
Pedro Sánchez, aplaudido por su bancada al final de su primera intervención
Un presidente en soledad
Sánchez elige hacer la guerra por su cuenta antes que buscar un pacto de Estado con Feijóo
El debate del gasto en Defensa dejó tres evidencias: el plan del presidente es seguir parcheando los Presupuestos de 2023, no quiere un acuerdo con el PP y sus socios apretarán, pero jamás ahogarán
Pedro Sánchez es un presidente acostumbrado al regate corto y a la filosofía del partido a partido, más por necesidad que por elección. Y es ahí donde mejor se desenvuelve. Pero, este miércoles, tuvo que cambiar de registro y poner las luces largas. Tuvo que hablarles a los españoles de la necesidad de invertir en la defensa europea, con decisiones de las que serán deudores los futuros gobiernos. Las futuras generaciones.
Por eso, porque se le notaba fuera de su hábitat, Sánchez no tuvo su mejor mañana en el Congreso. Solo se le vio a gusto cuando pasó del vuelo alto al vuelo rasante para cargar contra Alberto Núñez Feijóo y contra Santiago Abascal, a los que dedicó cerca de una hora de su turno de réplica. Al líder del PP le recriminó que no cese a Isabel Díaz Ayuso «por corrupción» y a Carlos Mazón «por su negligencia». Al de Vox le espetó: «Su lema no es todo por la patria, su lema es todo por la pasta».
Tres evidencias
El debate de este miércoles en la Cámara Baja sirvió para constatar varias cosas. Primero, que el presidente no tiene más plan que seguir parcheando los Presupuestos de 2023 al margen del Parlamento para cumplir sus compromisos con la UE y la OTAN, que la oposición se malicia que serán mucho más del 2 % del PIB. Segundo, que no hay posibilidad de un pacto de Estado entre los dos principales partidos en las actuales circunstancias, porque en realidad el presidente tampoco lo busca.
Y tercero, que Sánchez depende de unos socios contrarios al aumento de la inversión militar que, no obstante, podrán apretarle, pero nunca ahogarle. De hecho, durante el debate fueron mucho menos beligerantes de lo que podían haberlo sido, con la excepción de la líder de Podemos, Ione Belarra. A quien, no obstante, el presidente calló al recordarle que ella formaba parte del Gobierno cuando se aumentó el gasto en 10.000 millones de euros. «Usted no me llamaba entonces ‘señor de la guerra’», le reprochó.
La líder de Podemos, Ione Belarra, durante su intervención en el Congreso
A decir del equipo del presidente, la contención y la prudencia mostradas por Sumar y por los aliados parlamentarios del PSOE fue la nota positiva de la jornada, En la Moncloa sacaron esta conclusión: «Si tenemos que traer alguna decisión al Congreso, nuestros socios estarán», resumieron. Ciertamente, ni Sumar, ni ERC, ni Bildu, ni mucho menos el PNV y Junts fueron a morder a un presidente desarmado por el rearme europeo. «El mundo es como es, y no como nos gustaría que fuera», resumió la portavoz de Bildu, Mertxe Aizpurua, comprensiva. Pero, de ahí a que Sánchez le sobraran votos en una hipotética votación, va un camino.
Camino que, en cualquier caso, el presidente dejó claro que no tiene intención de transitar. Por primera vez, Sánchez reconoció a su manera que no habrá Presupuestos de 2025 que recojan ese aumento del gasto en Defensa y que, si acaso, los habrá en 2026. La decisión está tomada, aunque no guste a Yolanda Díaz: el Gobierno cree que es imposible sacar adelante dos presupuestos en nueve meses y no es cuestión de «hacer perder el tiempo» al Congreso, que diría Pilar Alegría. Por cierto que en el Ejecutivo reconocieron ayer en voz baja que esa frase de la portavoz en la rueda de prensa del martes fue desafortunada.
Feijóo esperaba poco de la comparecencia y sacó menos. Solo 44 minutos de reproches e insultos del presidente durante su turno de réplica, aprovechando que Sánchez tenía tiempo ilimitado en sus tres intervenciones. Nuevamente, el reloj fue un gran aliado del presidente: su segundo turno –el más largo– duró más de una hora y 30 minutos. Por el contrario, Feijóo tuvo que ceñirse en su réplica a siete minutos, y porque arañó dos más. Y lo mismo Santiago Abascal.

Alberto Núñez Feijóo, mostrando la Ley de Defensa Nacional
«Para los asuntos de Estado se necesita una oposición de Estado», dijo el presidente al líder de la oposición. Fue lo más cerca que estuvo de pedir un pacto de Estado al PP, y estuvo muy lejos. «Es usted una máquina de empatía y de generar consensos», le respondió después Feijóo con sorna.
El presidente de los populares condicionó cualquier hipotético acuerdo futuro a reunirse con el Jefe del Estado Mayor de la Defensa y con los responsables de los tres ejércitos para que le expliquen los planes de primera mano. Feijóo no se fía de Sánchez. Lleva semanas quejándose de que recibe más información de sus colegas del Partido Popular Europeo que del presidente del Gobierno, y sospecha que el aumento del gasto en Defensa deberá acercarse mucho más al 3 % del PIB que al 2 % comprometido públicamente y reconocido por el presidente del Gobierno.
Feijóo no vislumbra por ningún lado un pacto con Sánchez, pero Abascal sí lo ve. El líder de Vox pronosticó que se producirá más pronto que tarde, puesto que, en Europa, socialistas y populares van de la mano. «Este debate es un fraude, un teatro, un engaño, una mascarada. La fundación del PP ha pedido al PP que llegue a un acuerdo con el PSOE», sostuvo Abascal durante su segundo turno.
El presidente se marchó del hemiciclo pasadas las tres de la tarde y en el ambiente quedaron flotando las mismas preguntas: cuánto dinero, en qué plazos, con qué instrumentos y sacándolo de dónde.