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El HMS Centurion de George Anson capturando el galeón de Manila Nuestra Señora de Covadonga en 1743

El HMS Centurion de George Anson capturando el galeón de Manila Nuestra Señora de Covadonga en 1743

¿Ganó España la Guerra de la Oreja de Jenkins?

La Guerra del Asiento o de la Oreja de Jenkins se desarrolló, esencialmente, en el Caribe entre los años 1739 y 1748, enfrentando a los reinos de España y de Gran Bretaña. El principal objetivo inglés era hacer colapsar el Imperio español en América 

El origen de esta guerra hay que buscarlo en el Tratado de Asiento de Negros que se firmó en Madrid el 26 de marzo de 1713, entre España e Inglaterra. En él se indicaba que durante 30 años Inglaterra tendría derecho al monopolio del tráfico de esclavos procedentes de África, pudiendo introducir anualmente hasta 4.800 en las posesiones españolas en América. Incluía también el derecho británico a un «navío de permiso» anual, de 500 toneladas, para comerciar en las Ferias de las plazas españolas en América. Todo ello quedó posteriormente refrendado en los Tratados de Utrecht. Sin embargo, previamente a estos tratados, los británicos habían creado en 1711 la Compañía de los Mares del Sur con el propósito de explotar los mercados del imperio español. Las limitaciones impuestas por los acuerdos citados anteriormente, además de algunos nuevos enfrentamientos entre los dos reinos, provocaron que los beneficios de la Compañía fueran muy limitados, obligando a realizar restructuraciones de la deuda y llevando a la Compañía a generar la primera gran burbuja bursátil en la historia del capitalismo. 

El Parlamento británico provocó la guerra en contra de las intenciones de su propio Gobierno, dirigido por Walpole

Imagen de la burbuja del "Mar del Sur"

Imagen de la burbuja del «Mar del Sur»

Por la parte española, el problema real era que el «navío de permiso» se convirtió en una fuente de contrabando en diversos puertos, ya que los británicos utilizaban el navío citado como tapadera de otros buques que le suministraban en altamar (lo que hizo a los españoles denominarle la «flota de permiso»), sumándose esta operativa al contrabando tradicional que ya practicaban los barcos británicos. 

En los años 30, el exceso del contrabando, así como las necesidades de mejorar las finanzas de la Real Hacienda británica, forzó a una gran actividad de los guardacostas españoles contra el tráfico y la actividad ilegal en el Caribe. Esta situación terminó perjudicando seriamente al comercio y a las manufacturas británicas, hasta el punto de que el Parlamento británico provocase la guerra en contra de las intenciones de su propio Gobierno, dirigido por Walpole. 

La intervención de Jenkins sirvió para convencer y empujar a los miembros del Parlamento de la necesidad de una guerra

La razón de que en Gran Bretaña se denomine a este conflicto como Guerra de la Oreja de Jenkins (War of Jenkins’ Ear, en inglés), se debe al espectáculo que, en el Parlamento de Londres, protagonizó Robert Jenkins, en marzo de 1738, mostrando su oreja que, supuestamente, le había cortado en 1731 el capitán de un guardacostas español, León Fandiño, por realizar contrabando en las costas de Florida. Se comentó que el capitán español, tras cortarle la oreja, le dijo «ve y dile a tu Rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve». Hay dudas sobre la veracidad del suceso, habiendo fuentes que sugieren que la pérdida de la oreja se debió realmente a una pelea de bar siete años antes. En cualquier caso, la intervención de Jenkins sirvió para convencer y empujar a los miembros del Parlamento de la necesidad de una guerra. 

Panfleto británico publicado en 1740 para fomentar el apoyo popular a la guerra contra España y pedir la conquista de La Habana

Panfleto británico publicado en 1740 para fomentar el apoyo popular a la guerra contra España y pedir la conquista de La Habana

Ni victoria ni control sobre el Atlántico

Se afirmaba en Londres que «… Inglaterra puede ganar la guerra a Francia, pero nunca puede perder la guerra con España», lo que muestra el ambiente belicista promovido por el Parlamento y los medios económicos, forzando al Rey y al Gobierno a la declaración de guerra. El principal objetivo inglés era hacer colapsar el Imperio español en América tomando las principales plazas que controlaban el tráfico de mercancías y desde donde se enviaban los metales preciosos a España. Si no lograban hacerlo colapsar completamente, al menos esperaban forzar un tratado de libre comercio en América y el control de algunas plazas costeras. Los puertos neurálgicos de las flotas de Indias españolas eran el Callao, Panamá y Acapulco en el Pacífico, así como Portobello, Veracruz, Cartagena de Indias y la Habana en el Atlántico. 

Los británicos enviaron la escuadra de Anson para controlar las plazas del Pacífico, pero tras cuatro años de navegación, su único éxito fue la captura del Galeón de Manila antes de llegar a Acapulco (de los ocho barcos y 2.000 hombres de Anson sólo volvió un barco con 145 hombres). En la otra costa, la atlántica, los británicos solo lograron la captura temporal de Portobello, sin embargo, un conjunto de derrotas les alejó de sus propósitos. Destaca entre ellas la de Cartagena de Indias, por los daños sufridos por la escuadra británica con grandes pérdidas humanas, gracias a Sebastián Eslava y a Blas de Lezo. Fracasaron también los británicos en otros intentos para tomar Santiago de Cuba, Panamá, Puerto Cabello y dos veces en la Guaira (Venezuela). 

A estas derrotas hay que añadir el negativo balance de apresamientos de mercantes, los británicos capturaron 3.434 barcos franceses y españoles, mientras que perdieron 3.528 barcos. En lo relativo al comercio español, salvo tres años, el tráfico se mantuvo en los niveles previos al conflicto (50 navíos anuales), así como tampoco se detuvo el envío de oro a España, llegando a crecer en los últimos años de la guerra.

España no obtuvo ningún beneficio de esta guerra en América, pero la todopoderosa Royal Navy no sólo no había logrado ninguna victoria relevante, sino que además no logró el control del Atlántico. Es difícil hacer un balance de bajas en la guerra del Asiento, pero algunas de las fuentes británicas estiman que sus muertos pudieron superar los 20.000. Los españoles muertos fueron menos de 5.000.

Si bien, lo más relevante es que, al firmarse en 1748 el Tratado de Aquisgrán, dando fin a la guerra, España mantenía su imperio y el control del comercio en sus posesiones de forma similar a 1739. 

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