
Escudo del Club de Tenis de Horta en Barcelona.
Los últimos guardianes de la historia: el cementerio olvidado de Horta
Vestigios medievales entre raquetas modernas
Entre pistas de tenis y el bullicio del siglo XXI, un secreto medieval permanece oculto a simple vista. En la parte trasera del Club de Tenis Horta, resistiendo el paso de los siglos, dos columnas de piedra emergen de la vegetación como testigos silenciosos de la historia del barrio.
Estas columnas no son simples restos arqueológicos: marcaban la entrada al cementerio parroquial de la antigua iglesia de Sant Joan d'Horta. Junto a ellas, un dintel desgastado y muros de piedra maciza adyacentes a la calle Salses dibujan el contorno de lo que fue uno de los primeros asentamientos religiosos de la zona.
La historia de Sant Joan d'Horta se remonta al primer milenio. Durante el siglo X, mientras Europa apenas salía de la oscuridad medieval, esta pequeña comunidad ya comenzaba a tomar forma. Los registros del siglo XI mencionan un asentamiento urbano naciente bajo la jurisdicción de la parroquia de Sant Andreu de Palomar, aunque habría que esperar hasta 1095 para encontrar la primera mención documental de un templo propio.
El origen del edificio religioso resulta particularmente interesante: nació como una modesta capilla dentro de la casa señorial de la familia Horta (entonces escrito Orta), los terratenientes que dieron nombre a toda la zona. Durante casi seis siglos, desde 1260, mantuvo un estatus subordinado a la iglesia de Sant Genís dels Agudells, hasta que en 1860 la situación se invirtió completamente.El edificio medieval que perduró hasta los albores del siglo XX representaba un catálogo arquitectónico vivo. Sus tres naves con bóveda de cañón fusionaban elementos bizantinos, románicos y góticos. Un campanario cuadrangular almenado, más propio de una fortificación que de un lugar de culto, completaba el conjunto. Un bajorrelieve tallado en piedra representando la decapitación de San Juan Bautista servía como recordatorio de la dedicación del templo.
La expansión demográfica del siglo XIX evidenció la insuficiencia del antiguo templo. En 1905 se inició la construcción de un nuevo edificio religioso, emplazado estratégicamente más cerca del centro de la población, en la actual calle Rectoria, mientras el viejo templo continuaba en funcionamiento.
El destino, sin embargo, tenía otros planes. Durante la Setmana Tràgica de julio de 1909, Sant Joan d'Horta fue consumida por las llamas, sobreviviendo únicamente el campanario y fragmentos de la estructura original. Este suceso aceleró el proyecto de la nueva iglesia en la calle Campoamor, bajo la dirección arquitectónica de Enric Sagnier. Aunque se inauguró en 1917, las obras se prolongarían hasta 1980.
Mientras tanto, en 1912, los terrenos donde generaciones de habitantes de Horta habían encontrado su último descanso fueron transformados en el Club de Tenis Horta, conservando involuntariamente entre sus instalaciones estos vestigios históricos que siguen contando, en silencio, la historia del barrio.