La culpa fue de Walt DisneyBlas Jesús Muñoz

La emoción del concejal

«Cierto es que su formato fue inusual, emocional y poco frecuente, pero eso mismo es lo que le dio naturalidad al asunto»

Actualizada 05:00

Asistir a una rueda de prensa, en el 95% de las ocasiones (siendo generoso), es acudir a un acto predicho, con sus mantras repetidos, sus coletillas aprendidas y una suerte de textuales. Los que dar forma.

Suele ser algo monótono y anticipado, pese a que en buena parte de las convocatorias este de moda poner el cargo, el nombre del compareciente y que «informará de temas de actualidad», que es la mejor forma de que no decir nada, pese a que intuyas el contenido.

Se convierte el acto -por diario y reiterativo- en un ejercicio mecánico del que habla, así como del que pregunta y escribe. Me decía un fotógrafo que lo suyo era un trabajo de panadero (en lugar de teleras hace fotos), pues el plumilla bien podría ser el responsable de una copistería ubicada en el entorno de una facultad o instituto.

Sin embargo, en toda esa cotidianidad, a veces, pasa algo que sopla como un viento fresco. Y esto pasó en la víspera de la Cabalgata con el concejal de Fiestas, Julián urbano, que tiró de emoción para presentar los datos del evento.

Cierto es que su formato fue inusual, emocional y poco frecuente, pero eso mismo es lo que le dio naturalidad al asunto y lo hizo cercano y distinto a lo que se acostumbra de casi cualquier político. Urbano sembró de mensajes ilusionados su discurso, como el niño al que le late más fuerte el corazón cuando se va a la cama la noche del 5 de enero.

Puede que sus formas no gusten a todos, pero no es menos cierto que salirse del 95% del estándar se agradece en una época en que la fotocopia reina sobre la creatividad con mano de hierro.

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