Gastronomía
¿Qué desayuna Cirilo?
Cirilo quizás debiera cambiar su dieta matutina. Porque la actual no le está sentando bien a él ni a sus fieles
El Patriarca de la Iglesia ortodoxa de Moscú y todas las Rusias, de 76 años de edad, cuyo nombre es Vladímir Mijáilovich Gundiáyev. Lo vemos en todos los eventos importantes en Moscú, acompañando a Putin con frecuencia en los actos institucionales. Y apoyando y alentando abiertamente sus actividades bélicas. En Occidente, un comportamiento similar de una autoridad cristiana es ya impensable, pero la Iglesia ortodoxa tiene un importante papel en la sociedad rusa, y alzar su voz para pedir paz, para detener la locura en vez de alentar la guerra sería una cuestión verdaderamente decisiva. Cirilo tiene poder y lo utiliza, pero no en beneficio de la paz.
Me preguntaba si desayunará borsch, la rica sopa de remolacha ucraniana con crema agria, o si más bien se inclinaría por una combinación de algún chupito de vodka con unas gachas, o kasha quizás más elaboradas que las del común, preparadas con mantequilla, cereal y leche. También me pregunto si añadirá un buen surtido de zakukis, piroshkis o una sabrosa ensalada stolichinl, o la famosa olivieh o las tortitas oladi. ¿Incorporará té a su condumio matutino? ¿Será más de dulce o de salado? ¿Quizás una mezcla de ambas posibilidades? Pero seguro que podría concluir un nutritivo desayuno con unas rodajas de basturmá de equino, o unas cucharadas de caviar de esturión del Cáucaso servido sobre delicados blinis. Es necesario saberlo, y les diré por qué.
Me lo pregunto porque no es posible entender que la cabeza de una iglesia cristiana que tiene poder espiritual sobre 150 millones de fieles sea capaz de alentar la guerra, de estimular a una de las partes y de invocar la obligación de la movilización militar como los rusos si vivieran en pleno medievo. A la vez que alienta con esta actitud la división de la Iglesia ortodoxa, porque en varias diócesis ya no se reza por el Patriarca y algunos de ellos tratan de separarse definitivamente del Patriarcado, lo que terminará conduciendo a la iglesia a un cisma.
En lugar de hacer una llamada a la calma, a los aspectos que unen, su postura es justamente la contraria (monaguillo de Putin, le dijo el Papa Francisco). Mientras, ortodoxos rusos y ucranianos disputan en el campo de batalla, hijos de la misma iglesia. Teniendo en cuenta que una palabra de Cirilo sería sustancial en una guerra que es fratricida, su papel es, cuanto menos, estridente. El poder corrompe, y las riquezas que a nivel personal posee el patriarca, con importantes y multimillonarios negocios pueden hacerlo con él, o incluso pueden haberlo hecho ya. Quizás, en vez de tirar piedras, le convendría reflexionar sobre el almiar que tiene en casa. En vez de atacar comportamientos occidentales debería echar un vistazo a la corrupción, prácticas mafiosas y desenfreno de la sociedad rusa. Unidas a la codicia y avaricia personal condenados, por ejemplo, en el Eclesiastés.
Y como no levanta la voz para clamar por la paz, reflexiono sobre si lo que desayuna Cirilo son balas y cañones, drones y pólvora, fusiles y carros de combate troceados sobre idénticos blinis. Cirilo quizás debiera cambiar su dieta matutina. Porque la actual no le está sentando bien a él ni a sus fieles.