FIESTA NACIONAL
Sánchez se salta el protocolo y se pega al Rey para evitar los abucheos
El presidente del Gobierno dedicó un frío saludo a Díaz Ayuso y a Almeida
A diferencia de ediciones anteriores, el presidente del Gobierno ha llegado esta mañana de martes al desfile militar en la misma comitiva automovilística que Sus Majestades los Reyes. Protegido por la Guardia Real y el carisma de Felipe VI, a quienes los ciudadanos no han cesado de gritar “¡Viva el Rey!”, el presidente del Gobierno ha obviado la distancia protocolaria debida a la Reina y la Infanta. El gesto de displicencia de Sánchez hacia el protocolo que debe observarse ante el Jefe del Estado no ha podido evitar los ensordecedores abucheos de los españoles concentrados en la madrileña plaza de Lima.
Consciente de la solemnidad milimétrica propia de un acto militar, el jefe del Ejecutivo se vio obligado a su llegada a dedicar un breve y frío saludo a la presidenta de la Comunidad de Madrid y al alcalde de la Villa. Unos breves segundos los regalados a Ayuso y a Almeida en plena polémica con Madrid por el debate de la descentralización de sedes. Poco después, Sánchez sí ha departido ampliamente con la ministra de Defensa, Margarita Robles.
Descrédito del presidente
El Día de la Hispanidad ha sido ensalzado no sólo por la actuación de todas las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, sino también por sus verdaderos protagonistas: los españoles. Los ciudadanos no han dudado en expresar a Pedro Sánchez su disconformidad con su gestión. A su llegada al acto, los primeros descalificativos surgieron casi de manera inmediata entre los asistentes.
En la celebración ha destacado la contraposición entre los silencios sepulcrales durante el Himno de España, el izado de la Bandera o el recuerdo a los Caídos; y las pitadas monumentales a Pedro Sánchez. “¡Dimisión, dimisión!” gritaron los asistentes a pies del Santiago Bernabéu cuando por megafonía se anunció que el presidente del Gobierno iba a recibir a los Reyes. Unos gritos que unidos a otros adjetivos menos agradables no han conseguido empañar los momentos más solemnes de la jornada.