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María José Olesti de Luna: «Tener familias fuertes hará siempre sociedades resistentes»

Entrevista a la Directora General de The Family Watch

María José Olesti: «Tener familias fuertes hará siempre sociedades más fuertes»

En la mañana del 10 de enero se publicó el 'XI Barómetro de las Familias'. La directora general del Instituto Internacional de Estudios sobre la Familia desglosa las preocupaciones y perspectivas de futuro de los hogares españoles

La familia es la más básica institución social. Que esta se encuentre debidamente protegida es tarea de gobiernos e instituciones competentes. Sin embargo, la lucha porque esta sea efectiva se encuentra en manos del resto de agentes sociales, organizaciones y fundaciones como el Instituto Internacional de Estudios sobre la Familia, The Family Watch

María José Olesti, directora general de esta fundación, ha conversado con El Debate sobre el presente y futuro de las familias, con motivo de la publicación del XI Barómetro de las Familias en España. 

La pandemia ha recalcado el papel de la familia como eje central de la sociedad

–¿Cuál es la situación de las familias en la actualidad? ¿Las instituciones priorizan como deberían la familia como base natural de la sociedad?

–Pese a que todos los estudios y todos los informes desde hace ya muchos años arrojan el mismo dato, y es que la familia es la institución más querida y la mejor valorada, y es la que protege y sirve de colchón, no solo en lo económico, sino también en lo anímico, a todos sus miembros, especialmente los más vulnerables, los niños, las personas dependientes y los mayores. Pese a que ese dato sigue permaneciendo inalterable y que se ha reforzado a raíz de todo este confinamiento, de toda esta pandemia, donde se ha recolocado una vez más el papel esencial que tiene la familia como eje central de la sociedad. Sin embargo, España está muy lejos de las ayudas en políticas familiares que tienen otros países de nuestro entorno. Se ve claramente el efecto negativo que tiene ya no solo como hemos visto en los resultados de este barómetro, que no es la prioridad para los menores de 45 años y que muchos, aunque quisieran, realmente no tienen la estabilidad ni laboral ni tampoco las ayudas necesarias para poder emanciparse, para empezar, y poder dar ese paso fundamental de formar una familia.

Si algo necesitan las políticas de familia es estabilidad

Por tanto, necesitamos esas políticas sociales y familiares para ayudar a nuestros jóvenes que son nuestro presente y nuestro futuro, pero también para mejorar algo tan importante y que es uno de los grandes problemas que tiene España como es la natalidad. Sin políticas importantes centradas en la familia no lo vamos a conseguir. Así han sido los ejemplos en otros países. Nuestra vecina Portugal ha dado un giro importante en la tasa de fecundidad, cómo ha subido, intentando que haya ese recambio generacional. Francia, por supuesto, e Italia. No digamos los países nórdicos que tienen otra cultura. Países de nuestro entorno, con culturas muy parecidas, lo que han hecho ha sido poner en el centro de la agenda política a las familias y tenerlo en cuenta como una cuestión de Estado y que por tanto, esas políticas familiares, para que realmente tengan éxito, estén por encima de una legislatura y sean permanentes en el tiempo. Y que cada vez que entra un gobierno nuevo no las tumbe y haga otras. Porque precisamente si algo necesitan las políticas de familia es estabilidad.

–¿Cuáles han sido los mayores cambios a los que han tenido que enfrentarse las familias, no solo a nivel externo, sino también a nivel interno? ¿Qué nuevas preocupaciones han surgido?

–En el ámbito familiar, si algo bueno ha tenido este confinamiento, por ejemplo, ha sido ese parón, ese freno que ha supuesto en el ritmo de vida tan rápido que llevaban las familias. En muchos casos perjudicaba la buena comunicación intrafamiliar. La falta de tiempo de los padres, pese a que son conscientes de la necesidad de tener que pasar más tiempo, no tiempo solo de calidad, sino de un mínimo de cantidad con sus hijos, es lo que hace que se considere esa falta de tiempo como un indicador de pobreza. Empobrece la relación entre padres, madres e hijos en el ámbito familiar. Una de las principales ayudas ha sido el que haya habido una mejora en la comunicación. La mayoría de las familias así lo han visto: cómo ese parón y ese poder relacionarse juntos porque no había otra posibilidad, ha mejorado la comunicación intrafamiliar y ha ayudado a veces a ver a los padres en unos roles donde los hijos no los habían visto nunca. Otro de los retos fundamentales es el poder integrar la vida personal, familiar y profesional. El teletrabajo, que era con lo que todos soñábamos, porque lo veíamos como el gran referente que iba a ayudar a todas las familias a que pudieran equilibrar esas tres áreas, porque al final son tres áreas de una misma persona, como es lo personal, lo familiar y lo profesional. Se ha visto que el teletrabajo solo podrá ser una medida que realmente ayude a las familias a poder desarrollar su propia actividad profesional, sin que se vea afectada la vida familiar, si se tienen en cuenta las circunstancias familiares. 

Teletrabajar no es trabajar desde casa, sino estar en casa trabajando

Hemos podido comprobar durante el confinamiento que teletrabajar no es trabajar desde casa, sino estar en casa trabajando. Ha perjudicado terriblemente la propia relación a veces en los hogares. El hogar, que era ese lugar donde convivían las propias familias ha sido el lugar donde los padres han trabajado, donde han tenido que realizar tareas domésticas, donde han tenido que educar a los hijos, donde han tenido que desarrollar las actividades escolares porque se ha trasladado toda la actividad académica a las casas.

