Los hijos de nuestros hijos: aumentan las mascotas
No faltarán quienes propongan que a falta de bases imponibles humanas, se añadan impuestos sobre las mascotas una vez que estas estén oportunamente censadas
El sistema de reparto para la financiación de las pensiones de jubilación es el más extendido en el mundo. La piedra angular del mismo es el «contrato» intergeneracional en virtud del cual los trabajadores en activo aportan parte de su salario para financiar las pensiones de los actuales beneficiarios. Lo hacen a cambio de que sus hijos o, en general, las generaciones posteriores hagan, llegado el momento, lo mismo. Resumidamente, es un contrato entre quienes ahora trabajamos, nuestros hijos y, habida cuenta del aumento del número de años vividos, los hijos de nuestros hijos.
La última reforma del sistema de pensiones en España, desarrollada en 2023 y con proyección hacia 2024, introdujo varias medidas orientadas a garantizar su sostenibilidad y equidad. En 2022 se registró un déficit estructural en el sistema de pensiones del 3,3 % del PIB (más de 46.860 millones de euros), y las proyecciones para 2050 apuntan a que podría superar el 7 % del PIB.
Entre las novedades principales de la última reforma destacan el incremento progresivo de las bases máximas de cotización y la creación de una «cuota de solidaridad» para los salarios que superan dichas bases. Ambas medidas buscan generar mayores ingresos para el sistema. También se eliminó el factor de sostenibilidad, sustituyéndolo por el denominado Mecanismo de Equidad Intergeneracional, diseñado para proteger a las generaciones más jóvenes mediante la acumulación de recursos adicionales en el fondo de reserva de pensiones. Además, se flexibilizó el cálculo de las pensiones, permitiendo elegir entre los últimos 25 años cotizados o excluir hasta 24 meses desfavorables en los últimos 29 años, beneficiando especialmente a quienes han tenido carreras laborales irregulares.
Ocurre que entre nuestros hijos y las generaciones venideras aumentarán más las mascotas que los seres humanos
Casi todas las medidas mencionadas se denominan «paramétricas», esto es, no cambian la estructura básica sobre la que se sostiene el sistema que sigue siendo un contrato entre generaciones; entre los que trabajamos, nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos. Ocurre, sin embargo, que entre nuestros hijos y las generaciones venideras, aumentarán más las mascotas que los seres humanos.
En España, actualmente reciben una pensión de jubilación más de 6,1 millones de personas. Una sencilla proyección demográfica permite estimar que en 2050 habrá más de 15 millones de personas mayores de 67 años en el país, es la nueva edad de jubilación de referencia. Para 2080 serían unos 14 o 15 millones de potenciales jubilados. La cifra se estabilizaría hasta final del siglo. Frente a esta tendencia, en el año 2050 la población en edad laboral (entre 16 y 67 años) podría descender a alrededor de 20 millones, dependiendo de la evolución de la natalidad, la inmigración y otros factores socioeconómicos.
Pero no todos ellos trabajarán ni contribuirán a financiar las pensiones. De hecho, la tasa de actividad laboral en España es aproximadamente del 58 %. Es la proporción de personas en edad de trabajar que efectivamente están empleadas o buscando empleo. Esto es, trabajarían unos 11,6 millones de personas para financiar las pensiones de 15 millones.
España presenta un saldo vegetativo negativo (nacimientos frente a defunciones) debido a la baja natalidad y el envejecimiento de la población. Aunque se espera un ligero aumento en los nacimientos hacia 2041, el número actual de hijos por mujer es de apenas 1,19, muy por debajo del nivel de reemplazo demográfico. La demografía de las mascotas es, sin embargo, muy diferente y se aceleró tras el confinamiento pandémico.
Actualmente en Europa hay 90 millones de hogares con mascotas. Su población se estima que crecerá al 2,4% entre 2022 y 2025. Sólo en aquel año, la cifra mundial del negocio del cuidado de mascotas (principalmente alimentación y cuidados veterinarios) ascendió a 108.000 millones de dólares. El ritmo de ventas está previsto que crezca entre el 6% y 8% anual. Una encuesta hecha en 2022 por la Asociación Nacional de Tiendas de Mascotas de EE. UU. cifraba el gasto mensual en un perro entre los 15 y los 150 dólares. La cifra para gatos se movía entre los 30 y 60.
¿Impuestos a las mascotas?
Cada vez son más las mascotas y menos los hijos en los hogares (y no sólo del mundo Occidental). No faltarán quienes propongan que a falta de bases imponibles humanas, se añadan impuestos sobre las mascotas una vez que estas estén oportunamente censadas por razones veterinarias. En definitiva, de alguna forma habrá que equilibrar las cuentas. Tampoco faltarán quienes señalen que si sólo se censan determinadas mascotas, pensemos en los amables perros y gatos, las preferencias de los ciudadanos se moverán a toda suerte de mascotas que, por estar fuera de los censos, serían fiscalmente invisibles. Correrían entonces buenos tiempos para reptiles y canarios, por aventurar sólo un par de ejemplo.
La sociedad del bienestar permanece instalada en el trilema de dar por garantizadas las prestaciones para financiar su retiro y negarse, al mismo tiempo a pagar más impuestos ni reducir el tamaño del estado. No le recomiendo que intenten hacer lo mismo con sus cuentas familiares.
- José Manuel Cansino es Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla, profesor de San Telmo Business School y académico de la Universidad Autónoma de Chile / @jmcansino