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El día que el ministro Cuerpo perdió una batalla para ganar la guerra

Después de once largos meses de negociación, Yolanda Díaz vendía el viernes a la opinión pública un pacto con CCOO y UGT para implantar en España la semana laboral de 37,5

Actualizada 09:57

«Ahora que Ribera se ha ido a Bruselas, si Sánchez estuviera como para llevar a cabo una crisis de Gobierno, no te quepa ninguna duda de que Cuerpo sería vicepresidente». Quien así me habla es alguien que conoce bien el paño del Ministerio de Economía y que ha sido testigo de la vertiginosa evolución política de su titular en los últimos meses. Cuando Nadia Calviño se lo propuso al jefe —o el Uno en la jerga de los delincuentes—, ya intuía la capacidad de su patrocinado para metérselo pronto en el bolsillo. Pero hasta a ella le habrá sorprendido lo rápido que han ido las cosas teniendo en cuenta los muchos nombres que el presidente del Gobierno barajó antes de decidirse por el extremeño.

Después de once largos meses de negociación, Yolanda Díaz vendía el viernes a la opinión pública un pacto con CC. OO. y UGT para implantar en España la semana laboral de 37,5 horas sin recorte de sueldo ya en 2025. Lo oficializó con una foto junto a Unai Sordo y Pepe Álvarez, recién llegado el segundo de Waterloo tras reunirse con el prófugo Puigdemont, igual que hiciera ella hace poco más de un año en Bruselas.

Y aquí es donde entra Carlos Cuerpo, a quien ni siquiera habían avisado del acto que se celebraría el viernes. Porque al ministro de Economía no le gusta nada cómo actúa la de Sumar y menos en plena contienda populista con Podemos como se encuentra. Él no está en contra de las 37,5 horas semanales, pero es partidario de introducirlas de forma gradual para que las empresas se puedan ir adaptando poco a poco. Y de acompañar a los empresarios para que la transición se produzca de manera «suave, sencilla y sin afectar a los salarios o a la productividad», según ha dicho siempre que se le ha preguntado. Por eso convenció a Díaz para que ofreciera ayudas a las patronales CEOE y Cepyme con el propósito de que se sumaran al acuerdo.

Lo que pasa es que el secretario de Estado, Joaquín Pérez Rey lo intentó con una propuesta de trileros y no le salió bien la jugada. «Pensaba que una vez que se había marchado Calviño las cosas iban a cambiar, pero los comportamientos son los mismos», se desahogaba la vicepresidenta en los platós de televisión después de semanas de bronca con Cuerpo. Como si la comparación con su antecesora no fuera el mejor piropo para él. Como si no supiera lo mucho que necesita Sánchez un ministro mínimamente presentable en estos momentos de derribo.

Antes de que acabe al año, el Gobierno presentará formalmente la solicitud del quinto desembolso de los fondos europeos

Antes de que acabe al año, el Gobierno presentará formalmente la solicitud del quinto desembolso de los fondos europeos, que incluirá también los primeros préstamos del Plan de Recuperación y que permitirá movilizar hasta 25.000 millones de euros. Y la persona encargada de hacerlo es el ministro de Economía. Igual que es él quien tiene que convencer a Bruselas de que España está en condiciones de cumplir con las nuevas reglas fiscales y de ofrecer al bloque del euro algo más que crecimiento del PIB. Como también le toca coordinar buena parte de las ayudas a los afectados por la dana de Valencia, que están llegando con cuentagotas dos meses después de la tragedia. O defender que el Gobierno puede tirar un año más con los Presupuestos Generales del Estado prorrogados o todo lo contrario, según soplen los aires negociadores con los socios del Frankenstein.

El pasado mes de julio Yolanda Díaz lanzó un ultimátum para cerrar el recorte de la jornada laboral sólo con los sindicatos y aplicar una reducción hasta las 38,5 horas ya en 2024. Pero Sánchez le obligó a dar marcha atrás porque no había acuerdo en el Congreso para sacarlo adelante: faltaban, y siguen faltando, los votos clave de los de Puigdemont. Y el Gobierno no puede permitirse una derrota parlamentaria en un asunto tan importante. Sobre todo después de que el PP lograra tumbar la semana pasada en el Congreso el gravamen a las energéticas con el apoyo de PNV y Junts. Una alianza que ya anticipa, por cierto, que la prórroga tampoco saldrá adelante cuando se vote el aval del real decreto-ley que el Consejo de Ministros aprueba este lunes.

En este contexto, hay que ser muy inocente para pensar que el texto de las 37,5 horas pactado entre el Ministerio de Trabajo y los sindicatos se mantendrá como está, sin sufrir cambios de calado. Y ahí estará esperando Carlos Cuerpo a Yolanda Díaz. Donde las dan las toman.

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