Imagen de la Virgen de Montserrat venerada en el santuario

Imagen de la Virgen de Montserrat venerada en el santuarioAbadia de Montserrat

Leyendas de Barcelona

¿La auténtica Virgen de Montserrat está en su montaña o en el centro de Barcelona?

Una leyenda siembra la duda sobre si la Moreneta que se venera en el santuario es la auténtica o una réplica

Aunque la Virgen de Montserrat, «la Moreneta», tiene su santuario en la montaña del mismo nombre, su imagen se adora en otros puntos de Cataluña. Solo en la ciudad de Barcelona encontramos cuatro imágenes: una está en la capilla castrense del parque de la Ciudadela, y otra en la capilla que esconde la parte noble del Ayuntamiento de Barcelona, que mandó habilitar el alcalde José María de Porcioles.

La tercera está en la Plaza de Cataluña: en una de las hornacinas laterales —la que está en el lado del río Besós, mirando hacia la montaña— encontramos una escultura de Eusebio Arnau Mascort. La escultura representa al anacoreta Joan Garí, el cual sostiene una imagen de la Virgen entre las manos. Se cuenta que, durante la guerra civil, cuando el culto religioso se prohibió, muchos barceloneses iban allí, disimuladamente, a rezarle.

La Moreneta de plaza Cataluña, en una escultura de Eusebio Arnau

La Moreneta de plaza Cataluña, en una escultura de Eusebio ArnauWikimedia

La cuarta se encuentra en la iglesia de los Santos Justo y Pastor, y sobre esta imagen existe una leyenda. La tradición explica que esta talla está allí desde la época en la cual San Paciano era obispo de Barcelona, allá por el siglo IV. Cuenta la leyenda que la imagen llegó a Barcelona desde Jerusalén, donde san Lucas, a petición de san Pedro, la había tallado en una madera quemada por un rayo.

Con la invasión musulmana de la ciudad, en el siglo VIII, se decidió ocultarla en las catacumbas que hay en los sótanos de la iglesia, pues allí se hallaba el antiguo anfiteatro romano. Ante el miedo de que fuera descubierta y destruida, la sacaron de la ciudad. Al llegar cerca de una montaña, un pájaro los guio con su vuelo a una cueva natural, donde la escondieron. De regreso a Barcelona, un grupo de musulmanes los abordaron y asesinaron. Así se perdió la pista de dónde la habían escondido.

Tuvieron que pasar 100 años para que unos pastores la descubrieran, al ver salir de allí una luz celestial y oír cánticos. Los pastores avisaron al rector de Monistrol, que fue hasta allí con Gotmar, obispo de Vic. Decidieron trasladarlo a Manresa. A medio camino la imagen empezó a pesar cada vez más, hasta que no pudieron trasportarla. Creyendo que la Virgen deseaba quedarse en aquella montaña, se levantó una ermita y, con los años, el actual monasterio.

Al estallar la guerra civil, por miedo a que fuera destruida, la Moreneta fue trasladada a Barcelona, regresando a su lugar de origen. La que depositaron en su lugar, en el santuario, era una copia. Hay incluso quien dice que, terminada la guerra, la imagen original siguió allí y que la que se venera en el santuario es una copia. Así, la talla de san Lucas seguiría en Barcelona y no en Montserrat: si non è vero è ben trovato.

¿Una iglesia templaria?

Aparte de este hecho vinculado con la Moreneta, esta iglesia tiene otras historias dignas de ser conocidas. Se la considera la iglesia más antigua de Barcelona. Se cree que estuvo vinculada a la Orden de los Pobres Compañeros de Cristo y del Templo de Salomón, u Orden del Temple.

Vista exterior de la Iglesia de los Santos Justo y Pastor, en Barcelona

Vista exterior de la Iglesia de los Santos Justo y Pastor, en BarcelonaWikimedia

En su interior se encuentran varias cruces patadas o paté. Es decir, una cruz cuyos brazos se estrechan al llegar al centro y se ensanchan en los extremos. En el dintel del pórtico de entrada se puede leer «Domus Dei et Porta Coeli» (Casa de Dios y Puerta al Cielo).

Esta inscripción también la encontramos en la capilla de Santa María de Palau, en la calle Ataulfo número 4, único vestigio templario de lo que luego sería el Palacio Real Menor, que perteneció a la familia Requesens. Este palacio estuvo en manos de los templarios hasta la desaparición de la orden. El palacio no estaba muy lejos de la iglesia. También la torre octogonal de la iglesia es una característica de las edificaciones de esta orden.

Nuestra Señora de la Esperanza

Otra curiosidad que esconde es una imagen de Nuestra Señora de la Esperanza. Se trata de una advocación de la Virgen María embarazada. Algunos autores afirman que representa a María Magdalena. Lo que sorprende es que, a los pies de la imagen hay una tumba que se cree es de un masón, pues se puede distinguir un compás y una escuadra, símbolos de la rectitud y la justicia.

Antes de construirse la iglesia gótica, había una primitiva dedicada a San Félix y a la Santa Cruz. En época de Ludovico Pío, rey franco del siglo IX que conquistó Barcelona en el 801 al Emirato de Córdoba, le concedió a esta iglesia de San Félix tres privilegios. Con los años, al construirse la gótica, la adoración por este santo se trasladó al interior, conservando sus privilegios. ¿Cuáles eran?

El primero era el testamento sacramental. Este consistía en que un barcelonés que muriera lejos de la ciudad, podía decirle sus últimas voluntades a alguien. Este, antes de seis meses, debía ir frente al altar y levantar acta ante un notario y el rector. El segundo, la batalla juzgada. Consistía en que los caballeros que se enfrentaban en duelo, en el actual Paseo del Borne, antes tenían que ir a San Félix para jurar que lucharían noblemente, sin la ayuda de brujos o talismanes que le dieran ventaja sobre sus contrincantes.

Y el tercero, el juramento de los judíos. El testigo tenía la obligación de jurar frente al altar, en presencia del rector, que decía la verdad, porque si no Dios descargaría su furia contra él y su familia sin mentira. Esto se realizaba cuando había pleitos entre judíos y cristianos. Una curiosidad final. La batalla juzgada y el juramento de los judíos perdieron su razón de ser con el paso de los años. No así el testamento sacramental.

El primero tuvo lugar en el 1.082 y el último en 1989. La Ley 40/1991, de 30 de diciembre, aprobada por el Parlamento de Cataluña, abolió el testamento sacramental «aunque se reconoce su larguísima tradición en Cataluña, de raíz alto-medieval, se ha considerado obsoleto».

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