Los neutralistas interesados
No quisiera comenzar este nuevo artículo sin felicitar a este medio, El Debate, por superar los 15 millones de lectores, una cifra impresionante y mucho más impresionante el tiempo en el que la han alcanzado, algo que es reflejo del reconocimiento a un gran trabajo.
Que el mundo está polarizado es evidente y visible cada día. Los medios de comunicación, o al menos algunos, además de las redes sociales, contribuyen a ello, dando voz a algunos personajes que benefician su relato y acallando a aquellas voces que lo perjudican. De este modo, algunos expertos, analistas, especialistas se establecen como tales, pero sin enfrentarse a nadie, pontificando desde sus tribunas a todo un ejército de seguidores dispuestos a creer todo lo que afirmen, enfrentándose de inmediato con aquel que ose llevarle la contraria a su líder.
Este sistema de trabajo encubierto me lleva a pensar que existen personajes a los que ya en su día definí como «neutralistas interesados», es decir, personas o personajes que tratan de vendernos una posición aparentemente neutral, aportándonos argumentos para unirnos a su causa y defender aquello que se identifica como lo mejor y más adecuado para nosotros. En este sentido, el debate permanente que suscita el conflicto de Ucrania con Rusia es un campo de batalla paralelo a las acciones bélicas que, al final, acaba situando a cada uno en la trinchera en la que realmente está.
Me gustaría recordar, antes de continuar con mi reflexión, las palabras de Desmond Tutu, Premio Nobel de la Paz en 1984, que afirmó «Si eres neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor». Esto es realmente lo que ocurre con muchos que, intentando aparentar sensatez y profesionalidad, se sitúan siempre en el lado del opresor.
El debate que se produjo en el programa Horizonte del pasado jueves, que enfrentó a Pedro Baños y al eurodiputado Antonio López-Istúriz, es quizás un ejemplo gráfico de aquello sobre lo que intento reflexionar.
En ese debate, que más bien fue una discusión entre dos personas que defendían posturas encontradas, se puso de manifiesto que el primero defiende la neutralidad y que se abandone a Ucrania a su suerte, algo que sin duda beneficia a Rusia, y que el segundo defendió que en Ucrania están luchando por nuestro modelo de vida y nuestros sistemas contra el invasor ruso. Yo no voy a colocarme en una postura de neutralista interesado, estoy de acuerdo con la segunda posición, pero no intento ocultar mis pensamientos, esa es mi trinchera, la de la libertad y la de que ningún país pueda atacar a otro porque le conviene, tal y como ha hecho Rusia.
Comencemos por estudiar algunas cuestiones surgidas de ese debate/discusión. En primer lugar, un posicionamiento como el mío tiene una definición, a juicio del coronel Pedro Baños, que me convierte en un anglo, NAFO o FELLA, es decir, una persona sin juicio que sigue sin pensar los designios de los anglosajones, algo que no es aplicable a su postura, que no le convierte en antiestadounidense o, peor, en proruso, y que uno no puede argumentar puesto que entonces pierde los papeles y pasa a adoptar una posición más agresiva e intolerante, algo inaudito en una persona con tanto nivel. Al observar estas situaciones recuerdo algo que me repetía mi abuelo, y más tarde mi padre, cuando yo pretendía situarme en ventaja sobre los demás: «Para ti un tamiz de malla gorda y para los demás un tamiz de malla fina».
En segundo lugar, nuestro país es miembro de la OTAN, compartimos valores, principios y objetivos y participamos en la defensa de ellos allí donde se establezca. Esa «neutralidad interesada» que usted nos plantea, argumentando que fue nuestra postura en las dos guerras mundiales, es la misma que nos aseguró el aislamiento posterior, el atraso y la miseria durante años. No tuvimos bajas, pero lo pagamos muy caro. Además, la historia que usted conoce como yo, desmiente lo que afirma, ya que nuestro país, en la II Guerra Mundial, actuó como «neutralista interesado», al intentar aparentar neutralidad ante los aliados, pero apoyar a la Alemania nazi. De hecho, nuestra posición, a partir del verano de 1940 pasó de neutral a no beligerante, suscitando las dudas entre los aliados y lanzando los británicos una operación de inteligencia cuya denominación oficial se desconoce, pero, extraoficialmente, se conoce como «Operación Sobornos». En esta operación los ingleses contactaron con un banquero español, Juan March, que les ayudó a convencer o «comprar» a los generales próximos a Franco, tal y como afirma el historiados español Ángel Viñas en su obra Sobornos, de cómo Churchill y March compraron a los generales de Franco. Además, también habían preparado la operación «Pilgrim», para una invasión de las Islas Canarias si Franco se unía a Hitler y favorecía la conquista alemana de Gibraltar.
