La fe del soldado en su arma
El martillo de Thor
El Ejército de Estados Unidos ha llevado a cabo un estudio sobre las armas de Infantería utilizadas por las fuerzas de ocupación en Irak y Afganistán. Recoge las opiniones de los combatientes en Oriente Medio sobre sus pistolas, fusiles de asalto y ametralladoras ligeras reglamentarias: las armas M9, M4, M16 y M249, la experiencia de las tropas con su armamento, lo que opinan sobre la fiabilidad y eficacia de esos instrumentos durante la lucha, de cara a las mejoras y cambios necesarios que habrá que introducir en las próximas generaciones de sistemas de armas del soldado de Infantería.
El cuestionario
El cuestionario incluía cuatrocientas preguntas sobre cuestiones claves agrupadas en cuatro grandes bloques: Entrenamiento y experiencia del soldado, mantenimiento /limpieza del arma, interrupciones y reparaciones y componentes y accesorios.
Con ello se pretendió saber cuál es la fiabilidad de su armamento para las tropas, definida por el nivel de confianza del soldado en algo tan aparentemente sencillo como que el arma dispare sin interrupciones en situación de combate. Por la dureza del armamento se entiende su funcionamiento normal sin requerir reparaciones.
El estudio se realizó sobre 2.608 soldados destinados en Irak y Afganistán que habían utilizado ese armamento contra el enemigo. Pertenecían a cinco unidades distintas: las divisiones de Infantería 3ª y 48ª, el segundo batallón de la 140ª División, también de Infantería, la 82 División Aerotransportada y la 10ª de Montaña.
Las principales armas examinadas fueron la pistola Beretta 92F conocida en el US Army como M9, los rifles M4 y M16 (en sus versiones A2 y A4) y la ametralladora ligera M249, en origen FN belga y conocida como Minimi. Todas esas armas son las reglamentarias que utilizó el US Army en los teatros de operaciones de Oriente Medio.
Pudo constatarse, de entrada, que la confianza de los militares con la pistola M9 y la ametralladora M249, pese a revelar que más de la mitad de los encuestados estaban satisfechos, fue menor que con el resto de las armas. Una opinión extendida, además, a su mantenimiento, entrenamiento, limpieza, resistencia a la corrosión, munición, humo y destello en el disparo, cadencia de tiro y alcance. En ocasiones, los altos niveles de confianza fueron atribuidos al mantenimiento del arma por el soldado y los más bajos a la edad de la misma y a la dificultad que planteaba al requerir la intervención de un armero.
En general, el 78 % de los soldados dijeron estar satisfechos. Con el fusil M4, un 89 % y con la pistola M9, un 58 %. El fusil M16 obtuvo un 75 % de aprobación y la ametralladora ligera M249 un 71 %. Hay que considerar también los porcentajes de usuarios de las distintas armas. Un 16 % había utilizado habitualmente la pistola M9; un 25 % el fusil M4; un 49 % el fusil M16 y un 9 % la ametralladora M249.
Encasquillamientos
Las interrupciones y encasquillamientos o deficientes funcionamientos en combate señalaban, en un 26 % de los casos, a la pistola M9 y en un 30 % a la ametralladora M249. La mayoría de estos problemas pudieron resolverlos los propios soldados, aunque fueron más serios que en los rifles automáticos. Hubo quejas generales sobre la dificultad de volver a adquirir objetivos tras un disparo fallido con estas dos armas.
La mitad de los soldados que usaron los fusiles de asalto M4 y M16 informaron que nunca habían tenido problemas de bloqueo del arma.
En la mayoría de los casos el sistema de enganche de los accesorios, con excepción de los carriles, fue denunciado por su impacto negativo debido a las interrupciones y consiguiente necesidad de manipulación para su arreglo. En el M4, M16 y M249 fueron mucho menores cuando disparaban en modo semiautomático.
