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José Manuel Cansino

Productividad e inteligencia artificial, una relación nada inmediata

Uno de los pilares más comunes sobre los que basar la expectativa de un aumento de la productividad es la posibilidad de que los empleados se dediquen a tareas de mayor valor añadido

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Actualizada 04:30

La consultora KPMG y la organización que representa a las grandes empresas españolas, CEOE, acaban de publicar el informe Perspectivas España 2024: Inteligencia Artificial-Digitalización. El informe comparte con los muchos disponibles sobre esta cuestión, el énfasis en la relevancia que supone la irrupción en un corto periodo de tiempo de tecnologías disruptivas como la inteligencia artificial (IA), el internet de las cosas (IoT), la computación en la nube y la analítica de datos. Las conclusiones del informe se han obtenido de entrevistas a 1.116 empresarios de las que deberían darse todas por válidas pues no se dice otra cosa.

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Este tipo de informes –y el que citamos no es una excepción– subrayan la importancia que la adopción de estas tecnologías por las empresas tiene para la productividad de las mismas. Sin embargo, esta variable –mucho más fácil de invocar que de medir– no acaba de reflejar el impacto de la incorporación a las empresas de los procesos de transformación digital ni tampoco de la IA. Todo ello a pesar de que el porcentaje de empresarios y directivos que en las encuestas confirman haber incorporado ya estas tecnologías, se acerca al 20 %.

Uno de los pilares más comunes sobre los que basar la expectativa de un aumento de la productividad es la posibilidad de que los empleados se dediquen a tareas de mayor valor añadido. Esto debería capturarse por la productividad por hora efectiva trabajada, esto es, excluyendo, por ejemplo, el absentismo laboral. El número de personas que, en promedio, cada día se ausentaron de su puesto de trabajo se situó 1.277.5119 –un 6 % de las personas empleadas– a finales de 2023 según el informe de Randstat Research.

Si el absentismo se limita al porcentaje de personas que no acuden a su puesto de trabajo por incapacidad temporal (IT) ha pasado de representar un 2 % sobre el total de ocupados en 2013, a duplicarse y situarse en el 4,1 % en 2023. España encabeza el ranking de absentismo laboral por incapacidad temporal entre los países de la UE junto a Francia y Portugal.

Si revisamos el comportamiento de la productividad por hora efectiva, no encontramos ningún cambio asociado a cambios tecnológicos disruptivos

Pero ¿captura la productividad la incorporación de las nuevas tecnologías disruptivas? Sorprendentemente no es así, al menos no de manera clara. Si revisamos el comportamiento de la productividad por hora efectiva trabajada en España, no encontramos ningún cambio en su tendencia que podamos asociar a estos cambios tecnológicos disruptivos que tanto interés despiertan. El Instituto Nacional de Estadística (INE) ofrece datos para esta variable desde el primer trimestre de 1995 hasta el mismo trimestre del año en curso.

Las grandes variaciones de la productividad están principalmente asociadas a etapas de crisis económica. En todas se registran fuertes aumentos asociados a la disminución de las plantillas. En estas etapas de fuertes despidos laborales, la plantilla que conserva su empleo suele ser la que ocupa los puestos más importantes o la que demuestra mejor desempeño en su puesto de trabajo. El resultado es que si dividimos el PIB de cada año entre el número total de horas efectivas anuales, esta medida de la productividad suele aumentar en los periodos de crisis.

El informe al que aludimos señala que las actividades en las empresas que más se han visto modificadas por estas tecnologías han sido la creación de contenido personalizado de marketing (la denominada publicidad de precisión) y la automatización de la atención al cliente. Sin embargo, esto no parece haber redundado ni en un aumento de las ventas ni en un ajuste de plantillas que empuje a la productividad a alcanzar valores significativamente más altos.

La digitalización acelerada ha coincidido con un desempeño relativamente débil de la productividad en las economías avanzadas

Si ampliamos el ángulo de visión resulta de interés leer el documento de trabajo publicado el año pasado por el Banco de Canadá autorizado por Mollins y Taskin. Ambos autores subrayan que desde principios de los años 2000, la digitalización acelerada ha coincidido con un desempeño relativamente débil de la productividad en las economías avanzadas. Para el caso concreto de Canadá y aplicando la metodología de la contabilidad del crecimiento, el capital digital medido realizaba una pequeña contribución al crecimiento de la productividad, alrededor de 0.2–0.3 puntos porcentuales por año desde principios de los 2000. El crecimiento de la productividad en el sector productor de TIC se demostró débil y ha disminuido con el tiempo en Canadá.

Estos autores reconocen que aunque la digitalización puede aumentar la productividad promoviendo el dinamismo empresarial a través de la creación de nuevas empresas y sectores, sin embargo, la evidencia empírica existente es inconclusa. Más preocupante aún es leerles cuando escriben que las recientes oleadas de digitalización implican en parte un aumento del poder de mercado.

En definitiva, convivimos con un entorno de fuerte cambio tecnológico cuyos efectos se intuyen más que se miden. La Inteligencia Artificial Generativa –ahora ya accesible desde cualquier teléfono inteligente de gama media alta– es otra vuelca de tuerca más. Pocas empresas permanecen ajenas a este proceso. Muchas menos dan el paso a incorporarlas. Más difícil aún sigue siendo identificar su impacto en variables tan importantes –y tan manoseadas– como la productividad.

  • José Manuel Cansino es catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla, profesor de San Telmo Business School y académico de la Universidad Autónoma de Chile / @jmcansino
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