El semanario de la anormalidadPaco Ruiz

La marca España

Actualizada 05:00

La inmensa mayoría de nosotros recibía con gozo hace años lo que sin duda era un invento publicitario de altura. Hacer de España una marca a nivel internacional fue una idea brillante, legítima sustituta del «Spain is different» que durante tantos años acompañó la imagen de nuestro país allende las fronteras.

Pero tal vez porque el tiempo no muda las pieles tan rápidamente como algunos quisiéramos, o porque la realidad se impone por mucho que queramos disfrazarla, España sigue siendo diferente a los ojos de todos.

Tenemos la tasa de paro más alta de la Unión Europea, la presión fiscal más agresiva a la clase media, el trabajo más precario en el entorno, ora fijo ora discontinuo, la inflación más perniciosa y los políticos más ineptos.

Cuando la noticia política andaluza de la semana es la de una señora echando por tierra el parlamento (entiendan el símil), y el presidente mandándola a comprase un mono; y la noticia local la de otra señora embutiéndose en un vestido con los colores de la bandera republicana para recibir a la reina de España, que un poco más y estalla al paso de Su Majestad dejándonosla como poco tuerta por el estallido de alguno de los botones del ropaje, lo de «un poquito de por favor» se queda corto.

Qué vida tan divertida la de los que se dedican a semejantes sandeces. Yo de mayor quisiera ser como ellos, más aún si encima me pagan, me liberan de mis quehaceres cotidianos y me gratifican graciosamente por decir sandeces, para acabar como el oso polar del año pasado en el desfile gaditano de los carnavales, bien entendido que el motivo de mi doblez obedecería a un ágape previo de marisco, albariño y otras delicias preparadas por el tito Berni.

Y hablando de gaditanos, aún no me puedo creer que nadie responda por ese interrogatorio en catalán al que fue expuesta y vejada la enfermera gaditana en Barcelona, policía incluida, que poco menos que el no hablar esa lengua se está convirtiendo en un delito medioambiental en Cataluña, una región de la marca hispánica (entiendan el símil) donde el barcelona sigue siendo intocable por mucho que pagara a los árbitros o a su estamento, la Moreneta ( que no la Virgen del Rocío) la única virgen verdadera, y Jordi Puyol el intocable que, sin ser de Eliot Ness, sigue pontificando con los bolsillos llenos, cuyo contenido tiene un origen tan nebuloso que hace imposible su rastreo.

Mientras tanto, los trenes siguen sin caber por los túneles cántabros, las camillas en los nuevos hospitales castellanos, los marroquíes (no contentos con la bajada de pantalones del Sahara) la toman ahora con Ceuta y Melilla, si es que alguna vez dejaron la cuestión; y ferrovial se aleja, que no se va, de nuestro país, entre el estruendo provocado por un gobierno que ha hecho el ridículo pensando que el sanchismo (como si no los hubiéramos calado), es algo más que un régimen preludio europeo de los populismos latinoamericanos.

Y la oposición, como siempre, calladita para no meter la pata, confiados en la caída por sí sola del gobierno. No se dan cuenta que el silencio es el mejor aliado de sus contrarios. O tal vez lo sepan, pero como carecen de ideas, o al menos no las transmiten, es preferible la cautela al ridículo.

Ciertamente, Spain is different.

PDA: Protégenos bajo tus alas, San Rafael.

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