Fundado en 1910
Santos, el ex guardia civil que encargó el asesinato del marido de su sobrina

Santos, el ex guardia civil que presuntamente encargó el asesinato del marido de su sobrina

Fargo en Toledo: paga a dos sicarios para que maten al hombre que se había separado de su esposa

Este miércoles comienza en Toledo el juicio contra Santos, ex guardia que presuntamente encargó el asesinato de Josema, el marido de su sobrina Pilar

En la serie Fargo de los hermanos Cohen, un endeudado vendedor de automóviles contrata a dos sicarios para secuestrar a su esposa y pedir a su suegro el dinero del rescate. La que podría haber sido su secuela ocurrió en 2019 en un pequeño pueblo de Toledo y, como en la serie, el plan se frustró. Este miércoles en la Audiencia Provincial de Toledo se van a empezar a poner las cartas boca arriba.

Sin embargo, en El Debate, ya conocemos las conclusiones de los investigadores y de la propia fiscalía. A saber: Josema y Pilar estaban casados y tenían un hijo en común, pero por la razón que fuera, el hombre decidió romper el matrimonio y empezar vidas separadas. A la familia de Pilar, alguno dice que es como una secta, la decisión les sentó fatal.

La tesis es que Santos, ex guardia civil, quizá por su anterior vinculación con el crimen (de lado de los buenos) o porque le sentó peor que al resto el divorcio, decidió encargarle a dos sicarios el asesinato de Josema. Acordaron que el precio por robarle la vida sería de 45.000 euros. Tenía que parecer un suicidio.

Sacó de la cartera 5.000 euros y se los entregó a Claudiu y Adil. Les dio una fotografía de Josema, les facilitó su dirección de casa, los lugares que solía frecuentar, sus horarios y hasta la matrícula, dolor y modelo de su coche. Lo de que pareciera un suicidio estaba complicado, así que valoraron la opción de matarlo e incendiar la vivienda de Josema para que pareciera un robo.

Cuando hubiesen cumplido recibirían los 40.000 euros restantes y la familia de su exmujer comenzaría con los llantos y los lamentos. Por guardar las apariencias. Santos nunca pensó que los sicarios pudieran salirle tramposos: jugadores de dos bandas.

Vigilaron a Josema durante unos días: poco más. Santos comenzó a ponerse nervioso. Lo quería muerto a la voz de ya, pero los sicarios tomaron el camino más corto. Llamaron a Josema y le dijeron que alguien había encargado que dejara de respirar. Si quería oír la grabación del encargo (habían registrado con el móvil las reuniones con Santos), debía pagar 3.000 euros.

Josema sospechó que aquello era una trampa y les dio largas. Pero los sicarios insistieron: le contaron que el crimen lo había encargado su exsuegro, el padre de Pilar y le dijeron: «Cuando escuches la grabación te darás cuenta de lo que quieren hacerte, pero si le cuentas algo a alguien vas a tener problemas».

A Josema le va bien la vida, pero no tan bien como para soltar 3.000 euros de golpe. Negoció con ellos que se lo dejasen en 1.500 euros y el lugar de la cita lo escogía él. No quería quedar en un paraje solitario donde le pudieran asesinar por la espalda y sin testigos. Escogió un bar de la localidad de Quintanar de la Orden, en Toledo.

Allí entregó a los dos sicarios 30 billetes de 50 euros: en total 1.500 euros. Le dejaron escuchar la grabación y cuando pidió una copia le explicaron que no pensaban darle nada: el precio se había doblado de nuevo a 3.000 euros. Lo que no sabían los sicarios es que Josema había avisado a la Guardia Civil.

Varios agentes de paisano habían controlado la reunión desde la mesa de al lado. Otros pocos estaban en el exterior del restaurante y en cuanto pusieron un pie fuera del local se lanzaron sobre ellos. Así recuperaron el dinero y la grabación original del encargo del crimen.

Han pasado seis largos años de aquello. En todo este tiempo Santos ha estado en libertad: como si no hubiera pasado nada. Sigue en el mismo pueblo y aunque le pusieron una orden de alejamiento de 300 metros de Josema, alguna vez ha sido denunciado por incumplirla. Ahora él y los sicarios se enfrentan a diez años de prisión.

comentarios
tracking