Madrid
San Fermín de los Navarros, la iglesia talismán de Almeida para celebrar sus éxitos
El regidor acudió a las pocas horas de conocer los resultados electorales a la iglesia ´del chupinazo´ en el Paseo de Eduardo Dato
Santo Domingo de la Calzada, la iglesia de Madrid que lleva 44 años bajo la M-30
El alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, ha conseguido sumar la mayoría absoluta después de que los madrileños se pronunciasen en las urnas y volvieran a depositar su confianza tanto en el regidor como en la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso. Al momento de conocer los resultados, ambos líderes, acompañados de Núñez Feijóo salieron como tradicionalmente al balcón de Génova para celebrar con los allí congregados, y pocas horas más tarde, al día siguiente, el alcalde se dirigía hacia Paseo de Eduardo Dato número 10 para visitar la iglesia de San Fermín de los Navarros.
La faceta más humana de Almeida
Como ya hemos mencionado, lo primero que ha hecho Almeida al revalidar su mandato ha sido visitar uno de los templos más queridos por los madrileños que también se ha convertido en su iglesia talismán. Ya desde hace años, es tradición de Almeida visitar la iglesia para celebrar sus éxitos, y este caso no iba a ser la excepción. El regidor también suele frecuentar la parroquia de San Germán y no han sido pocas las veces que ha acudido como voluntario a Cáritas, como cuando en 2020 se presentó en la parroquia de San Pedro Regalado, en el distrito madrileño de Vallecas, para ayudar en la descarga de seis toneladas de alimentos y repartirlos entre los vecinos del barrio con menos recursos. Estos gestos, sin duda nos muestran su lado más humano.
Un ejemplo del neomudéjar madrileño
Ubicada en el barrio de Chamberí, esta parroquia se construyó a finales del siglo XIX bajo la dirección de los arquitectos Eugenio Jiménez Corera y Carlos Velasco. Fue un encargo de la Real Congregación de San Fermín de los Navarros y es uno de los mejores ejemplos madrileños del estilo neomudéjar. Además, la iglesia fue declarada Bien de Interés Cultural en 1995.
El estilo quiere asemejarse al mudéjar toledano, una arquitectura de bajo coste que proliferó en la ciudad de Madrid cuando se encontraba en su pico de crecimiento. Por eso, la fábrica está realizada con combinación de ladrillo visto y mampostería de pedernal y algunos de los ladrillos de la zona superior están cubiertos por un esmalte verde y blanco.
Al llegar a las puertas, lo primero que llama la atención es su majestuosa torre, que se eleva hasta culminar en un campanario cuyas campanas suenan cada media hora. La fachada también está decorada con los escudos de Navarra y España, y alberga la imagen del patrón. Esta escultura del santo fue obra de Fructuoso Orduña, que hizo en 1958 una fiel réplica de la original de Francisco Font y Pons.
En el interior, el estilo es gótico e invita al recogimiento. Podemos observar que la planta es de cruz latina, y que el espacio está dividido en tres naves, siendo la nave central es más alta que las laterales. Uno de los detalles más bonitos son las vidrieras, que colorean la luz que se filtra al interior y están insertadas en arcos de herradura. Entre los motivos que las ornamentan podemos encontrar de nuevo el escudo de Navarra.
En la cabecera de la iglesia, el retablo mayor arroja la atención de nuevo sobre el santo que da nombre al templo. El retablo en sí fue realizado por José Yárnoz en el siglo XX, y la escultura de madera de bulto redondo fue fruto de las manos de Fructuoso Orduña y mide casi dos metros.
La iglesia del chupinazo
Desde el año 1974 el 6 de julio celebran por todo lo alto a su patrón con el tradicional chupinazo. «De Madrid al cielo»: al mismo tiempo que estalla el cohete de Pamplona, en en cielo de Madrid también estalla. Y cómo no, no pueden faltar el vino y la chistorra, que comparten entre todos los que se congregan a la puerta de la iglesia ataviados con la pañoleta y vestidos de blanco y rojo.
Además, la iglesia también es una de los favoritas por los madrileños para casarse, por lo que los novios que quieran reservar deben hacerlo con bastante antelación para asegurar que su ´sí quiero´ sea pronunciado bajo la bóveda estrellada de San Fermín de los Navarros.