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Los ridículos de la educaciónJosé Víctor orón semper

Ridículo 28: Las nuevas tecnologías ¿llevan a una nueva educación?

Introducir las tecnologías de forma adecuada es importantísimo, no vaya a ser que buscando un bien, causemos un mal

Actualizada 03:35

Un error común es confundir distinto con novedoso. Que algo pueda ser hecho con la tecnología no justifica que tenga que ser hecho con la tecnología. La tecnología no se justifica a sí misma, no es un fin en sí misma. Esto ni la invalida ni la acredita, sino que, como casi todo en esta vida, necesita ser examinada y no puede ni aceptarse ni rechazarse sin más. Esto es normal porque en el fondo la pregunta es: ¿de qué forma el uso de la tecnología ayuda al crecimiento de la persona? Fijaos que la pregunta no es si las nuevas tecnologías son buenas o malas, pues, por ser cosa, en sí no es ni buena ni mala. Así que muchos ránquines de calidad de la educación que dan puntos por el mero hecho de tener tecnologías al margen de cómo se están usando son otro ejemplo de ridículo oficializado.

Un argumento usual para el uso de la tecnología es que puede ofrecer ciertas experiencias y la novedad que introduce. Experiencia y novedad no son temas separados, pues la riqueza de la novedad es su capacidad para abrir a una experiencia enriquecida que favorece el crecimiento. Entonces, necesitamos pensar tanto sobre la experiencia en sí, como sobre la novedad. Algunos dicen acumular mucha experiencia, pero si esto ocurre porque siempre hacen lo mismo, lo que hacen es vivir siempre la misma experiencia y, por tanto, no acumulan experiencias que les permitan discernir la mejor forma de aproximarse a la realidad. Para tener experiencia en un sector se requiere novedad en la forma de hacer las cosas. En el fondo hay una cuestión importantísima: ¿dónde emerge la novedad? ¿Qué es la novedad?

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Introducir las tecnologías de forma adecuada es importantísimo, no vaya a ser que buscando un bien, causemos un mal. Pensemos en una tecnología revolucionaria en su tiempo: el bolígrafo. Su introducción, frecuentemente inadecuada, hace que los niños adquieran unas tensiones en las manos que les acompañan toda la vida, y escribir una página les provoca dolor de muñeca cuando un bolígrafo no pesa tanto. Para que una novedad tecnológica se introduzca, se tienen que garantizar tres cosas. Unas condiciones se formulan en negativo y otra en positivo. En negativo sería que la nueva tecnología no cause problema por someter a la biología humana a una situación que supera su madurez, y la segunda condición negativa sería que la forma de usar la nueva tecnología no desvirtúe el hecho educativo. En positivo, la condición a cumplir es que la forma de usarla favorezca la expresión del alumno para el logro de los objetivos propios de la educación.

La primera condición hace referencia a que la biología no esté preparada. Introducir el uso sistemático del bolígrafo con una psicomotricidad fina no adquirida trae problemas. Introducir el uso de la pantalla cuando la persona no puede procesar esa información trae problemas. La limitación biológica es muy conocida por todos, y ha llevado a la recomendación de prohibición de pantallas en niños pequeños. Por ejemplo, trasladar lo visto en la pantalla a la realidad no es tan fácil, a los niños pequeños les cuesta o no lo logran. Y los problemas de la sobreestimulación por pantallas son bien conocidos. Niños atrapados por las tecnologías, el nuevo hombre-orquesta.

Pero, superar la limitación biológica no es suficiente para decir que ya deba introducirse una nueva tecnología. Que algo pueda hacerse no quiere decir que se haga.

Aunque se introduzcan con una edad en que puede procesarse la información de forma sanan no quiere decir que ayuden, sino que pueden seguir dañando. La segunda condición es que una nueva tecnología no desvirtúe el hecho educativo. Por ejemplo, con la tecnología se puede querer dar una mala solución a la desmotivación del alumno haciendo que el niño quede entretenido, con lo cual se aumenta el problema de la desmotivación. La tecnología resolvería el problema (aparentemente) por tener al niño entretenido, pero podría ser a costa de desvirtuar elementos centrales de su crecimiento, como la motivación por aprender y hacer las cosas, o el desarrollo de la propia autoría. Entretenimientos que son pan para hoy, hambre acrecentada para mañana. Incluso si se desarrollan con un sistema relacional adecuado, también pueden estar desvirtuando la educación, porque pueden no favorecer que el niño sea autor de sus actos, sino que más bien tenga que «seguir» a la pantalla, ella «manda».

Salvadas las dos condiciones anteriores, la tecnología no solo puede, sino debe ser introducida si las circunstancias lo permiten. Ahora bien, se introduce para estar al servicio de la educación y no la educación al servicio de ella.

Supongo que todos estarán de acuerdo en que uno de los logros centrales de la educación es que la persona pueda conocer la realidad del mundo en el que vive. Querer comprender la realidad parece algo deseable por todos. Pues bien, lo más difícil de comprender en este mundo no es la física cuántica, que se me antoja bien complicada, sino comprender a las personas con quienes vivo y trabajo. Lo más complejo de este mundo es el ser humano y el mayor deseo de un ser humano es la vida compartida con otro humano. Por eso, en educación el docente es insustituible. Dicho de otra forma, lo humano es insustituible para el humano, y lo humano es el encuentro con otro humano. Solo un humano rompe los esquemas a otro humano y le ayuda a crecer. Solo el humano, mejor dicho, la persona, introduce novedad en la persona. Luego el lugar de la tecnología puede ser enriquecer la experiencia de encuentro. Que yo escriba y tú leas este texto requiere de mucha y ojalá esté sirviendo, aun con sus limitaciones, a un diálogo entre nosotros.

  • José Víctor Orón Semper es director de la Fundación UpToYou Educación

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