En tercer lugar, en otro momento de la discusión, pregunta usted sobre quién entrena a los soldados ucranianos para, inmediatamente, cargar sobre la posición de la Unión Europea (UE) y hacernos directamente responsables de enviar a los ucranianos al matadero. Por supuesto que los entrenamos y ello se traduce en que vayan al frente algo mejor preparados para enfrentarse al enemigo ruso, el que ha invadido su país, el que ha asesinado a miles de sus compatriotas, tanto en el campo de batalla como en sus casas, ha violado a sus mujeres y ha destruido sus campos e infraestructuras críticas, intentando que la población civil sufriese un castigo indeseable, algo que no es la primera vez en la historia que ocurre, no debemos olvidarnos del «Holodomor», donde perecieron millones de ucranianos víctimas del hambre al que fueron sometidos por aquellos que pretenden denominarse sus «hermanos» eslavos. ¿Qué haría usted si esto hubiese ocurrido en España?. La neutralidad no existe cuando el de enfrente está dispuesto a no respetarla y la única solución es la defensa.
Tal y como afirmó Lajos Kossutch «la neutralidad como principio inmutable es una prueba de debilidad». Pero esta postura no es la de este debate, es la que mantiene usted constantemente. Su exposición de la muerte de Navalni es memorable, es un ejercicio impecable de olvidos intencionados, olvidando lo más grave y es que fue ajusticiado en prisión, algo que parece que usted pretende justificar con unos argumentos banales con los que parece que quisiera llevarnos, si me descuido, a la reflexión de que fue el quien, con su posición, contraria al amado líder, se buscó que lo mataran. De la liberad de expresión y el respeto a la vida por supuesto no hablamos. La misma falta de respeto que destilan sus palabras cuando habla del «piloto traidor», como si usted fuese parte de Rusia y se sintiese también traicionado.
Pero el más importante de todos sus argumentos es el que quiero comentar en cuarto lugar. Pierde usted los papeles y afirma: «Ucrania nunca ha sido una democracia». ¿Supongo que Rusia si lo es? Acto seguido pasa al ataque para defender que quieren meternos en una guerra y que nosotros no debemos caer en la trampa. ¿En qué trampa, en la de ellos o en la suya? La trampa es afirmar que quieren meternos en una guerra los anglosajones cuando esa guerra ya existe, esa guerra la ha provocado Rusia hace algo más de dos años, aunque parece que usted, nuevamente, ha tenido un lapsus de memoria. Pero déjeme hacer un breve resumen de lo acontecido los últimos años: la URSS se desmorona, Rusia sigue intentado mantener su club y ejerce control sobre ellos, no en vano se preocupó durante toda la época de la URSS de penetrar las estructuras de sus socios. El control sobre Ucrania lo ejerce con sus presidentes títeres. Yanukovich cae durante las revueltas del Euromaidan y huye, como no a Rusia, la Rusia que invade de inmediato Crimea y genera la guerra civil en el Dombas. Y usted solamente es capaz de ver la mano yanqui en el asunto. ¿Quién perdía el control de Ucrania? Su análisis y el mío son diferentes, yo defiendo que cada uno llevó a cabo su trabajo de influencia y usted defiende que los rusos se vieron obligados a reaccionar y atacar Ucrania. Me suenan sus argumentos a los utilizados por los maltratadores que buscan el modo de justificar sus agresiones, «la pegué porque me obligó», aunque seguramente estaré confundido, errado o incluso adoctrinado. Lo que si no estoy, ni estaré nunca es en su trinchera, yo defiendo España y Europa y para mí, sin lugar a dudas, los ucranianos se están ganando a sangre y fuego su entrada en la UE.