Un manifestante contra el turismo en Barcelona realiza una peineta, el pasado 6 de julio

Un manifestante contra el turismo en Barcelona realiza una peineta, el pasado 6 de julioEuropa Press

Política- Economía

Los efectos colaterales del plan Collboni contra el turismo: los sectores económicos se verán mermados

Desde el debate hemos entrevistado a Ángel Sánchez, abogado experto en derecho inmobiliario de Golden Partners

Ayer, domingo 21 de julio, conocíamos la propuesta de Collboni en su lucha contra el turismo. Una encrucijada que no cesa. El alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, ha propuesto subir «todavía más» el tramo local de la tasa turística a los cruceristas que pasan menos de 12 horas en la ciudad.

«El tramo local ya lo hemos subido al máximo, 4 euros, y ahora un crucerista de paso paga en total 7 euros. Queremos subir todavía más el tramo local de la tasa turística al crucerista que pasa menos de 12 horas en Barcelona», ha defendido en una entrevista publicada este domingo en 'El País' y recogida por Europa Press.

De esta manera, plantea incrementar «sustancialmente» la tasa a los cruceristas de escala, destapando el tramo local de la tasa turística, a través del Parlament de Cataluña.

Pero, ¿qué supondrá esta medida -sumada a otras como la propuesta de eliminación de los pisos turísticos para 2029- para una ciudad como Barcelona?

Desde el debate hemos entrevistado a Ángel Sánchez, abogado experto en derecho inmobiliario de Golden Partners.

Según Sánchez, en términos generales, no afectará en exceso en el número de visitantes que acudan a la ciudad procedentes de un crucero, «ya que suelen ser viajes que realizan personas con un nivel económico medio alto». Y por el hecho de subir unos euros la tasa de acceso a la ciudad durante unas horas, los cruceristas no se van a privar de visitar la misma. «Ahora bien, por poca que sea la disminución de turistas, la ciudad se verá menos frecuentada», admite.

No obstante, según el abogado, la relación entre los pocos euros de más que se recauden y los cruceristas que dejen de visitar la ciudad, por pocos que sean, «no compensa lo que estos que se queden a bordo del crucero se dejen de gastar en la ciudad». Sánchez añade que hay que tener en cuenta las muchas posibilidades que tiene el turista para visitar la ciudad, con el consiguiente dispendio en atractivos culturales (los cuales, la mayoría son gestionados de manera pública), de ocio y gastronómicos. «De media, un turista gasta durante el día (excluyendo pernoctar) una media de 92 euros, y siendo turismo de capacidad adquisitiva media alta, el gasto promedio es superior», explica.

El abogado añade que, bien es cierto que se reducirá el turismo y su afluencia, pero «los diferentes sectores económicos que se nutren de ellos, se verán mermados, por lo que, a la larga, producirán menos impuestos de los que se nutren las mismas instituciones públicas que quieren imponer una tasa superior».

En conclusión, y «a falta de ver las especificidades de la medida», Sánchez entiende esta medida como «contraproducente para la economía pública y privada de la ciudad y sus ciudadanos».

¿Existen alternativas a esta medida?

«Siendo el fin de esta medida obtener dinero público, creo que es contraproducente, por lo que haría precisamente lo contrario, eliminaría la tasa de cruceristas para abolir cualquier barrera que pueda tener cualquier turista a visitar la ciudad, pues como hemos analizado antes, genera ingresos públicos y privados a Barcelona y los barceloneses.», decreta el letrado.

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