo bursátil– el yen se había apreciado hasta exigirse casi diez yenes menos (144.68) por cada dólar.

Así las cosas, a finales de julio y comienzos de agosto teníamos una Bolsa de Tokio con valores muy altos (se registró un máximo de 42.000 puntos) y un yen fuerte. Una buena combinación para que los inversores decidieran hacer caja vendiendo sus posiciones para obtener plusvalías. El resultado, efectivamente, fue una caída del precio de los valores cotizados en la Bolsa de Tokio consecuencia de las fuertes órdenes de venta. Hasta aquí la explicación más extendida. Ahora rebobinemos un poco.

¿Una subida de tipos de 15 puntos básicos –equivalente a un 0,15 %– en Japón provoca un impacto tan elevado? Resulta cuestionable pues entre febrero y marzo de este año el BoJ había tomado una decisión más fuerte sobre los tipos de interés pero el resultado fue otro bien distinto. Efectivamente, el BoJ fue el último de los bancos centrales del occidente económico en subir los tipos de interés. Hasta el mes de febrero estuvieron en valor negativo (-0,1 %) y en el mes de marzo se situaron en el 0,1 %, 20 puntos básicos de subida, 5 más que en el episodio de Julio-Agosto.

¿Qué pasó con el yen tras la subida de marzo? Pues casi lo que la teoría económica predice. El yen también se apreció frente al dólar pero duró muy poco. En aquellos días el índice Nikkei también estaba en valores muy altos –en torno a los 36.500 puntos–. Sin embargo, por poco tiempo, no llegó a coincidir la subida de la Bolsa de Tokio con la apreciación del yen. Tras la esperada apreciación del yen consecuencia de la subida de tipos del BoJ, comenzó a depreciarse a los pocos días, antes de que la Bolsa de Tokio repuntase. En definitiva, en marzo no coincidieron una Bolsa y un yen fuertes, lo que sí ocurrió el 5 de agosto. Este día las ventas se realizaron a precios altos y en moneda fuerte, lo que no hubiese ocurrido con la misma magnitud en el mes de marzo.

De poco hubiese servido subir sólo los tipos si se siguen imprimiendo yenes para comprar activos y engordar el balance del BoJ

Un par de apuntes finales. El primero es que la decisión de subir los tipos tomada por el BoJ a finales de julio estuvo acompañada del anuncio de frenar la compra de activos; una medida de política monetaria expansiva en vigor hasta ese momento. De poco hubiese servido subir sólo los tipos si se siguen imprimiendo yenes para comprar activos y engordar el balance del BoJ. Esta medida adicional a la subida de tipos no se tomó en marzo y por eso, la apreciación del yen era más creíble en agosto que en marzo.

El segundo y último apunte es que casi al mismo tiempo que se produjeron los movimientos en la bolsa nipona, hubieron dos hechos relevantes en la economía estadounidense; la publicación el 2 de Agosto de un mal dato de desempleo (que subió hasta el 4,3 %) y la caída en las cotizaciones de las siete principales multinacionales tecnológicas (Meta -Facebook-, Alphabet-A, Amazon, Microsoft, NVIDIA, Apple y Tesla). Los comentarios espasmódicos de mercados se apresuraron a mezclar en el mismo cóctel lo que ocurrió en Tokio y en Nueva York. Es una mezcla de acontecimientos con poco rigor. A pesar de la relación internacional de ambas bolsas, la de Tokio respondió al movimiento de tipos de interés, la cotización del yen y el elevado valor del índice Nikkei. La de Nueva York a la sobrevaloración del mal dato de desempleo y a los discretos retornos de las fuertes inversiones en Inteligencia Artificial. Podemos mezclar churras y merinas, allá cada cual, pero el cóctel no es bueno.

  • José Manuel Cansino es catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla, profesor de San Telmo Business School y académico de la Universidad Autónoma de Chile / @jmcansino
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