Fundado en 1910
José Manuel Cansino

Pobreza y cumbres hispanoamericanas: China es recibida con alfombras, y las empresas españolas, como «colonizadoras»

La política exterior española es un tema de preocupación limitada y precisamente ese escaso interés lo señala como algo en lo que nos deberíamos emplear mucho más afondo y de manera diferente

Actualizada 04:30

Tras la deslucida Cumbre Iberoamericana celebrada en Ecuador, pedía el analista Eduardo Álvarez en una columna de opinión, que alguien terminase con estas reuniones antes de que el Rey de España acabase reuniéndose solo consigo mismo, vista la ausencia extendida de mandatarios hispanoamericanos.

La política exterior española es un tema de preocupación limitada y precisamente ese escaso interés lo señala como algo en lo que nos deberíamos emplear mucho más a fondo y de manera diferente.

Acostumbra a advertir Elvira Roca, a quien la quiera oír en el otro lado del Atlántico, que los indigenismos de allí son los nacionalismos de aquí. Efectivamente. Con unos derechos constitucionales que los privilegian frente al resto de sus compatriotas (véanse los casos de Bolivia y el propio Ecuador), el indigenismo —y no solo el precolombino— ha ido solidificando su tratamiento jurídico preferencial especialmente desde la aprobación del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo.

Al tiempo que se abre paso en España y entre los investigadores internacionales, un creciente número de obras que desmontan el relato negrolegendario, en Hispano e Iberoamérica se ha extendido la idea de la «tercera colonización». El término hace referencia al tercero de tres momentos históricos en la relación entre España e Hispanoamérica.

Así, la primera colonización sería la conquista y colonización de América en el siglo XVI y la segunda el periodo posterior a las independencias del siglo XIX, cuando España y otros países europeos mantuvieron influencias económicas y políticas indirectas sobre la región. A caballo entre finales del siglo XX e inicios del XXI llegaría la tercera colonización.

Esta tercera colonización consistiría en la expansión contemporánea de empresas españolas, particularmente en sectores estratégicos como la energía, las telecomunicaciones y la banca, que algunos ven como una continuación de relaciones asimétricas del pasado. Curiosamente, este tratamiento de rechazo no se otorga a las empresas que desde el este asiático o Rusia cuentan con una presencia creciente en sectores igualmente estratégicos como el agroalimentario, la minería o las infraestructuras.

En este sentido, una empresa como Sacyr, que acaba de ganar la concesión de buena parte de la Ruta 68 que une por carretera Santiago de Chile con Valparaíso y Viña del mar, es vista con una perspectiva de predación económica con la que no se etiqueta al acuerdo que firmó recientemente la autoridad portuaria de Valparaíso para incardinar el puerto de esta ciudad chilena en plena iniciativa china de la «Franja y la Ruta». La denominada «diplomacia de las infraestructuras» china es recibida en la América Hispana con alfombras mientras que a las empresas españolas se les pone la vitola de «colonizadoras» y la actividad diplomática en torno a las Cumbres Iberoamericanas concluye con un resultado muy escaso.

En justicia hay que reconocer que China jugó un papel muy importante en los países de la Iberosfera a través de la «diplomacia de las vacunas». En plena pandemia de la Covid 19, las vacunas de ese país fueron las primeras en llegar. España, con una vacuna europea más tardía, pero también mucho más eficaz, no ejerció esa diplomacia que hubiese sido muy agradecida.

Uno se sorprende cuando explora la agenda cultural de la mayoría de embajadas españolas: se parece mucho a una hoja en blanco

Indudablemente, los resultados diplomáticos nunca son el fruto de un ciclo de cultivo corto. Por eso uno se sorprende cuando explora la agenda cultural de la mayoría de las embajadas españolas en estos países hermanos. Se parecen mucho a una hoja en blanco cuando no alientan la sospecha de actuar como avanzadilla de quienes defienden que de los museos deben desaparecer las huellas del descubrimiento de América.

Afortunadamente, el día a día de los lazos de unión entre ambos lados del Atlántico es vigoroso. Tan fuerte como el que permite, aquí y allí, desarrollar cientos de miles de proyectos profesionales y personales de mujeres y hombres que construyen su vida con las mismas palabras brotando de sus labios. Es la fuerza que siguen irradiando dos continentes hermanos cuya correspondencia diplomática no ha estado a la altura de los afectos cotidianos de quienes han cruzado el Océano en una u otra dirección.

La diplomacia debe facilitar el entendimiento y la cooperación en todos los espacios donde sea posible. Regatear acuerdos y afectos entre naciones con un gran patrimonio en común es poner cerraduras a la prosperidad de millones de hispanohablantes. Es un error que empobrece.

  • Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla, profesor de San Telmo Business School y académico de la Universidad Autónoma de Chile / @jmcansino
comentarios
tracking