Malas noticias para Carlos III
Los analistas británicos ya hablan del comienzo de una «regencia blanda» derivada del cáncer del Rey y la debilidad del Príncipe de Gales
El heredero británico que más años aguardó para ceñirse la corona ha estrenado un reinado convulso marcado por la incertidumbre y la enfermedad. Después de siete largas décadas contemplando el impecable servicio que prestó su madre a la Monarquía, el diagnóstico de cáncer de Carlos III no solo ha expuesto la fragilidad física del Rey, sino también de la Casa de Windsor. La baja del monarca coincide con su heredero fuera de juego por los problemas de salud de Kate Middleton, tras someterse a una misteriosa cirugía abdominal.
El emblemático lema inglés keep calm and carry on no casa con el lenguaje empleado en los comunicados oficiales, que rezuma incertidumbre, confusión y cierta sensación de que quieren ocultar algo. No sabemos qué tipo de cáncer padece Carlos III ni cuál es la enfermedad real que mantuvo a la Princesa de Gales ingresada dos semanas. Y probablemente, nunca lo sabremos.
Ante el inestable período que se avecina, Robert Hazell, profesor del University College de Londres, asegura que la monarquía se regulará por una «regencia blanda». «Constitucionalmente, hay unas cuantas cosas que solo el monarca puede hacer, pero hay otras obligaciones que la familia real puede asumir para aliviar la presión sobre el monarca y eso es exactamente lo que está ocurriendo». No hay problemas en el marco legal y constitucional, pero sí preocupa la crisis de visibilidad. El pueblo quiere ver a sus reyes, ser partícipes de sus agendas, sentirlos como un miembro de la familia más, seguir sus pasos a través de la televisión. La Casa de Windsor ha confiado en su visibilidad para ganarse el cariño de la calle: sesiones fotográficas en hospitales, visitas a escuelas, mezclarse con los tenderos en un mercado o por supuesto, los grandes desfiles militares. La Reina Isabel II siempre lo tuvo claro. Hay que dejarse ver. Y de ahí sus famosos paraguas transparentes y trajes de colores vivos.
«El único momento en nuestra historia en el que la monarquía se volvió seriamente impopular, y realmente hubo un gran movimiento republicano, fue cuando la Reina Victoria se ocultó después de la muerte del Príncipe Alberto. Los políticos bastante sensatos de la época pensaban que existía un riesgo real de que nos convirtiéramos en una república», reflexiona el profesor Hazell.
Para Carlos III su enfermedad es solo el último de una serie de golpes. A nivel personal, ha afrontado la reciente muerte de sus padres y el descarrilamiento de su hijo Harry. Y probablemente, ahora se arrepienta de su deseo de aligerar la Familia Real y reducir su miembros. Tras la salida de los duques de Sussex y el duque de York como miembros de la realeza en activo, el grupo principal está compuesto por los Reyes, los Príncipe de Gales, la Princesa Ana y los Duques de Edimburgo. Cierto es que el Príncipe de Gales no dispone de la preparación que tuvo su padre como heredero y su cabeza ahora mismo está en su mujer y sus tres hijos.
Según Hazell, en el caso impensable de que tanto el Rey como el Príncipe de Gales quedaran incapacitados, antes de que los hijos de Guillermo alcanzasen la mayoría de edad, resultaría paradójico tener que pensar en el Príncipe Harry como siguiente en la línea de sucesión. Esta semana viajó a Londres para reencontrarse con su padre. Diez horas de vuelo para 20 minutos de conversación. La nueva era carolina no puede empezar peor.