Las tres horas de Isabel Pantoja en el escenario de Madrid: lágrimas, villancicos y un torrente de voz
La tonadillera celebró su último concierto del año en el Festival Christmas by Starlite, arropadas por una orquesta de 80 personas y la Zambomba de Jerez
La historia familiar de Isabel Pantoja no debería opacar nunca su fuerza sobre el escenario. Cuando se pone la bata de cola, su voz prodigiosa es capaz de silenciar cualquier polémica que venden sus hijos en los platós para disparar la audiencia. Ni Paquirrín ni Chabelita pueden amenazar su condición de estrella. «Son infinitamente más los que la admiran y la quieren, pero los que la odian o hacen negocio atacándola gritan más», dijo una voz en off antes de que subiera al escenario del Festival Starlite Christmas, en Madrid, este jueves por la noche.
Entre la sombra negra, apareció la silueta de Isabel Pantoja, contoneándose con un vestido plateado de corte asimétrico y capa de gasa firmado por Diazar Atelier, un joven diseñador de La Palma. Aguardaba su coro, para arrancar la noche cantando Aleluya. «Yo también os quiero muchísimo». Un pabellón de Ifema de Madrid, volcado, no dejó de corear su nombre. «Isabel, Isabel». Eso sí, en el aforo de 7.000 personas, había muchos asientos libres, casi la mitad. El sonido era perfecto, sin un solo fallo, y su torrente de voz no flaqueó en ningún momento. Sí sentó en más de una ocasión.
«Estoy celebrando mis 50 años, mi aniversario. Pero esto no va a ser igual que el resto», comenzó para caldear el ambiente. Y continuó con La gente que me gusta, y luego Te lo pido por favor, que se lo dedicó a todas las madres. En especial, a la suya, Doña Ana, fallecida en 2021. «Tanto la extraño y tanta falta me hace».
Isabel Pantoja no estuvo sola en el escenario en ningún momento. Una orquesta de 80 personas, que dirige el maestro Julio Awad, la acompañó durante un concierto de tres horas, en el que subrayó que ella no hace playback. También subieron el legendario Luis Cobos, La Húngara o la Zambomba de Jerez.
Hubo homenaje a América y Nino Bravo. «Permítanme que le dé un gran cariño a América, a esa tierra que tanto me quiere y yo a ella. Soy española, me siento española de aquí hasta aquí. He vendido España y el folclore mío y lo he vendido por todo el mundo».
Zambomba de Jerez
El villancico que cantaba Isabel Pantoja en el colegio, Noche de Paz, sirvió para que durante unos minutos se cambiara y reapareciese con un traje de cola fucsia. Pisó el escenario con energía para subrayar sus raíces con una canción para Andalucía y la Virgen del Rocío.
Con la Zambomba de Jerez y su hermano Juan Pantoja a la guitarra, interpretó un popurrí de villancicos. Isabel miró a su hermano y dijo «my brother. Qué ángel tiene my brother». Una reconciliación pública tras especularse que se habían distanciado por motivos económicos. Entre bambalinas, estaba su hermano Agustín.
A su amiga La Húngara la subió para bailar el popular Garlochí. Y aprovechó este momento para mostrar su cariño por su sobrina Anabel. «Vamos a hacer el baile de mi Ana, mi Anabel. Un besito, amor mío. Y para la niña. Te quiero amor mío. La más guapa del mundo. La coreografía es de ella, así que se la vamos a dedicar todo el público presente».
Las lágrimas afloraron al entonar Quisiera decir no, un tema al que ha cambiado la letra para enviar un mensaje a sus hijos Kiko y Chabelita. Varias frases que reflejaban el dolor que se encuentra atravesando. «Yo los veo cuando cierro mis pestañas» o «Yo los llamo sin llamar». Un reproche muy directo.
La conexión con su público fue constante. «¿Me vas a regalar una Virgen del Rocío? No me habéis traído ni un café». Dejó sus clásicos de siempre para el final como Marinero de Luces, Así Fue o Se me enamora el alma.
Entre el público, muchos rostros conocidos como Lara Álvarez, que acudió sin su novio Perico Durán, y compartió palco con Chayo Mohedano. También Cayetana Guillén Cuervo, Sandra García Sanjuán, directora del festival Starlite, Marta Hazas, Nina Junot o Mario Sandoval.