Vega indaga con la reedición de su obra, 'La Madrugá', en los hechos que desencadenaron el pánico en la ciudad hace 25 años

Vega indaga con la reedición de su obra, 'La Madrugá', en los hechos que desencadenaron el pánico en la ciudad hace 25 añosCedida

Entrevista con el periodista y autor de 'La Madrugá'

Juanmi Vega: «Al no saberse qué ocasionó las avalanchas de la Madrugá, tampoco cómo evitar que se repitan»

El periodista indaga con la reedición de su obra en los hechos que desencadenaron el pánico en Sevilla hace 25 años

La cuenta atrás para la Semana Santa empezó oficialmente el Miércoles de Ceniza, pero en Sevilla comienza mucho antes, probablemente cuando guardamos las figuras del Nacimiento.

Desde entonces, vivimos envueltos en preparativos que encierran tradiciones y sentimientos propios de cada casa: los que faltan están más presentes que nunca en sus medallas y túnicas, que siguen saliendo a la calle, aunque ellos ya no estén; y los que empiezan a vivir heredan un legado en forma de devociones a determinadas imágenes, que muchos años antes ya recibieron las oraciones de sus mayores. Son generaciones unidas no solo por ADN, sino por una fe arraigada en el corazón.

Y así, cada primavera, Sevilla se echa a la calle para dar testimonio de piedad popular sin faltar a su cita, aunque hace 25 años tuvo lugar un suceso que hizo peligrar el concepto y la forma de cómo entendemos aquí la Semana Santa. En plena Madrugá, con miles de personas en la calle, se desencadenaron una serie de tumultos y avalanchas que sembraron el pánico sin saber muy bien cuál era el origen… Y el caso es que, hoy en día, sigue sin conocerse.

El periodista Juan Miguel Vega indaga sobre estos sucesos con la reedición de La Madrugá, cuya primera versión se publicó en 2006.

— La Madrugá (25 años después) trae a nuestros días los sucesos que tuvieron lugar aquella noche del año 2000 y que aún hoy no se han esclarecido. Su docunovela se desarrolla sin que el lector tenga muy claro dónde acaba la realidad y empieza la ficción. ¿Qué piensa usted que ocurrió realmente?

— Ateniéndonos a los hechos –una serie de avalanchas que se generan a la misma hora en distintos puntos, muy alejados entre sí en algún caso– todo apunta a un plan premeditado. Por quién y por qué son las dos grandes cuestiones que hasta ahora todavía nadie ha logrado despejar.

¿Qué consecuencias cree que tuvo aquello y cómo siguen condicionándonos hoy en día en lo que se refiere a cómo vivimos la Semana Santa?

— Los sucesos del año 2000 generaron una inquietud lógica en la ciudadanía, que un cuarto de siglo después aún se percibe. Ello se debe, aparte de a las réplicas puntuales que han podido producirse en estos años –desde luego, mucho menos graves y posiblemente con otras motivaciones–, al hecho de que no se ha podido aclarar qué provocó aquellas turbamultas. Al no saberse qué las ocasionó, tampoco se puede saber el modo de evitar que vuelvan a pasar.

La obra incluye el apéndice de investigación «Los agujeros negros de la Madrugá» en torno a la investigación que se llevó a cabo, ¿el lector tendrá una idea más clara de lo que pasó tras echar un vistazo a esas páginas?

— Los agujeros negros lo que ponen de manifiesto es lo cogida con alfileres que está la versión oficial y las muchas dudas que genera el modo en el que se ejecutó la investigación. Todo acaba generando la sensación de que detrás de lo ocurrido hubo una verdad incómoda. La novela especula con cuál pudo ser esa verdad.

¿Cómo cree que ha sido la evolución de la Semana Santa de hace 25 años hasta la actualidad?

— La Semana Santa, a pesar de todo, ha seguido disfrutando de un momento de apogeo inusitado, lo cual no quiere decir que todo lo que esté sucediendo sea bueno. Hay también excesos, que suelen ser fruto de los momentos de apogeo. Ha pasado siempre y con todo.

¿Cree que la evolución habría sido la misma si no hubiera pasado todo aquello?

— Posiblemente sí. No creo que el recuerdo de aquella noche pese tanto a estas alturas. El mismo hecho de que algunos, bastantes, se refieran a ello como 'las carreritas', demuestra cómo se ha edulcorado el recuerdo de aquello y minimizado la responsabilidad de quienes, por acción u omisión, no llevaron la investigación hasta el final. Y a este respecto responsabilizo a la ciudadanía entera de Sevilla también, que demostró una vez más su conformismo e indolencia.

¿Cuáles cree que son los grandes retos a los que se enfrenta el Consejo General de Hermandades y Cofradías de Sevilla para mantener la esencia de nuestra Semana Santa?

— Reconocer que hay problemas o excesos no significa creer que la Semana Santa esté perdiendo su esencia o atraviese una decadencia letal, como algunos agoreros parecen sostener. En realidad, ese discurso de que la Semana Santa se está echando a perder es bastante antiguo. Hace un siglo ya había quienes lo defendían. Es aquello tan viejo de cualquier tiempo pasado fue mejor, y no es necesariamente verdad. No, al menos, en este caso.

Respecto a la pregunta anterior, quizá deberíamos hacerla extensiva a los ciudadanos, al Ayuntamiento de Sevilla y a todos los implicados en mantener una tradición que nos define. ¿Qué mensaje lanzaría para conservar nuestras tradiciones?

— Que vivamos la Semana Santa con naturalidad, sin afectación, sin cursilería, sin excesos, cuidándola, pero sin estar rasgándonos permanentemente las vestiduras… En definitiva, como nos enseñaron nuestros abuelos a vivirla.

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