Se ha disparado también el síndrome del burnout parental, de padres quemados, que es otro de los grandes desafíos con los que se enfrentan las familias. Los padres hoy están absolutamente agotados. Necesitamos crearles un nuevo aliciente y ayudarles a mejorar en su actividad, puesto que no se puede dejar de ser padre ni crear un paréntesis y decir hoy no voy a educar a mis hijos por un rato. Es un síndrome que ha sido estudiado por la Universidad de Lovaina y que realmente preocupa a las familias. El agotamiento de los padres, que se desprende también de toda la situación económica, de la situación familiar que han vivido y de esa crisis también sanitaria que ha salpicado lo social, lo familiar, etc...

–¿Cuáles son las consecuencias de este síndrome de los padres quemados?

–Provoca en primer lugar el agotamiento a los padres, el hecho en sí de dejadez. Hay, por un lado, una crisis en lo personal, pero también después en la propia relación entre los padres y los hijos, hasta el punto de que llega un momento en que los padres sueltan las amarras porque no se ven capacitados, no se ven con fuerza para poder educar, para poder exigir, para poder realizar esa tarea que es la educación en los hogares y que por tanto exige mucho tiempo. Exige también el estar presentes, el ser firmes y el que haya autoridad con el establecimiento de normas y de límites. Y no se sienten con fuerzas para poder desarrollarlo y eso es una dejadez de funciones, con todas las consecuencias negativas que tiene el que unos padres estén presencialmente, físicamente en casa, pero no estén ejerciendo como tal. 

Las familias son muy conscientes también que ellas son causa de muchos de los problemas sociales, pero que también son el medio a través del cual se solucionan muchos de ellosMª. José Olesti de Luna, directora general de The Family Watch

–¿Qué es lo que se le viene encima a las familias? ¿qué perspectivas de futuro hay?

–Por un lado, soy optimista. Creo que pese a toda la situación que estamos viviendo, pese al desgaste que tienen las familias en lo emocional, si algo han demostrado toda la vida, en todas las épocas de crisis que hemos tenido, que han sido muchas a lo largo de la historia, es que cuanta más conflictividad y problemas hay, más se aquilata el amor en ellas, más fuerte es el entorno familiar. Por eso es tan importante tener familias fuertes que hará siempre tener sociedades más fuertes. Yo soy optimista porque creo que las familias son como el ave fénix, que siempre resurgen y siempre hay una llamita que permanece encendida. Pero sí creo que hoy necesitan más ayudas que nunca. Desde la fundación The Family Watch queremos insistirles a los políticos y a los legisladores que tengan muy en cuenta que hoy las familias, el escenario en el que se encuentran, es de una situación que ha hecho mella en ellas. Ya venían con una carga importante de toda la crisis económica que habíamos ido arrastrando. A esto se ha sumado esta crisis sanitaria que ha ido también convirtiéndose en una crisis social, en una crisis de confianza en las propias instituciones, en la sanidad, etc. Las familias son muy conscientes también que ellas son causa de muchos de los problemas sociales, pero que también son el medio a través del cual se solucionan muchos de ellos. A ellas se les va a pedir siempre más y, por tanto, lo que pedimos es que a la hora de recortar nunca se recorte por el mismo lado. Las familias saldrán adelante por sí solas. Cada vez les va a costar más. Por eso, pese a que creo que es un momento importante porque una vez más han demostrado las familias que han tenido ese efecto de búnker donde realmente se nos ha dado afecto, cuidado.

Una vez más la familia me parece que está en el lugar que le corresponde. Y quizá lo que nosotros le pedimos a los responsables políticos es que recuerden que tienen que mirar muy bien cuál es la situación actual de las familias, que la van a tener que tener en cuenta en los planes y en las leyes de familia que desarrollen y que no olviden la importancia de la perspectiva de familia, que es el gran reto, porque aunque aparece recogida en muchos de los planes de familia, no tiene carácter vinculante, como sí lo tienen otras perspectivas. De la misma forma que se consulta con un informe de impacto medioambiental o con un informe de impacto de género cómo una medida afecta al medio ambiente o no, que se tenga en cuenta a la hora de tomar una medida como esta va a afectar al bienestar y al conjunto de las familias. Por tanto, esa perspectiva de familia que la tengan muy en cuenta, porque hoy más que nunca apostar por las familias, invertir en ellas, es invertir en quien de verdad son capaces del desarrollo y del progreso de un país. 

–¿Qué opinión tiene de la Ley de Familias que ha puesto encima de la mesa del Ministerio de Derechos Sociales?

–Es una ley que todavía no sabemos muy bien cuál va a ser el contenido. En realidad, no vemos que haya ninguno. Desde esta fundación pedimos es que cuando se den medidas o se de apoyo a distintas estructuras familiares no se deje en el margen a otras, sino que se apoye a todas. Lo que sí nos parece importante es que miren porque si hay algo diverso es precisamente la familia. En cualquier familia sus propios miembros ya son diversos. Etiquetar diversidad familiar cuando la propia familia ya en sí misma es diversa… Nos parece que hoy por hoy no hay nada de contenido y que por tanto esperaremos a ver realmente cuál va a ser, pero que en todo caso hay que apoyar a las familias por encima de cualquier ideología y color político. La familia como estructura central de la sociedad y es la que realmente aporta el mejor capital social que tiene una sociedad.

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