Salir en la foto
«Espero que en el nuevo San Eulogio coloquen una zona de photocall para las jóvenes promesas del balompié y sus padres y madres».
Cuando ayer se iniciaron las obras de remodelación del estadio San Eulogio, Mariló Damián, presidente del Consejo de Distrito Sur, mostró su malestar por no haberse invitado a los vecinos a la foto del momento. La señora Damián tiene un sentido mayestático de los vecinos porque incluye, seguramente, a todos lo del barrio del Campo de la Verdad y zonas colindantes, ya que el distrito abarca a Fray Albino, Sector Sur y Guadalquivir. Mucha gente para una foto sola por muy gran angular que use Rafa Mellado. Y a Torrejimeno le ha sentado tan bien la concejalía que él solo ocupa medio encuadre.
El hecho de que después de varios quinquenios el estadio se vaya a restaurar debería ser suficiente motivo de alegría para la representante vecinal, no solo por la parte que a ella y su mayestática compañía les toque, sino porque se les supone un interés desnudo de protagonismo por la mejora del distrito y sus gentes. Pero no es así. Al final parece que lo que cuenta es la foto. Mostrarse. Compartirla en redes. Estar. Aparecer. La importancia de ser. No es culpa de la señora Damián, ni mucho menos. Es el signo de los tiempos.
Hace menos de veinte años, uno de los rituales más pesados a los que debía someterse alguien era la visita a los amigos recién casados. El suplicio en tal acto social se encontraba en la muestra, casi interminable, de las fotos de la boda, del viaje de novios y del correspondiente visionado del vídeo de ambos eventos. Había que cargarse de mucha condescendencia para entender que esas criaturas te sometían a los pases de diapositivas con todo el buen corazón y ganas de compartir un amor que suele parecer siempre irrompible en ese momento de la vida. Ahora ese álbum de fotos es Facebook, o Twitter, o cualquiera de las redes sociales en las que colgar fotos o vídeos. Y no para una boda, sino para todo.
Así podemos encontrar cómo alguien comparte no ya un viaje sino el aniversario del mismo. A París, Tombuctú o El Carpio. Como si la gente, por cierto, no viajara y bastante a París, Tombuctú o El Carpio. O las comidas. Ese plato combinado. Las gulas sobre patatas al pelotón de El Tema. La hamburguesa de carne de angus escocés. También los pies en la playa, con la leyenda «aquí sufriendo». Eso solo en lo referente al ocio. Si contamos los actos, las inauguraciones, los congresos y los recitales, nos faltan horas del día para verlos todos. Mostrarse. Salir en la foto. Es el sino autorreferencial de las generaciones narcisistas en las que nos hemos convertido.
Espero que en el nuevo San Eulogio coloquen una zona de photocall para las jóvenes promesas del balompié y sus padres y madres. Si no, la movida que les puede montar el consejo de distrito al Ayuntamiento puede ser de órdago.