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Planta de BSH en Esquíroz.

Planta de BSH en Esquíroz.EP

Navarra ha perdido 179 sociedades desde la llegada de Chivite: «No sabemos si manda ella o Bildu»

Los empresarios, preocupados por la sangría que está sufriendo el tejido empresarial navarro

La pasada semana, BSH, fabricante de electrodomésticos como Bosch o Balay, anunciaba el cierre de su planta en Esquíroz, con más de 660 trabajadores, para deslocalizar su producción a Turquía y Polonia. Días después, se producía el traslado anunciado de ACR a Madrid. Y antes había sido Sunsundegui, Monbake o Acciona en un goteo constante de empresas que están abandonando la Comunidad Foral.

Según Informa D&B, Navarra perdió 41 sociedades en el tercer trimestre de 2024 con un valor en facturación de -211 millones de euros y ya acumula seis trimestres consecutivos en negativo. De hecho, desde 2019 solo ha registrado cuatro periodos en positivo.

El traslado de ACR a Madrid ha sido particularmente doloroso para la Comunidad Foral. No solo por lo que representa en volumen de ventas, cerca de los 192 millones de euros, sino porque ejemplifica la disparidad que vive el país, con regiones que apuestan por generar ingresos y empleo frente a otras que castigan al empresariado. Según la compañía, el cambio de domicilio social «no tendrá impacto en el día» y responde a la «realidad de la compañía, que desde hace tiempo tiene sus órganos de decisión y gestión en Madrid», pero el mensaje es claro.

Desde la Confederación Empresarial Navarra (CEN) advierten de problemas de regulación e inseguridad jurídica, con un empresariado preocupado por «la creciente y poco flexible normativa laboral» y la elevada presión fiscal como un obstáculo para la competitividad, que se une al deficiente estado de las infraestructuras de comunicación.

En el centro de las críticas se encuentra el Gobierno de María Chivite. La patronal describe las relaciones con la presidenta navarra de «correctas y estables», pero consideran que sus políticas no son suficientes para abordar los desafíos actuales. «Es momento de poner en valor el diálogo social y, entre todas las partes, pactar soluciones que se conviertan en acciones valientes, efectivas y adaptadas a la realidad del mercado», comentan.

Entre los empresarios, sin embargo, el clima es de total descontento. «Somos los malos y entre leyes e impuestos, nos están friendo; no sabemos si manda Chivite o Bildu», señala el dueño de una conocida empresa del suroeste de la Comunidad Foral. «Lo de BSH ha sido un palo, por todos los empleos indirectos que generaba, y cuidado con Volkswagen», añade.

Este empresario se refiere a la planta que mantiene la multinacional alemana en Landaben, cuarta por nivel de producción solo por detrás de la que mantiene en Wolfsburgo, Puebla y Bratislava. A mediados de este año, la dirección de la empresa acordó con los sindicatos un ERTE preventivo para el segundo semestre de 2024 mientras se adaptan las líneas de montaje a los nuevos modelos eléctricos. Aunque la dirección ha garantizado los puestos de trabajo, entre los trabajadores hay cierta preocupación sobre el futuro de una planta que emplea a 5.000 personas y afecta a otras 18.000 de manera indirecta.

Desde el sector empresarial no se entiende que una comunidad como la Navarra, con un marco fiscal propio, no sea capaz de diseñar un sistema de tributación atractivo para las compañías. Tampoco entienden la tardanza en las obras del AVE Zaragoza-Navarra o las reticencias a la conexión a la Y vasca, donde Bildu tiene mucho que ver. En esta tesitura, no descartan que la sangría empresarial, con un saldo de 179 sociedades menos desde la llegada de Chivite, no haya hecho más que empezar.

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