Del «sobra el Ministerio de Defensa» al «son grupos ultras»: la hemeroteca retrata a Sánchez con la DANA
El presidente del Gobierno aseguró que la cartera que hoy ostenta Margarita Robles y que está auxiliando a decenas de miles de valencianos debía desaparecer para que hubiera «más presupuesto contra la pobreza y la violencia de género»
Las piruetas dialécticas del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, vienen siendo una constante desde que llegó al Palacio de la Moncloa, el 1 de junio de 2018. Para corroborarlo, basta con sacar del baúl de los recuerdos la tan célebre frase de la por aquél entonces portavoz del Ejecutivo y vicepresidenta del mismo, Carmen Calvo, quien, en un ejercicio nunca visto hasta entonces, se afanó en separar la figura de un Sánchez mandatario de un Sánchez líder de la oposición en aras de intentar justificar que lo que él mismo apreció como «rebelión» se fue atenuando por fuerza de sus menguantes apoyos en el Congreso de los Diputados.
En esta línea, no es descartable que, a tenor de los hechos, el líder socialista haya experimentado por enésima vez ese tan recurrido don de la bilocación, según el cual puede estar en un lado y en el contrario sin que el tiempo ni las circunstancias le puedan afectar. Y es que fue el 4 de octubre de 2014, cuando confrontaba con Mariano Rajoy, cuando aseguró en una entrevista en El Mundo lo siguiente:
«Falta más presupuesto contra la pobreza, la violencia de género… Y sobra el Ministerio de Defensa». Así. Tal cual. Sin ambages ni vacilar, mientras posaba más que sonriente tras cocinar un plato de pasta. Lo dijo para poner todos los datos sobre la mesa, en la séptima pregunta de la conversación y en la que el periodista en cuestión le pregunta «qué ministerio sobra y qué presupuesto falta».
«¿Qué coño tiene que pasar?»
Diez años y 25 días después, fue el mismo Sánchez el que se afanaba en decir que si la Generalitat Valenciana necesitaba apoyos del Ejército tenía que solicitarlos, con una frase que lleva días siendo criticada por la pasividad (y para algunos el cálculo político) que implica: «Si necesitan recursos que los pidan», dijo desde la sede gubernamental aludiendo a las Fuerzas Armadas que poco tiempo antes quiso degradar, no se sabe, porque nunca lo aclaró, si en una secretaría de Estado, en una dirección general o en otro departamento.
La labor del Ejército está siendo vital para el rescate, la limpieza y la futura y progresiva reestructuración de casi un centenar de municipios de la provincia de Valencia que han quedado destruidos como consecuencia de la DANA, por lo que no se puede llegar a saber qué habría pasado si Defensa se hubiera diluido en otra cartera y quién habría estado al mando de las operaciones. Esto es extrapolable, no solo a lo ocurrido en el Levante español, sino también con otras catástrofes como la pandemia de la Covid-19, la tormenta Filomena, el volcán de La Palma, así como con tantas y tantas misiones de paz en el exterior que hacen las Fuerzas Armadas y toda la labor realizada en el interior de nuestras fronteras.
El presidente del Gobierno y la hemeroteca no se suelen llevar bien, sobre todo porque la segunda tiende a poner al primero frente al inmenso y testarudo espejo de las contradicciones. Otra prueba de ello ocurrió en 2015, siendo todavía líder de la oposición, por la crecida del río Ebro. Su pregunta ante los medios de comunicación lleva días resonando en las redes sociales: «¿Qué coño tiene que pasar en este país para que Rajoy pise el barro y visite Aragón, La Rioja y Castilla y León, para que esté con la gente, los ganaderos y los agricultores?», se cuestionó enojado.
Ese fango, palabra por otra parte tan manida desde la factoría comunicativa de la Moncloa, apenas lo ha chafado el secretario general del PSOE, quien no dudó en escapar en su coche oficial el pasado domingo abandonando a los Reyes y al presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, después de recibir insultos como «asesino» en su visita al municipio de Paiporta.
Por último, aunque hay más, la principal tripleta de incoherencias argumentales de Sánchez queda comprobada cuando acusó, de nuevo desde la sede presidencial, a quienes le increparon de pertenecer a un grupo «ultra absolutamente marginal». Lo cierto y verdad es que en ningún momento especificó a qué movimiento estaban adscritos y, a mayor abundamiento, los tres detenidos hasta la fecha por los altercados eran vecinos de localidades como Albal y Godella que estaban trabajando como voluntarios y no tienen filias por el nazismo ni el fascismo tal como el mismo Sánchez aseveró con una seguridad pasmosa.