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Tabgha, el chiringuito solidario de Cáritas en Mallorca

Alimentarse bien es la clave para vivir mejor

Peligro en el chiringuito

El verano es un momento formidable para adoptar buenos hábitos, no haga que su salud peligre en el chiringuito: elija bien

Vivimos acostumbrados a esperar que alguien, en algún sitio, ya sea otra persona o una organización nos diga qué debemos hacer: cuánta sal tomar, qué verdura o carne consumir o cuál no, qué está de moda y cómo poner en práctica la última tendencia. A veces estas instituciones son oficiales, hijas de la consolidada burocracia, y otras son alegremente «espontáneas», como esas modas en las que, en cuanto uno araña un poco, se percibe lo que hay detrás de ellas. Algunas de estas últimas son fruto de estudiadas campañas de marketing, otras son ingenuamente absurdas. Pero pueden ser igualmente perjudiciales. En el otro lado, también hay una buena noticia, tenemos grandes profesionales, instituciones sanitarias y cauces de gran calidad para aprender a comer bien.

Alimentarse bien es la clave para vivir mejor. Y con este fin se trata de aportar al organismo los nutrientes esenciales en relación con lo que necesitamos en cada etapa de la vida. Así que imaginen ese bollo que están comiendo en este mismo momento mientras leen la prensa: ¿Cuál es su composición? ¿Qué tipo de grasa contiene? ¿Qué cantidad de azúcar? ¿Cuándo se ha elaborado? No se trata de impedir que nadie consuma alimentos a su libre elección, sino que con esa libre elección que nace del conocimiento elija sin ser confundido por su ignorancia, por el interés o la moda.

Sigamos con ese bollo matutino, por ejemplo. Bien por usted si preparó el fin de semana un bizcocho casero con huevos, aceite de oliva, una pequeña cantidad de azúcar y pasas o ciruelas -o ambas-. Si por el contrario la pereza le pudo, consumirá un bollo cargado de azúcar, glaseado extra, conservantes, lecitinas, grasa de palma, trehalosa, jarabe de glucosa y fructosa (jaja, le han engañado, estas últimas son tres clases más de azúcares), almidón, estabilizantes y un largo etcétera. No se trata de no poder, sino de ejercer la libertad desde el conocimiento: saber qué sí y que no nos guía hacia la salud. Lo que significa tomar las riendas de la vida, esforzarse y echar un vistazo al etiquetado que en líneas generales es muy similar a este, o peor.

La comodidad es el talón de Aquiles de nuestra sociedad, que dificulta que la gente se preocupe por comer bien de verdad. No se trata de comer rico, eso ya lo sabemos hacer, cada uno sabe bien qué le gusta y qué no, aunque el paladar se educa, se refina y se perfecciona. Ni siquiera todo lo que le gusta estará compuesto por nutrientes de calidad, y esta es una interesante paradoja, justamente por este motivo hay que educar el paladar de los niños desde el primer día. Como norma, hay que seleccionar bien, procurando variedad y calidad, porque el vigor y la salud provienen de esos componentes que tienen los alimentos: micro y macro nutrientes (respectivamente vitaminas y minerales y en la segunda opción proteínas, hidratos de carbono y grasas).

Ese es justamente el auténtico puzzle de los alimentos, en el que las buenas elecciones se transforman en salud, energía, vigor… y las malas son causa directa de enfermedad, pérdida de atonía y hasta depresión o los casos extremos. Decida entre una colorida ensalada y unas sardinas, unos garbanzos, un besugo o un chuletón, unas cerezas y un pan casero o, por el otro lado: unos nuggets precocinados, un bollito de crema de sabores, una hamburguesa de cadena o una lasaña congelada. Es posible que ni siquiera en años ¡en meses! pueda observar los resultados.

Somos hijos de nuestras decisiones, y hay una amenaza directa a nuestra salud a través de una alimentación deficiente, insuficiente y excesiva a la vez, mal calibrada y escasa de nutrientes. El verano es un momento formidable para adoptar buenos hábitos, no haga que su salud peligre en el chiringuito: elija bien.

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