Un 75 % ofreció sus experimentados consejos. Las recomendaciones más frecuentes se centraron en incrementar el poder de parada y la mortalidad, la necesidad de disponer de cargadores de mejor calidad en la M9 y los M4, y M16, modificaciones en las trinchas, atalajes y fundas de cargadores y en hacer más duraderos los sistemas de alimentación para la ametralladora ligera M249. La longitud y el peso del fusil M16 y de la ametralladora M249 fueron las razones más frecuentes de insatisfacción con esas armas. Los críticos con el M16, en un 71 % se quejaron del tamaño excesivo y un 46 % hizo otro tanto con la ametralladora M249 debido, según ellos, al elevado peso.
Munición
El 77 % declararon estar satisfechos con la munición utilizada. La mayor tasa de insatisfechos, un 49 %, se registró en los usuarios de la pistola M9 de calibre 9 mm. Parabellum. Un 48 % hicieron sugerencias para su mejora, casi todas centradas en la munición y en los cargadores.
Hubo también propuestas en los sistemas de alimentación de la ametralladora M249. El 40 % prefería los cargadores ligeros de cien cartuchos, mientras un 21 % optó por los pesados de 200 y un 18 % dijo no percibir diferencias significativas entre unos y otros.
Empuñamiento del arma
Este apartado incluye atributos como la empuñadura, los guardamanos, el calor desprendido por los disparos, el tamaño y el peso del arma. Globalmente un 71 % de los encuestados se mostraron satisfechos. El fusil M4 tuvo un alto 90 % de partidarios. Los soldados evidenciaron estar muy satisfechos por lo que hace al empuñamiento del fusil M4.
El fusil M16 y la ametralladora M249 reunieron un 60 % de opiniones favorables cada una. Sin embargo, el guardamanos del fusil M4 y la empuñadura de la pistola M9 fueron las principales causas de las escasas protestas. Un 35 % hizo referencia a la empuñadura y el guardamanos en el fusil M4 y en la pistola M9, un 33 %.
Condición del arma
Un 79 % informaron haber recibido el arma en buenas condiciones y un 74 % alegó que seguía en buenas condiciones cuando la dejaron de usar.
La mayor parte de las tropas advirtieron que sus armas no requirieron reparaciones en el campo de batalla. Cuando fueron necesarias, los problemas pudo resolverlos el armero de la unidad.
La confianza en el arma se reveló mayor en los fusiles de asalto M4 (80 %) y M16 (71 %) y menor en la pistola M9 (54 %).
Precisión, alcance y cadencia de fuego
Los soldados aseguraron estar contentos, en un amplio 90 % de los casos, con la precisión del arma, en un 88 % con el alcance y en un 91 % con la cadencia de fuego. De nuevo, los usuarios del fusil M4 aportaron los mayores niveles de satisfacción: un 94 % en la precisión, un 92 en el alcance y un 93 en la cadencia de tiro. Los usuarios de la pistola M9 se quedaron en niveles inferiores pero que superan la media de satisfacción: un 76 % en la precisión, un 88 en la cadencia de tiro y un 66 % en el alcance.
Entrenamiento de combate
Un 82 % de los militares reconoció estar contento con el entrenamiento que había recibido para manejar el arma y 72 de cada cien subrayaron que el entrenamiento había sido muy efectivo en prepararles para usar su arma en combate real.
Nuevamente, un 29 % se quejó de haber recibido un entrenamiento insuficiente con la pistola M9 mientras que 74 de cien soldados afirmaron haber sido entrenados con su arma en ambientes muy similares al posterior teatro de operaciones. Es sabido que muchos de los destinados a Irak pasaron por el desierto de Mojave, en los Estados Unidos, un 30 % de los mismos al menos durante un mes.
Mantenimiento
También el 82 % de los soldados consideraban positivo el mantenimiento recibido por sus armas. El 70 % declararon hallarse satisfechos con el entretenimiento de la ametralladora M249. Los quejosos en este apartado señalaban la dificultad de acceder a las piezas pequeñas, incluso con el arma desmontada. También aludieron a la escasa resistencia a la corrosión de los materiales que la componen.
