El portavoz del PSOE de Madrid en la Asamblea de Madrid, Juan Lobato

El portavoz del PSOE de Madrid en la Asamblea de Madrid, Juan LobatoEuropa Press

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Lobato resiste y confía en la militancia para ganar el pulso a Moncloa

La puesta en escena no era la mejor. Una sencilla mesa de madera, que recordaba a las de los juzgados españoles, una pared blanca y un modesto cartel del PSOE de Madrid con la tradicional rosa socialista. Una estampa que, a buen seguro, hizo revolverse a expertos en comunicación política. Sin embargo, Juan Lobato, el todavía líder del PSOE madrileño y portavoz de los socialistas en la Asamblea de Madrid, compareció este martes para enseñar los dientes y advertir a Moncloa que el problema, si le mintieron a él, lo tienen ellos. Apenas tres minutos de declaración que han abierto en canal al PSOE y que dejan clara una cosa: Lobato no se rinde y va a plantar cara al aparato del partido.

El secretario general del PSOE-M, Juan Lobato

El secretario general del PSOE-M, Juan LobatoEFE

La situación es muy delicada. Después de ir al notario, a espaldas de la formación, a cubrirse las espaldas por si trataban de endosarle la comisión de algún delito, Lobato, que este lunes aún trató de salvar los trastos en clave interna, un día después, tras verse sometido a lo que él mismo ha calificado como un «linchamiento» por parte de algunos dirigentes de su partido, desenvainaba la espada de guerra e insinuaba, por primera vez, que Moncloa podría haberle engañado sobre el origen de un documento confidencial de la pareja de Isabel Díaz Ayuso que le hicieron llegar para que fuera él quien lo aireara en la Asamblea de Madrid.

«Si lo que se me dijo fue verdad, ¿qué problema hay en acreditarlo (ante notario)? (...) Sería muy grave que lo que se me dijo no fuera verdad (...) Si se me mintió, hubiera supuesto un intento de que hiciera yo público ese documento, con las consecuencias legales y políticas que eso hubiera tenido para mí», fueron algunas de las frases más reveladoras pronunciadas por Lobato en esa breve declaración, que ha caído como una bomba cuando solo quedan tres días para que empiece el 41.º Congreso Federal que los socialistas celebran desde este viernes en Sevilla.

Lobato es consciente de que, a partir de ahora, se enfrenta a una travesía del desierto, con las altas esferas del partido en contra, hasta llegar al término, si es que llega, del proceso de Primarias del PSOE-M. Un proceso que arranca el próximo 7 de diciembre con la presentación de candidaturas, cuando se conocerá si, finalmente y tal y como muchos dan por hecho, Ferraz presenta al ministro Óscar López como alternativa a Lobato. Del 8 al 16 de diciembre se realizará la recogida de avales que dará paso a la campaña de información que se extenderá del 19 de diciembre al 10 de enero. El 11 de enero será la votación en primera vuelta, si solo se presenta un candidato, y el 18 de enero la segunda, si hay dos aspirantes.

Así, y ante el incierto escenario que se asoma ante él —con declaración como testigo el próximo viernes en el Supremo incluida—, Lobato tiene una baza en la que confía plenamente. Prácticamente, su única baza. Y es que la militancia esté con él. Después de tres años como secretario general del PSOE de Madrid, pateándose pueblo por pueblo, agrupación por agrupación, Lobato ha hecho un arduo y extenso trabajo de campo durante todo este tiempo que ahora, espera, de sus frutos. A fin de cuentas, son los militantes los que tienen la última palabra con su voto, por mucho que irrite al partido. Y, si no, que se lo digan al Pedro Sánchez de 2017.

No está de más recordar en este punto que, además, Sánchez cambió los Estatutos del PSOE en 2018 para blindar su liderazgo, de tal forma, que imposibilitó una maniobra interna como la que le hizo caer a él dos años antes. Desde esa reforma, para deponer a cualquier secretario general del PSOE es obligatorio y vinculante consultarlo a la militancia.

Desde el entorno de Lobato son conscientes de las presiones que, a partir de ahora, van a llegar de Ferraz y Moncloa, pero, aunque esos tentáculos puedan alcanzar a alcaldes, opinan que no son tan largos como para atrapar a militantes de base, que apoyan, en su gran mayoría, a Juan. Un apoyo y confianza que este se ha ido ganando poco a poco gracias a su cercanía y accesibilidad. Cabe recordar que Lobato fue durante casi seis años alcalde de su pueblo, Soto del Real, donde casi todo el mundo tiene su teléfono móvil —prueba de su contacto directo con la realidad de la gente—, lo que le hace buen conocedor del municipalismo y de la política más local que ejercen, o con la que se sienten más identificados, muchos de los 14.000 militantes que componen el censo socialista madrileño.

Pero, antes de que Lobato y su eventual contrincante se sometan a las urnas madrileñas, queda mucho recorrido. Para empezar, esa declaración como testigo de Lobato en el Tribunal Supremo en el marco de la causa en la que está imputado el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, por presunta revelación de secretos. Una declaración de la que podría desencadenarse la citación de Pilar Sánchez-Acera, la jefa de Gabinete de López y, al mismo tiempo, asesora de Lobato, que le hizo llegar el documento de la discordia, o incluso la imputación del propio Lobato. La clave radicará en el acta notarial que recoge los mensajes intercambiados entre ambos y que el juez ha reclamado a Lobato. Sea como fuere, la intención del socialista nada más terminar su declaración es poner rumbo a Sevilla a participar en un Congreso Federal del PSOE que será de todo menos tranquilo.

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