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La vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero

La vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, este jueves en el CongresoEFE

Ocho meses de excusas

Sánchez evidencia que no tiene mayoría para gobernar al renunciar a los Presupuestos de 2025

El Gobierno no lo hará oficial hasta mayo, pero varios de sus miembros empiezan a deslizar que no van a dar una batalla que intuyen perdida de antemano. Y que implicaría adelantar las elecciones

Gabriel Rufián no pudo ser más gráfico cuando este jueves, a la entrada del Pleno del Congreso, le preguntaron si cree que el Gobierno aún tiene intención de aprobar los Presupuestos de 2025 y llevarlos a la Cámara Baja. El portavoz de ERC auguró que no y dio su razón de peso: «Porque palman».

Después de muchos meses de excusas y de darse prórrogas a sí mismo, el Ejecutivo ha empezado a preparar el terreno y a la opinión pública para renunciar también a presentar las cuentas públicas de este año, como hizo el año pasado. Entonces, por el adelanto electoral en Cataluña: el 13 de marzo de 2024, Pere Aragonès convocó las elecciones autonómicas y, esa misma tarde, la vicepresidenta María Jesús Montero anunció la decisión, con el argumento de que la disputa electoral entre Junts y ERC alteraba «de forma clara el tablero político».

Ahora, en público, ministros y dirigentes del PSOE entonan mecánicamente la cantinela de que aún que hay tiempo y que lo van a intentar. Ya no añaden la antigua coletilla de «en tiempo y forma» -la favorita de la portavoz, Pilar Alegría-, porque hace mucho que el plazo pasó. «Este Gobierno pelea hasta el último balón», sostuvo ayer Montero.

Pero, en privado, distintos miembros del Gobierno están ya en la pedagogía y van deslizando que no van a dar una batalla que intuyen perdida de antemano. Puesto que ése el motivo real de que Pedro Sánchez incumpla su compromiso tantas veces pronunciado de que el Ejecutivo cumpliría con su deber constitucional (artículo 134.3) de llevar a las Cortes los Presupuestos: que sus socios no se los apoyaran -y los necesita a todos en el mismo barco-, abocaría al presidente a convocar elecciones anticipadas, como él mismo hizo en 2019 tras un portazo de Esquerra. Este jueves, Felipe González recordó al presidente que está incumpliendo la Carta Magna y se puso a sí mismo como ejemplo. «Cuando yo no pude tener Presupuestos, agoté la Presidencia europea y convoqué elecciones. ¿Era más difícil antes que ahora? No», afirmó el expresidente.

Hacer oficial lo que es oficioso

El Gobierno se concede de plazo hasta mayo antes de hacer oficial lo que ya es oficioso. La mayoría de investidura ya no existe. En pleno debate enconado en España sobre el aumento del gasto en Defensa y los mecanismos para hacerlo, renunciar al mayor instrumento de política económica que tiene un Ejecutivo no queda muy responsable. Por no hablar de que las cuentas de 2023 fueron aprobadas en la anterior legislatura, por un Parlamento distinto. Pero los socios del PSOE, incluido Sumar, dan por hecho que el final de este culebrón está escrito. Y no están incómodos con mantener el statu quo, al contrario. Para ERC y Junts es lo mejor. Si acaso, el único resignado es el PNV.

En realidad, ésta es la crónica de una espantada anunciada. El pasado 30 de agosto, El Debate publicó por primera vez una información titulada: El Gobierno se dispone a prorrogar los Presupuestos de 2023 pero antes seguirá fingiendo.

Por aquel entonces, el pretexto era que tanto Junts como ERC iban a celebrar congresos orgánicos y que esa coyuntura distorsionaría una hipotética negociación presupuestaria. Pasó el otoño. Carles Puigdemont fue elegido presidente de Junts y Oriol Junqueras ganó las primarias y revalidó su cargo en Esquerra. Pero Sánchez y su vicepresidenta Montero siguieron sin mover ficha. Entonces se fijaron un nuevo horizonte: el primer trimestre de 2025, sí o sí.

Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, ayer en Waterloo

Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, en una reunión en WaterlooEFE

El año empezó con la prórroga automática y con el Ejecutivo reiterando su compromiso. Había palabras, pero no hechos: el Consejo de Ministros seguía sin aprobar la llamada senda de estabilidad (los objetivos de deuda y déficit públicos), que es el paso previo a los Presupuestos y el perímetro que los delimita. De hecho, aún no la ha llevado al Consejo de Ministros, y después tendría que enviarla al Congreso para que el Pleno le diera luz verde.

El acuerdo del Gobierno con ERC para condonar a Cataluña 17.104 millones de euros de deuda y el pacto con Junts para delegar a Cataluña las competencias exclusivas del Estado en inmigración y extranjería parecieron por un momento allanar el camino. Pero no: ya se ocuparon Junqueras y Puigdemont de aclararle que eran «carpetas distintas», que es el término que tanto le gusta a Junts.

El líder de ERC fue aún más explícito el martes y advirtió a Sánchez de que, si no cumple sus acuerdos, no solo no tendrá Presupuestos de 2025, «sino que no tendrá ninguna opción de tenerlos en 2026». De hecho, inicialmente el Gobierno contaba con que sería más fácil aprobar unas cuentas en 2025, que no hay elecciones prevista sobre el papel, que en 2026, con la campaña de las municipales y autonómicas de 2027 más cerca. Decían que era ahora o nunca. Y va camino de ser nunca.

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