Picotazos de historia
Abbás Ibn Firnás, el primer 'paraca' era de Ronda
Abbás Ibn Firnás es el antecedente, si no padre, del paracaidismo y de la aeronáutica. En el año 852 construyó una estructura de madera que mantenía tensa una fuerte lona y se lanzó desde lo alto del minarete de la mezquita
Abbás Ibn Firnás (810-887) fue un erudito polifacético que nació en Ronda y, más tarde, se establecería en Córdoba. Fue filósofo, músico, poeta, ingeniero...de todo. Entre sus muchos logros, figura la creación de una clepsidra (reloj de agua) que daba las horas diurnas y nocturnas, una esfera armilar o unas lentes correctoras que podían ser las primeras gafas de la historia. También creó un sistema para tallar el cuarzo, lo que fue económicamente muy importante, ya que la talla de este mineral solo se hacía en Egipto y su conocimiento se guardaba como un secreto de Estado. Desarrolló un método para la fabricación de vidrio incoloro, etc. Pero lo que nos interesa aquí es que este Abbás ¡voló!
Si, señores. Firnás es el antecedente, si no padre, del paracaidismo y de la aeronáutica. Les explico.
Durante mucho tiempo estudió el vuelo de los pájaros y creyó haber descubierto el secreto de su vuelo. En el año 852 construyó una estructura de madera que mantenía tensa una fuerte lona y se lanzó desde lo alto del minarete de la mezquita. El vuelo duró unos cuantos segundos y fue presenciado por una gran multitud. El aterrizaje no fue tan bien pero solo sufrió heridas leves. Este se considera el primer salto en paracaídas de la historia.
No escarmentó el buen Abbás, ya que con sesenta y dos años (875) volvió al ataque. Esta vez confeccionó un par de alas de madera y seda –la forma debía ser bastante similar a las modernas alas delta–, a las que adornó con plumas, y se arrojó desde lo alto del desaparecido palacio de Arruzafa. Planeó bastante bien pero esta vez, en el aterrizaje, el tortazo fue de órdago. El pobre se partió ambas piernas y le quedó una lesión de espalda. ¡Pero había volado!
Analizando el vuelo llegó a la conclusión de que había que añadirle una cola al artefacto para poder manejarlo bien, pero está claro que el pobre ya no estaba en condiciones de un tercer intento.