El 64 % de los soldados dijeron usar los kits de limpieza que venían con el arma. Un 20 % no se limitaron al material que recibían del Ejército y usaron cepillos y gratas comerciales. La mayoría, un 63 %, declaró que realizaba una limpieza rápida del cañón y del exterior del arma al menos una vez al día. Solamente un 33 % llevó a cabo diariamente un desmontaje completo del arma para su limpieza. El 78 % dijo realizar este tipo de limpieza detallada cuando menos una vez por semana.
La mayoría de los soldados, el 82 %, testificó que aplicaban una capa ligera de lubricante a sus armas; un 45 % una vez al día y un 35 %, lo hacía cada semana. Los lubricantes húmedos fueron los que se usaron de forma más generalizada, 56 %. El 62 % utilizaron un lubricante suministrado por el Ejército. De los que optaron por recurrir al aceite comercial, el 55 % usó Miltech.
Las dificultades disminuyeron cuando aumentaban la frecuencia de la limpieza.
Exclusivamente los que utilizaron el fusil M4 tuvieron mejores resultados cuando recurrían a un lubricante seco. Sin embargo, las tropas que adquirieron lubricantes no militares mostraron más confianza en el mantenimiento de sus armas.
Las interrupciones en un arma pueden causarlas por muchos factores tales como fallos de alimentación, disparo y expulsión o extracción. Muchos usuarios no pueden especificar la causa exacta de una interrupción. El porcentaje más alto de soldados señaló dificultades en el disparo del arma con la pistola M9 (26 %) y la ametralladora M249 (30 %) en enfrentamientos en el teatro de operaciones. Los informes de interrupciones con los fusiles M4 y M16 dieron como resultado ambos un 19 %, nada sorprendente dada la semejanza entre ambas armas en su funcionamiento.
Los errores de funcionamiento más serios tuvieron lugar con la pistola M9 y la ametralladora M249. La mitad de los soldados revelaron no haber experimentado nunca problemas de funcionamiento con los fusiles M4 y M16.
Accesorios y anclaje de los mismos
Un amplio grupo, el 77 %, estaba contento con los accesorios de su arma. El menor apoyo lo tuvo la pistola M9, con un 52 % de los usuarios satisfechos a este respecto. Los accesorios de uso más general empleados en las distintas armas fueron visores de punto rojo (31 % de satisfacción) e indicadores láser o infrarrojos (IR) (24 %). Los soldados solicitaron que se estandarizase el uso de los indicadores láser/IR (31 %), las ópticas holográficas (29 %), y los visores de punto rojo (14 %). La mayoría (83 %) dijo que no emplearon, agregaron ni compraron accesorios no militares del arma. Para incorporar los anexos a ésta, la mayoría de los soldados recurrieron a los carriles de uso general (40 %) y a la cuerda simulada (15 %). De quienes usaban los carriles para unir los accesorios, el 64 % declaró utilizar de forma exclusiva los suministrados por el Ejército. Un 29 % afirmaron no haber incorporado accesorios a su arma.
Conclusión
En resumen, los cargadores desechables no son populares entre las tropas. Bastantes soldados comienzan a usar dispositivos de localización rápida del blanco y los calibres netamente europeos de arma corta, como es la familia de los 9 mm, siguen enfrentándose con desventaja al mayor poder de parada del calibre tradicional estadounidense: el .45 ACP con menor poder de penetración.
Los triunfadores son, sin duda, los rifles de la familia del AR15. Tras su fracaso en Vietnam, donde se transmitió a las tropas la absurda idea de que el fusil M16 no requería de limpieza ni mantenimiento, casi cuarenta años después sigue revelándose como un arma que satisface las necesidades del infante en la lucha. Es posible, aunque el estudio no lo contempla, que la menor popularidad de la Beretta y de la Minimi la explique por su origen europeo. En cualquier caso, los niveles de fiabilidad y aceptación fueron mayoritarios en las armas usadas en los teatros de operaciones iraquí y afgano.