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José Ignacio Goirgolzarri se despide después de una trayectoria exitosa en la banca.

José Ignacio Goirigolzarri se despide después de una trayectoria exitosa en la banca.Lu Tolstova

La semana económica

La realidad sobre el adiós de Goirigolzarri y los resultados de los grandes bancos españoles

La marcha de uno de los mejores directivos de este siglo marca el inicio de otra etapa en un sector que ha trabajado con dureza desde la última crisis y goza de buena salud, aunque ahora esté perseguido por el Gobierno

La semana ha estado marcada por el anuncio de la marcha a final de año del presidente de CaixaBank, José Ignacio Goirigolzarri, sin duda uno de los mejores banqueros que ha tenido España en este siglo. Desde el momento en que fue nombrado consejero delegado del Banco Bilbao Vizcaya en el año 2001, se incluyó en la última gran generación de grandes directivos de bancos, entre los que en aquel momento se encontraban el presidente del Popular, Luis Valls, que fallecería en 2006; el del Santander, Emilio Botín, o el presidente de Banesto hasta 2002 y después consejero delegado del Santander, Alfredo Sáenz. Ahora a Goirigolzarri le toca retirarse, a sus 70 años, y mayor que él ya solo queda en la cúpula Josep Oliu, presidente del Banco Sabadell.

En diversos lugares se ha hablado del adiós de Goirigolzarri como una sorpresa, pero fuentes conocedoras señalan que no lo ha sido tanto. «La situación estaba tensa desde hace un año y medio o dos. Acostumbrado como estaba a mandar, acabó chocando con Gortázar (consejero delegado de CaixaBank). Próximamente tenía que renovar su mandato, y no había ninguna certeza de que fuera a hacerlo. Ante la posibilidad de que no le renovaran, optó por irse», señala una fuente.

El presidente de la Fundación La Caixa, Isidro Fainé, trató de retenerle todo lo que pudo. La normativa del Banco Central Europeo (BCE) no lo facilitaba, aunque también es verdad que permiten adaptarse a ella como cada entidad vea conveniente, y Goirigolzarri tiene mucho prestigio en el BCE. Más de uno habrá lamentado su marcha.

Las exigencias del Banco Central Europeo marcaban que Goirigolzarri, como presidente, solo tuviera tres funciones: relaciones institucionales, auditoría interna y presidencia del consejo. El poder ejecutivo estaba en manos de Gortázar, y ahora se consolida tras la salida de Goirigolzarri. Su relevo, Tomás Muniesa, ahondará en este papel institucional y el mando en el día a día recaerá totalmente en Gortázar. Muniesa, hasta ahora vicepresidente, es un hombre de Fainé, de la casa, que lleva en La Caixa desde el año 1976.

Las formas del relevo, de todos modos, han sido extraordinarias, como corresponde a la gran categoría no solo profesional sino también humana de todos los implicados. «Por su personalidad, Goirigolzarri no ha sabido adaptarse el entorno. Gortázar es más joven (59 años), y el mundo corporativo no es el mismo de hace quince o veinte años», sostiene una fuente que admira al que se despide, y le califica como «muy valioso».

Nadie resta un ápice a la espectacular trayectoria que ha tenido José Ignacio Goirigolzarri. «Era el banquero más respetado del sector. Generaba un buen clima en su entorno laboral. Era muy querido, algo que no le frenaba a la hora de tomar decisiones», señala una fuente conocedora. En el plano más profesional, entre otras batallas destacan que fue quien reestructuró Bankia con José Sevilla, hoy presidente de Unicaja, en una vuelta a la compañía que dieron entre cinco personas, y fue quien apostó por comprar Bancomer, el banco mexicano que hoy supone la mitad de los beneficios de BBVA y la mejor operación internacional de un banco español. Mientras él como consejero delegado propuso y defendió la adquisición de Bancomer, el presidente entonces, Francisco González, quiso impulsar Unoe, una entidad que acabó desapareciendo.

