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El acusado durante el juicio por matar a su pareja y bebé en Liaños de Villaescusa

El acusado durante el juicio por matar a su pareja y bebé en Liaños de VillaescusaEuropa Press

Tribunales

Prisión permanente revisable por asesinar a su hija de 11 meses y a su expareja en Liaño (Cantabria)

Además, el acusado deberá indemnizar a los familiares de las fallecidas con 245.000 euros

La presidenta del tribunal del jurado que declaró por unanimidad culpable de asesinato al acusado por el doble crimen de Liaño, por matar en diciembre de 2021 a su hasta entonces pareja y al bebé de ambos, de once meses, ha dictado sentencia y le ha impuesto una pena de 25 años por causar la muerte a su expareja y la prisión permanente revisable por el asesinato de su hija.

Con esta sentencia, dictada el pasado 13 de marzo y que ha dado a conocer este lunes el Tribunal Superior de Justicia de Cantabria (TSJC), se aplica por primera vez en Cantabria la prisión permanente revisable.

En el auto, contra la que cabe recurso ante la Sala de lo Penal del TSJC, la magistrada le considera autor de dos delitos de asesinato con la concurrencia de la circunstancia agravante de parentesco y, además, en el caso de la muerte de su pareja, de la agravante de discriminación por razón de género.

También le impone dos medidas de libertad vigilada de diez años cada una y le priva de la patria potestad durante el tiempo de la condena respecto de las hijas que tiene con otra pareja.

Junto a ello, como autor de un delito continuado de quebrantamiento de medida cautelar, cometió los hechos cuando pesaba sobre él una medida de alejamiento respecto de su pareja y su hija, ha sido condenado a un año de prisión.

En concepto de responsabilidad civil, establece la magistrada que el acusado deberá indemnizar a los familiares de las fallecidas en 245.000 euros.

Hechos probados del fatídico suceso

Según los hechos que el jurado consideró probados y que se recogen en la sentencia, el ahora condenado regresó a la vivienda familiar pocos días después de conocer la prohibición de acercarse a su hija y a su pareja, y lo hizo con el consentimiento de esta.

Allí permaneció varias semanas. Sin embargo, «al persistir el comportamiento autoritario y despreciativo de él hacia ella y su hija», la mujer llamó a la Guardia Civil y agentes se personaron en la casa, requiriéndole para que la abandonara, lo que efectivamente hizo.

Pero «pasados unos minutos se dio la vuelta y volvió a la vivienda», de modo que una hora después su pareja, «a quien no se le había avisado por la Guardia Civil de que el acusado no había sido ingresado en prisión y que, por tanto, continuaba en libertad, regresó creyendo que él no estaba en la misma, llevando a la niña en brazos».

Entonces, el acusado, «persona corpulenta y de gran envergadura, que no aceptaba la decisión de la mujer de poner fin a la convivencia, la atacó por sorpresa, no pudiendo esta hacer nada para evitar el ataque, ni para zafarse de su agresor».

Este, «con ánimo de acabar con la vida de ambas, las golpeó de forma brutal, reiterada y violenta, y con el fin de aumentar su dolor les dio puñetazos y patadas por la cabeza, cara y cuerpo».

Además, en el caso de la mujer, le clavó «de forma indiscriminada un arma blanca monocortante por seis ocasiones». Una de las puñaladas produjo la rotura del tejido pulmonar que desencadenó un hemotórax, shock hipovolémico y su fallecimiento.

Igualmente, ocasionó la muerte de la bebé, a la que asfixió por estrangulación. Después de muerta, le clavó el arma blanca.

El jurado consideró en su veredicto del pasado 20 de febrero que, durante la relación que el ahora condenado mantuvo con la mujer, este manifestaba «comportamientos despectivos, autoritarios y despreciativos hacia su pareja y hacia su hija», y que «las mató en un acto de dominación machista».

«Siguiendo una deducción racional» de todos los hechos probados, el jurado estimó que fue el acusado quien agredió a su pareja y a su hija, al ser él la «única persona de la que cabe afirmar que tenía motivos para ejecutar el terrible acto».

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