Goirigolzarri abandonó BBVA por González, que acababa con todo aquel que le hiciera sombra. También lo hizo con su sucesor, Ángel Cano. En algunos medios se dice ahora que Goirigolzarri podría volver a BBVA, pero algunas fuentes lo ven poco probable por dos motivos: por su edad y porque, si se quiere poner como presidente a alguien emblemático, en el BBVA ya está Jaime Caruana, que fue gobernador del Banco de España y director general del Banco de Pagos Internacionales, entre otros cargos. De todos modos, parece claro que Carlos Torres seguirá siendo presidente de BBVA si triunfa su oferta de compra sobre Sabadell, y lo tendrá más difícil si no triunfa, si bien es cierto que los accionistas de referencia de BBVA (Blackrock, Capital Research and Management Company, BNP Paribas, Norges Bank y Bank of America) han sido anormalmente pasivos en la gestión realizada por Carlos Torres del caso Villarejo que ha supuesto que el banco estará imputado en el juicio oral. En cualquier caso, tendrá que ser renovado o despedido en 2025.

Goirigolzarri fue quien apostó por comprar Bancomer, el banco mexicano que hoy supone la mitad del beneficio de BBVA. Francisco González quiso impulsar Unoe, hoy desaparecido

Goirigolzarri se va por la puerta grande, en un momento en el que el Banco Central Europeo impone que el poder ejecutivo recaiga en el consejero delegado y el presidente tenga un papel más testimonial, algo con lo que muchos en el sector no están de acuerdo: «El modelo del BCE no asegura que haya un contrapeso efectivo al consejero delegado. La acumulación de poder en una persona no es buena, y eso se puede producir bajo el modelo propuesto por Frankfurt», señala una fuente.

En la marcha de Goirigolzarri, la gestión de esta cuestión de gobierno corporativo se queda como uno de los grandes desafíos de los bancos españoles, pero hay otros. Mejorar su imagen, su reputación, de cara al público, a la sociedad, es uno de ellos, que no acaba de conseguirse. Despejar la supervisión y regulación europea de cara a que los bancos puedan ser más rentables y financiar a más empresas y particulares, es otro. La supervisión y regulación actual hacen más patente la necesidad de un mercado de capitales único en Europa que no acaba de llegar, y que el Informe Draghi ha puesto de manifiesto como una gran debilidad para la financiación de empresas europeas.

Mientras tanto, la salud de los bancos españoles es muy buena. Los resultados de los nueve primeros meses del año presentados esta semana han sido muy positivos. Como resume muy bien Nuria Álvarez, analista de Renta 4, «en el mercado había mucho miedo a ver márgenes de intereses –el indicador clave de la banca– peores que los anteriores, pero los grandes bancos han cumplido bien a excepción de BBVA, que ha estado algo por debajo».

BBVA cuenta con las dudas de cómo evolucionarán México, tras la llegada de Sheinbaum, y Turquía. Sabadell está en un momento dulce

Los mensajes de las entidades han sido positivos de cara al conjunto de 2024 y 2025, aunque probablemente los resultados de este trimestre serán peores por el efecto de la bajada de los tipos de interés y porque en el último trimestre suelen destinarse mayores provisiones y gastos de explotación. En cualquier caso, como explica Álvarez, en el conjunto del año «sigue el crecimiento de los márgenes de intereses, los gastos de explotación crecen continuamente por debajo de los ingresos, el ratio de eficiencia –cociente entre gastos de explotación y margen bruto– está en niveles históricamente bajos –cuanto más bajo, mejor– y las provisiones y el perfil de riesgo no muestran deterioro».

Los principales bancos españoles están muy bien gestionados. Ahora todos están pendientes del impuesto que no elimina el Gobierno y, en otro plano, del impacto en el mercado que podría tener la compra de Sabadell por parte de BBVA si es que finalmente se lleva a cabo. El banco que preside Carlos Torres ha mostrado unos buenos resultados, aunque ya ha perdido 10.000 millones de euros de valor en Bolsa desde que anunció su oferta de compra y mantiene ciertas dudas regulatorias por la victoria de Claudia Sheinbaum en México, el mercado en donde obtiene la mitad de su beneficio, y por Turquía, donde la inflación sigue en niveles elevadísimos: el 49,38 %. El Sabadell, por su parte, pasa por un momento dulce tras la vuelta que han dado a la entidad en los últimos tres-cuatro años. Su banco en Reino Unido, TSB, ha contribuido al grupo con 168 millones de euros de beneficios en los nueve primeros meses de este año, el 12,9 % del beneficio total del banco. La decisión de la CNMC sobre la oferta de compra se alargará, y no está nada claro que vaya a salir adelante.

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